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Miguel Muñiz

Guía de lectura práctica de una tesis doctoral

Que fácil es escribir algo que invite a la acción

contra tiranos, contra asesinos,

contra la cruz o el poder divino,

siempre al alcance de la vidriera y el comedor.

Silvio Rodríguez, “Canción en harapos”

 

¿Tiene sentido escribir una guía práctica sobre una tesis doctoral de libre acceso que trata acontecimientos de hace treinta años? Sí, con aclaraciones previas. La primera: una Guía es necesaria para orientarse en las 940 páginas de extensión del documento y en la profundidad de enfoque; por eso la guía es práctica, es decir, busca separar hechos de teorías.

La tesis doctoral, Opción Cero. Sostenibilidad y socialismo en la Cuba postsoviética: estudio de una transición sistémica ante al declive energético del siglo XXI, del profesor Emilio Santiago Muiño (ESM), es el resultado final de una investigación previa de seis años que concluyó con un trabajo de campo de siete meses en Cuba, entre 2012 y 2014. Aunque en 2017 el profesor Muiño publicó Opción Cero, el reverdecimiento forzoso de la Revolución cubana (Ed. La Catarata), cuyo comentario puede leerse aquí, la tesis doctoral (TD) recoge datos en bruto que no figuran en el libro.

Segunda aclaración: la generosidad del profesor Santiago Muiño, al ofrecer la mayor parte de su trabajo a quien quiera profundizar o contrastar los datos, abre interesantes perspectivas (aún más en la situación actual); tercera: hay pocos análisis en castellano sobre el colapso cubano que tengan la minuciosidad, el enfoque crítico, y el posicionamiento honesto de esta TD; y cuarta aclaración: conviene no perder de vista que ESM inicia el trabajo de campo en Cuba cuando ya han pasado veintiún años del inicio del colapso y dieciséis desde su superación. Lo que implica rasgos positivos (distancia crítica en los testimonios), pero también negativos (exceso sentimental al recordar).

Cuando en febrero comencé a redactar esta guía práctica, el coronavirus ya había hecho acto de presencia, aunque pocas personas lo sabían y era imposible valorar el potencial de conflicto social de la pandemia. Hoy, situados en una etapa entre normalización y final escalonado del confinamiento, la pregunta “¿qué podemos aprender del colapso cubano?” es aún más pertinente. Consideremos lo que sabemos hasta ahora sobre la pandemia con un mínimo de certeza, y lo que podemos deducir de ese conocimiento. Es decir…

• Un colapso es condición previa y necesaria para que se produzca una transición. Por tanto, las aproximaciones teóricas a escenarios de transición y las últimas llamadas se convierten en meros ejercicios literarios. Gracias al coronavirus hemos descubierto que nunca se sabrá exactamente cuándo, cómo y dónde se inicia cada etapa de un colapso, y que la complejidad social y geopolítica impide una visión coherente del conjunto de la etapa, o vislumbrar la siguiente.

• No hay respuesta coordinada. No es el colapso, son los colapsos. El coronavirus ha demostrado la banalidad del “todas y todos”; no es comparable el gobierno de España y su respuesta organizada dentro de la precariedad y el egoísmo político, con Alemania y su reacción desde el poder económico insolidario, o con Brasil y sus enormes desigualdades sociales, o la India y las matanzas y la brutalidad étnica y religiosa que la pandemia ha desencadenado, o casos como China con sus recursos, capacidad de reacción y disciplinada respuesta al autoritarismo de su gobierno, y sin perder de vista al gobierno de EE.UU., y el extremo sálvese quién pueda de sus clases acomodadas, o su voluntad de aprovechar la pandemia para agudizar conflictos geopolíticos, etc. Las consecuencias de la pandemia para las clases subalternas, acomodadas y dominantes de cada país son muy diferentes.

Resultado: la geopolítica y el análisis de la lucha de clases proporcionan las mejores claves de interpretación y comprensión de lo que está sucediendo y de sus probables consecuencias futuras; frente a discursos o relatos sobre la identidad, la diversidad y apelaciones universales que se repiten en los medios. Los datos muestran que, de acuerdo con los intereses del poder, la inmensa mayoría de las víctimas de la pandemia están en el bando que les corresponde.

