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Sujetos de un contra-discurso

Edicions Bellaterra,

Barcelona,

319 págs.

Antonio Giménez Merino

Las publicaciones de Vélez-Pelligrini en El viejo Topo y en esta misma revista constituyen una referencia obligada en lo atinente a la problemática de las minorías sexuales. Minorías sexuales y sociología de la diferencia (Montesinos, 2008) y ahora Sujetos de un contra-discurso componen un díptico extraordinario sobre los movimientos políticos y las corrientes académicas que se han ocupado en nuestro país de las discriminaciones producidas por la articulación del sexo, el género y la sexualidad en torno a la normatividad heterocentrista hegemónica. Y en ese contexto, ambas obras aportan una reflexión importante sobre la centralidad de los sistemas simbólicos que regulan nuestras formas de interacción social para la reproducción de las discriminaciones, en polémica abierta con las estrategias político-sociales centradas en la igualdad formal de los derechos.

En Sujetos de un contra-discurso el lector hallará un exhaustivo estudio de la amplia producción teórica gay, lesbiana y queer española desde los años 90 hasta hoy, con el que se que pretende dar razón de su riqueza pero también polemizar con ella. A ojos del autor, la politización de la anomia constituye una estrategia emancipatoria mucho más eficaz que la homologación de derechos tan marcadamente “normales” como los relativos al matrimonio y la familia tradicional, suscrita por las corrientes que Vélez Pelligrini llama “asimilacionistas”. Pero al mismo tiempo, éste llama la atención acerca de la tendencia (general al ámbito de los estudios de género y del “multiculturalismo”) a elevar la diversidad a un metacriterio interpretativo de la realidad, pues enfrentarse eficazmente a las desigualdades efectivas que operan sobre las personas concretas requiere primero de todo distinguirlas y graduarlas, y eso sólo es posible desde una perspectiva capaz de contemplar las cuestiones identitarias en relación con otros factores sociales: “Las desigualdades sociales y económicas, la precariedad y la pobreza, por no olvidar la discapacidad física, el color de la piel o el origen étnico, constituyen problemáticas a las que no es ajeno el colectivo LGBTQ”.

10 /

2011

La «otredad» política se fundamenta en algo enteramente distinto [a conseguir «bazas de representación política» más o menos amplias y más o menos honradamente gestionadas]: en la construcción de ámbitos públicos voluntarios de interrelación social, abiertos y, sobre todo, capaces de autodeterminarse. […] Su germen es el asociacionismo voluntario: la entrega voluntaria de actividad y tiempo personal puestos en común con otros para realizar objetivos compartidos.

Juan-Ramón Capella
«Otra manera de hacer política», Los ciudadanos siervos (1993)

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