¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Pablo Massachs
Planet of the Humans: de la mitificación a la mistificación
‘Mitificar’: Rodear de extraordinaria estima determinadas teorías, personas, sucesos, etc.
‘Mistificar’: Falsear, falsificar, deformar.
La polémica
El documental Planet of the Humans ha llegado a nuestros salones directamente vía internet [1]. Su estreno ha estado rodeado de polémica, porque la propia distribuidora vetó su estreno tras las críticas recibidas por su falta de rigor. Así que su autor (Jeff Gibbs) finalmente ha optado por colgarlo de forma gratuita en la red. Además, el siempre polémico Michael Moore aparece nominalmente como productor ejecutivo, aunque su impronta se hace patente en otros aspectos de la cinta.
Planet of the Humans se anuncia como un elemento para hacer despertar a la sociedad sobre dónde están las verdaderas soluciones a la encrucijada climática. Acierta la cinta en denunciar que el cambio a las energías renovables, manteniendo un consumo creciente y desmedido, no basta para llevar a buen puerto a la humanidad en su lucha contra el cambio climático. Sin embargo, su aportación a un debate serio y riguroso resulta muy pobre, tanto por la falta de profundidad de sus reflexiones como por los excesivos trucos narrativos de que está plagada la película.
Del sol al barro
En los primeros minutos del documental, Gibbs se encuentra en un festival de energía solar en Vermont. Asegura este que comparte su preocupación y activismo por el medio ambiente desde hace años, y parece empezar su periplo con ilusión. Por desgracia, a las pocas horas de empezar el evento, el sol desaparece y empieza a caer la lluvia. Las placas fotovoltaicas que aportan energía al festival no son suficientes para las necesidades de este, y ahí empieza la decepción con las renovables del antiguo abrazaárboles, como él mismo se define. Y es que, al cubrirse el cielo, los organizadores se ven obligados a encender grupos electrógenos para suplir la energía solar. Mientras tanto el espectador ve como la lluvia sigue cayendo y la tierra se convierte en barro. Y es ahí, en el barro (esta vez metafórico), por donde transcurre buena parte del documental.
No en vano el fango es un terreno en el que Michael Moore se mueve con especial soltura, mezclando golpes de efecto, ridiculización de sus oponentes y algunos datos sesgados oportunamente introducidos. Por lo que Gibbs parece querer emular a su maestro Moore.
Las renovables: el mito caído
Actualmente las energías renovables gozan de muy buena prensa. Sin embargo, a estas alturas de la película (de terror) climática, y a pesar de su gran evolución en los últimos años, las emisiones de CO2 siguen aumentando. Abrir el debate sobre sus limitaciones es necesario en un momento en que por otra parte la preocupación por cambio climático es un tema candente, podríamos decir mainstream, y el público está sediento de soluciones. Es más, es justo denunciar que las energías renovables cuentan todavía con serios problemas para sustituir a los combustibles fósiles, desde la baja tasa de retorno energético a la intermitencia, y que su implantación no basta para frenar el cambio climático [2].
Algunos de estos problemas se nombran de forma reiterada en Planet of the Humans. Se trata de problemas sobre los que hay enconadas discusiones en la comunidad científica y en el mundo ecologista desde hace años. Para un público más amplio este debate puede sonar a nuevo después de ver el documental, y seguramente aquellas personas con sensibilidad social y ecológica se puedan interesar e informar sobre los límites de las energías renovables. En cambio, a otros les quedará la sensación de que mejor que el mix eléctrico se quede como está (rebosante de carbón y de otros combustibles fósiles), pues las renovables parecen no ya un remedio sino un agravamiento de la situación climática, tal como se deja entrever constantemente en el documental. Como vemos, se pueden sacar conclusiones un tanto absurdas y alejadas de una supuesta conciencia medioambiental.
No en vano, la cinta abusa de trucos narrativos que pueden generar este desconcierto. En ella se intenta elevar la anécdota a la categoría de norma, y otras veces se mezclan con falta de rigor algunos datos [3]. Estos “golpes bajos” hacia las energías renovables pasan también por insinuar unas prestaciones muy inferiores a las reales [4], por entrevistar demasiado a menudo a personas poco cualificadas como representantes de las energías renovables, o por presentar cualquier proyecto de estas tecnologías como una agresión a parajes de incalculable valor ecológico [5]. La seriedad del debate merece menos barro y más juego limpio.
El engaño del movimiento ecologista
Estados Unidos tiene una arraigada tradición de culto a los líderes, ya sean políticos, religiosos o de movimientos sociales. A lo largo del metraje se critica duramente a buena parte de los supuestos líderes del movimiento ecologista. Sin embargo, la única que recibe cierta aprobación es Vandana Shiva, activista ecofeminista hindú. Pero esto no anima a los autores del documental a buscar opiniones o referentes más allá de las fronteras estadounidenses. Y es que, para estos, el mundo de las energías renovables y el activismo climático parece circunscribirse al universo de los Estados Unidos de América (queda claro que no se habría entrevistado a Shiva si esta no hubiera estado en dicho país durante el rodaje). Un enfoque demasiado estrecho de miras para un problema global.