• El coronavirus ha demostrado que el factor desencadenante de un colapso es inesperado (entre un amplio abanico de posibilidades) y que, a partir de ese factor, se produce una cascada de consecuencias imprevisibles. Al principio, algunas se podrán deducir del factor desencadenante, pero muchas otras, la mayoría de ellas, escaparán a las deducciones. Y que, además se generarán derivaciones continuas e imprevisibles, lo que llevará a escenarios imposibles de teorizar porque estarán sometidos a cambios y respuestas selectivas, continuas y paliativas. El coronavirus ha puesto en evidencia el infantilismo de términos globales, tipo nuestra casa se quema o hemos de actuar ya.

Peor aún. La lógica del individualismo capitalista, de respuestas adaptativas inmediatas, a corto plazo, y ventajas comparativas en base a lo existente, se adapta mucho mejor a las exigencias y miedos de las clases acomodadas ante un colapso, que se alargará durante décadas, que respuestas colectivas y globales que invoquen al todas y todos.

• Más allá de consideraciones de caridad paliativa (tipo salario social generalizado), que son totalmente respetables, o de invocaciones ingenuas al final del capitalismo, sigue predominando la doctrina de shock: cada grupo social con poder (desde capitalistas especulativos de actuación global a narcotraficantes mexicanos, pasando por la variedad de empresarios y partidos políticos) comenzó a calcular las ventajas posicionales que podía obtener del colapso desde el minuto uno de la aparición del coronavirus, y siguen reajustando sus movimientos día tras día, moviéndose en las gélidas aguas del cálculo egoísta.

• El coronavirus ha demostrado que las clases dominantes disponen hoy de una hegemonía abrumadora sin contrapesos significativos. Las denuncias sobre imprevisión, o fracaso del capitalismo ante la crisis del coronavirus, son tan ingenuas como peligrosas, porque ignoran o silencian que el capitalismo se nutre del caos, crece con el caos, y regula sólo la parte del caos relacionada con sus intereses. Lo demás lo ignora deliberadamente porque le beneficia.

Para afrontar las implicaciones de estas cinco consecuencias genéricas, lo sucedido en Cuba entre 1991 y 1995 es una fuente de valiosas ideas y criterios preventivos.

Presentación

Entre 1991 y 1995, Cuba pasó una experiencia sin comparación con la de ningún otro país del mundo (a excepción, quizá, de Corea del Norte) por la combinación de dos factores: el cese repentino y casi total del suministro de petróleo, productos derivados y materias primas debido al hundimiento de la URSS y del Bloque del Este; junto al endurecimiento del bloqueo económico impuesto por EE.UU. desde los años sesenta. El resultado fue el período especial, un tiempo en que una sociedad asediada, se vio forzada a sobrevivir casi únicamente con sus propios recursos; pero una sociedad que estaba dirigida por un régimen político que disponía de una considerable carga de legitimidad, que hacía de la igualdad uno de sus fundamentos éticos (yendo más allá de la retórica), y que intentaba llevar ese valor a la práctica.

Ese período especial ha sido analizado desde posturas que van del ensalzamiento idealista y acrítico a la más absoluta descalificación. Un análisis que ha estado circunscrito a ámbitos minoritarios porque, a la considerable polarización que el régimen cubano ha provocado desde sus orígenes, hay que añadir el (para algunos) molesto contratiempo de que la sociedad y el régimen político de Cuba sobrevivieron.

Cuba sobrevivió al colapso, y también Corea del Norte; la diferencia en el caso cubano estriba en que la supervivencia no supuso una masiva mortandad de población por hambrunas, como sí sucedió en Corea (p. 230 TD), aunque el precio que pagó el gobierno y la sociedad cubana fue elevado, aunque sólo se pueda calcular con exactitud y contraste a medida que el colapso global se desarrolle.

