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Ensayo

Abane Ramdane: vida y muerte de un revolucionario

Una mirada a algunos debates sobre la decadencia de Alemania

Identidades, interseccionalidad y universalismo

Noticia y recuerdo de Manuel Sacristán

La doble particularidad española

Manuel Sacristán: una semblanza personal, intelectual y política

Dilemas de la izquierda alternativa

El continuismo socialista

La incertidumbre de las izquierdas

Impedir la involución derechista

Inmigración, racismo y delincuencia

El feminismo como sujeto social

Retos de la izquierda alternativa

Encrucijada para las izquierdas

¿Podrá Sumar?

Eisenstein y el teórico ágrafo

Orígenes de un «sindicato patronal» de combate

Reflexiones y ocurrencias en torno a la «renta básica universal»

Sobre el consentimiento y el deseo

Izquierda transformadora: Introducción

El acoso sexista callejero en Bélgica y la ineficacia de la respuesta penal

Camino por recorrer

El racista e inspirador del franquismo padre Manjón, elevado a los altares

A cuatro patas

Desafíos para la izquierda alternativa

¿Hacia una Unión Europea de extrema derecha?

Las visitas de Pasolini a Barcelona

En la muerte de un maestro

Gobernabilidad, agenda social y plurinacionalidad

El Fomento del Trabajo Nacional en tiempos de la República

Tinísima

¿Educar sin segregar?

La prioridad del consentimiento

Luis Vitale: Un marxista latinoamericano olvidado

Impulso de progreso y plurinacional

«Sparta», de Ulrich Seidl

El pensamiento científico de Pedro de la Llosa

Apuntes para una filosofía de la praxis desde Simone Weil

El largo camino hacia la economía del cuidado

Sumar, alternativa transformadora

«Apocalypse Now» vista por un vietnamita

La unidad del frente amplio

Conversación con Fabio Ciaramelli

Sumar/Podemos: un acuerdo posible y necesario

Cambios de la cultura del trabajo

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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