Planet of the Humans, además de contra los líderes, también arremete contra las asociaciones y organismos que abogan por la implantación de energías renovables. Quizá sea la parte más acertada del film. Aunque algunos de estos organismos o personas ya hayan sido “desenmascarados” hace tiempo y por otro lado no todos merezcan entrar en el mismo saco, en muchos casos su prestigio sigue intacto o en aumento de forma inmerecida [6]. Además, es una práctica demasiado habitual (a ambos lados del Atlántico) que las empresas e instituciones apliquen el greenwashing sin sonrojo, y que algunas organizaciones ambientalistas o ecologistas se presten a facilitar este lavado de imagen.
Y ahora, ¿qué?
Va avanzando el documental y la pregunta inevitable se abre paso: si esto que nos habían vendido no sirve, ¿cuáles son las claves para avanzar en la dirección correcta? Se apuntan tres aspectos “de los que nadie está hablando”: sobrepoblación, consumismo y el “suicidio del crecimiento económico”. Nada que objetar a que se amplíe la discusión hacia esos elementos, salvo que en la cinta apenas se desarrollan.
Sobre la sobrepoblación, no sabemos si el control se debería llevar a cabo à la chinoise o de otra forma menos impopular. Tampoco hay reflexión alguna sobre el hecho de que, si la población mundial consumiera como la estadounidense, el planeta habría quedado superpoblado y sobreexplotado antes de haber llegado a los dos mil millones de habitantes.
El consumismo y el “suicidio del crecimiento económico”, dos caras de la misma moneda en realidad, se cuestionan de forma genérica, pero no hay rastro de las alternativas. Quizá sea una empresa demasiado ambiciosa para este film, pero tras tanta aparente claridad de ideas a la hora de desenmascarar tecnologías, líderes y asociaciones, llama la atención que las propuestas no aparezcan, ni se apunten siquiera. De hecho, el autor parece más preocupado en entender por qué él mismo ha caído en la trampa de las energías renovables que en plantear de forma seria las alternativas.
Planet of the Humans: una oportunidad perdida
Michael Moore ya no es un niño, pero siempre ha parecido a gusto en su papel del enfant terrible. Nada que objetar a tal figura, salvo cuando se ejerce sin rigor y sin propuestas claras. En el marco de la emergencia climática, plantear al gran público la necesidad de soluciones reales, sin prejuicios tecnológicos y datos rigurosos, habría sido muy de agradecer. Sin embargo, visto el resultado de este documental, la obra no está a la altura de la seriedad del debate, ni de la aureola de “documental censurado” con que se quiere promocionar. Supone más bien una oportunidad perdida para hablar de los límites de las renovables y de la incapacidad del sistema económico para dar respuesta a la catástrofe climática.
Derribar falsos mitos es necesario en este debate en que tanto nos jugamos. Pero tan importante es seleccionar bien el objetivo, como plantear de forma rigurosa y clara qué opciones tenemos a la hora de replantear el futuro. Lo contrario nos aboca a la confusión, que es el preludio de la inacción.
Notas:
[1] El documental se pudo ver directamente en YouTube durante semanas, pero a finales del mes de mayo la plataforma de vídeos online lo retiró tras las denuncias por utilizar supuestamente imágenes sin permiso. Para más información, véase https://www.eldiario.es/cultura/cine/Youtube-documental-Michael-Moore-renovables_0_1032047923.html.
[2] Basta señalar un par de ejemplos sobre algunas problemáticas relacionadas con las energías renovables que se tratan desde hace años. Sobre la Tasa de Retorno Energético de la energía fotovoltaica, véase Pedro A. Prieto y Charles A. S. Hall, Spain’s Photovoltaic Revolution, Springer, 2013. ISBN: 978-1-4419-9437-0. Sobre las limitaciones de la energía eólica, C. Castro et al., “Global wind power potential: Physical and technological limits”, Energy Policy, octubre de 2011.
[3] Tan solo algunos ejemplos sobre este punto. Supone una falta de rigor estar hablando del sistema eléctrico, para a continuación poner estadísticas (sin indicar el año, además) de consumo energético global. Tampoco se explica por qué las instalaciones de renovables no se desconectan en general de la red eléctrica global (y las ventajas asociadas) o por qué las centrales termosolares utilizan en parte gas natural.
[4] Algunos datos que se dejan caer sobre la fotovoltaica son un rendimiento de los paneles solares del 8% o una duración de diez años. Ambos valores están muy alejados de las prestaciones de la fotovoltaica, y no se desmienten en ningún momento.
[5] En un ejemplo descarado de la falacia del hombre de paja, se presentan proyectos de energías renovables que destruyen plantas centenarias, que hacen talar árboles para ser usados como combustible, etc. Como contrapunto, sería interesante que algún día se hiciera un documental sobre proyectos de energías renovables paralizados por movimientos vecinales (NIMBY) totalmente irracionales.
[6] En su libro Esto lo cambia todo (N. Klein, Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima, Paidós Ibérica, 2015. ISBN: 9788449331022), publicado en 2014, su autora ya refleja abundantes críticas contra Richard Branson, Bloomberg o el Sierra Club. Por otro lado, las críticas contra Bill McKibben parecen desproporcionadas (350.org ha organizado numerosas campañas en la buena dirección de la lucha climática), mientras que Al Gore sigue gozando de un gran prestigio mundial por su lucha contra el cambio climático a pesar de sus incoherencias, algunas de las cuales se muestran en el documental.
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5 /
2019