El período especial fue lo más aproximado a un colapso global en condiciones cercanas a nuestra situación que se ha conocido hasta el momento. El relativo bienestar del que gozaba Cuba en los años ochenta dada su situación en el CAME y, a escala mucho mayor, el que gozamos (o hemos gozado hasta ahora) en esta sociedad y en las regiones del planeta de similares características, pivota sobre un factor común: el despilfarro energético. Por ello es importante conocer lo que sucede cuando el grifo del suministro de petróleo se cierra. Un cúmulo de experiencias sociales que, aunque imposible de trasladar a otras sociedades, aportan enseñanzas útiles. Lo que está sucediendo con la crisis del coronavirus anticipa lo que le pasará a las clases subalternas del mundo durante el colapso global que se está desarrollando.

“El colapso global que se está desarrollando…” suena fatalista, catastrofista o exagerado. La pandemia aporta matices de los que carecíamos antes, pero recuerdo los años ochenta, cuando mis interlocutores usaban esos calificativos (u otros parecidos) si, en mi trabajo de activista voluntario, mencionaba el cambio climático que ya estaba sucediendo. Mejor ponerse en lo peor. Aquello pasó hace cuarenta años…; hoy las clases subalternas no disponen de tanto tiempo.

En el índice de la TD destaca el capítulo 10, con apartados tan sugerentes como Lecciones del futuro: el shock petrolífero de los años noventa o Algunas enseñanzas cubanas para la transición sistémica global. Ciertamente, se pueden leer esas 23 páginas en lugar de entrar en el arduo recorrido que plantea esta Guia práctica, pero el lector o la lectora se encontrará en la misma tesitura del libro Opción Cero antes mencionado: falta el cúmulo de materiales de base que ofrece el profesor Santiago Muiño, y que hacen de la TD un documento rico en hechos, casos y datos.

Esta guia de lectura evita entrar en el análisis crítico del período especial. Se limita a los casos y hechos del colapso cubano, ni siquiera entra en los datos. Se ciñe a experiencias directas. La extensión, riqueza y profundidad de la TD ofrece material para muchas reflexiones teóricas valiosas, que ahora no vienen al caso.

Contenido

Método: los números de página entre paréntesis, corresponden al PDF no a la paginación del documento. En cursiva se nombran los apartados. En cursiva y negrita los apartados con relación a la Guia práctica. Y en MAYÚSCULAS Y CURSIVA los de mayor contenido. Así…

• Las primeras ocho páginas (12-19) son un acercamiento a la personalidad del autor; la página 42 contiene aclaraciones necesarias.

• La Parte I de la TD explica el marco de la investigación. La INTRODUCCIÓN: GENEALOGÍA DE UNAS INTENCIONES (44-52), se trata de nueve páginas claves: conciencia del peak oil, interés por la supervivencia de Cuba tras la URSS, voluntad de superar tópicos, y posicionamiento intelectual e intenciones, la primera condición para una objetividad crítica. Se complementa con los apartados, 1.1.1 Opción Cero Combustible, el símbolo de una paradoja, y 1.1.2 Antecedentes de la investigación: la hipótesis de la Cuba Verde (58-66).

• El 1.2.2 Mi posición personal ante la Revolución cubana (72-74), una aclaración a la INTRODUCCIÓN que la complementa. De ahí al apartado 1.3.4 PARTICULARIDADES A CONSIDERAR SOBRE UN TRABAJO DE CAMPO EN CUBA: VIGILANCIA EPISTEMOLÓGICA, DIFICULTADES DE CAMPO Y DILEMAS ÉTICOS (96-99) que, al hilo de la reflexión metodológica, da detalles que ayudan a entender aspectos subjetivos del colapso cubano.

• Del capítulo 2, que fundamenta el concepto de sistema sociometabólico como enfoque del trabajo de investigación, destacan las dos últimas páginas (156-157) del apartado 2.4 Notas sobre la transición sistémica socialista: el canon soviético y el proceso de modernización, que aportan datos de integración de la revolución cubana en el modelo del socialismo real que ayudó a consolidarla.

• En la PARTE II. EL PERÍODO ESPECIAL Y LA EXCEPCIONALIDAD CUBANA: DERRUMBE Y SUPERVIVENCIA DEL SOCIALISMO EN CUBA comienza el análisis propiamente dicho del colapso cubano, análisis que continua en la PARTE III. LA TRANSICIÓN SISTÉMICA DEL METABOLISMO SOCIAL CUBANO. Son 600 páginas que obligan a destacar detalles.

