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N. Lomas

A cuatro patas

Cronicón especulativo a propósito de la columna de Manuel Vicent «Patas arriba» («El País», 23-1-2022)

Según la matemática fractal (un capítulo de la matemática moderna) la frontera continua de una mota de polvo tiene más puntos que estrellas hay en todo el cosmos, si opinamos que el universo no es infinito. Bien es verdad que en el mundo imaginario de los números, el infinito es un invitado bien conocido por todos los exploradores con criterio de hoy en día. De todos modos conviene recordar que no existe el «número real» positivo más pequeño o más cercano a cero, ni tampoco el «número natural» más grande.

Y en el vecino territorio de las «relaciones binarias» puede muy bien suceder que A gane a B, B gane a C, y C gane a A. El juego de «tijeras, piedra, papel» es una sencilla ilustración de esa posibilidad. Por lo demás, aunque «el orden de los factores no altera el producto» en ciertos mundos numéricos, como las multiplicaciones de números fraccionarios, no ocurre lo mismo en el mundo del álgebra matricial con las matrices y los vectores. Por descontado, en las operaciones cotidianas también es fácil detectar ejemplos de las dos eventualidades. Así, no da el mismo resultado ponerse primero los calcetines y después los zapatos, o cambiar el orden de intervención. Sin embargo, resulta obvio que se llega al mismo resultado final si primero nos ponemos una manopla en la mano derecha, y a continuación la segunda en la mano izquierda.

Pues bien, eso apuntaba Manuel Vicent en la columna a la que nos referimos: «Si hoy todo es a la vez verdad y mentira, cierto y falso, bueno y malo; si uno se siente al mismo tiempo vivo y muerto, como el gato de Schrödinger». A la vista de ese pilar argumental, a uno se le ocurre que en las escuelas en lugar de vaticinar la defunción del asno de Buridán, por ser incapaz de elegir entre dos montones de algarrobas del mismo tamaño y situados en direcciones opuestas, y a la misma distancia, se debería sugerir llevar a cabo un par de experimentos en serio con asnos de verdad y no con juegos malabares pivotando sobre la idea de «un asno racionalista», sacado del cubo de desechos de las culturas y tradiciones especulativas medievales.

Terminaba la columna Manuel Vicent diciendo: «Los científicos pueden capturar las partículas subatómicas y jugar con ellas como marionetas, por eso no debes sorprenderte si te ves un día caminando patas arriba». Esta conclusión final desdice del buen talante usual de Manuel Vicent, y utiliza premisas incorrectas e inadecuadas. Exagerando la nota, y en mi opinión, lo que es temible y más bien lamentable es que nuestros intelectuales de salón y/o de poltronas académicas con tradiciones escolásticas continúen jugando con caricaturas rupestres de las «dos culturas» y no estudien las lecciones serias de la ciencia moderna antes de ponerse «a cuatro patas» y a realzar los timos e imposturas intelectuales de última moda. Ayer mismo pregunté a un investigador de primer nivel en asuntos de fotónica sobre sus actuales metas; me respondió que estaban trabajando en una dirección muy precisa y difícil: conseguir manejar un solo fotón aislado, y no paquetes medianos o grandes, como ya se había logrado hacer de muchas maneras y con objetivos muy variados.

PS. Lecturas recomendadas. Por desgracia, todavía es oportuno mencionar la brillante y contundente denuncia de Alan Sokal y Jean Bricmont, Imposturas intelectuales, Barcelona, Paidós, 2008. Merece la calificación de notable la colección «¡Vaya timo!», de la Editorial Laetoli (unos veinte títulos de calidad desigual, entre los cuales destacan, en cuanto a asuntos, el psicoanálisis, la religión, la homeopatía, el nacionalismo, la acupuntura, las pseudociencias, los productos naturales, el posmodernismo). Y siento mucho afecto por la persona y la obra de James Randi, uno de los grandes ilusionistas del siglo XX, autor de Fraudes paranormales. Fenómenos ocultos, percepción extrasensorial y otros engaños (introducción de Isaac Asimov), Ediciones Tikal.

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11 /

2023

Señores políticos:

impedir una guerra

sale más barato

que pagarla.

Gloria Fuertes
Poema «Economía»

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