• Capítulo 3. Cuba: laboratorio de modernidades. Un repaso rápido de la historia de la isla como premisa al análisis del colapso cubano. Esas 75 páginas, que abarcan desde el siglo XV a la actualidad, resumen los puntos sociales y económicos claves, son útiles para diferenciar lo específico de lo generalizable. Destacan los apartados 3.5.2 Modernización y desarrollo: la gozadera socialista (206-214) y 3.6 Colapso socialista y reorientación sistémica (1986-1990) (214-224).

• La sección clave, el CAPÍTULO 4. EL PERÍODO ESPECIAL: IMPACTO Y SUPERACIÓN DE UN SHOCK PETROLÍFERO (228-336), exige una lectura crítica. El 4.1.3 LA CRISIS ALIMENTARIA (234-241), y el 4.2 BREVE CRÓNICA DE LOS AÑOS NOVENTA (241-245) ofrecen claves para entender el 4.2.2 LA REVOLUCIÓN TOCA FONDO: EL VERANO DE 1994 (245-252) y el 4.2.3 LA GESTIÓN DE LA RECUPERACIÓN (253-254).

• Todo el 4.3 LA VIDA COTIDIANA AL BORDE DE UN COLAPSO SOCIAL (255-312) es un inventario detallado de comportamientos sociales que se pueden adecuar a las peculiaridades de cada país. Destacan, el 4.3.4 Luchar y resolver: nacimiento del precariado y la sociedad sumergida (283-295) sobre estrategias fuera de la legalidad, y los apartados 4.3.5, 4.3.6, 4.3.7 y 4.3.8 (294-314).

• En 4.4 La resiliencia de la Revolución cubana (314-340) hay un inventario de recursos y pautas por los que Cuba pudo superar el colapso, destacan las medidas económicas y productivas. Los dos apartados finales (el 4.4.3.4 y las conclusiones 4.4.5) son los que han sido más afectados por el paso del tiempo desde la publicación de la TD.

• El CAPÍTULO 5. EL REVERDECIMIENTO FORZOSO DE LA REVOLUCIÓN son 92 páginas que desarrollan el argumentario de ESM contra la hipótesis de la Cuba Verde, incluye el papel del sector agroecológico (con amplias experiencias discontinuas, de un mínimo del 20 al 30% del campesinado vinculado a ese sector (364)), detallados testimonios del papel de la tracción animal, la agricultura urbana, la función del ejército, el papel del intercambio de conocimientos tradicionales y científicos, las aportaciones y limitaciones de la cooperación internacional, y los diferentes tipos y conflictos en la organización del campesinado cubano.

• En el capítulo 6, se exponen seis puntos (441-442) que, tomados en positivo (sin el no que comparten) enuncian las bases para abordar la cuestión de la SEGURIDAD ALIMENTARIA, algo que, como el propio autor explica, aún está pendiente de consenso académico.

• La parte final del apartado 6.1.4 (463-467) plantea un interesante (y muy limitado) cálculo teórico de los requerimientos humanos y sociales para que Cuba alcance un sistema de autosuficiencia alimentaria basada en un modelo agroecológico.

• Aunque todo el capítulo 7 contiene datos importantes sobre el campesinado, la mayor parte de hechos y experiencias se recogen en el apartado 7.2.4. Arroz popular (521-525) como caso de autoconsumo con apoyo estatal. El resto del capítulo se centra en el conflicto entre los diferentes sistemas de gestión campesina en Cuba.

Y se podría decir que como guía práctica el recorrido por la TD casi acaba aquí, los extensos capítulos posteriores (8, 9 y 10, 264 páginas en total) tienen dos características; primera, las vivencias no están centradas en el período especial, sino en recuerdos posteriores y en las experiencias del profesor Santiago Muiño durante sus dos estancias en la isla y, segunda, son un alegato que impugna globalmente de los resultados y el carácter de la revolución cubana, todo a partir de una reflexión teórica desde la muy respetable ideología del autor.

De las 940 páginas de la TD, esta Guia práctica ha destacado unas 520. Los apartados de la TD destacados como diario de campo recogen, en general, experiencias concretas. El Índice de cuadros (28-29) permite un acceso rápido a todos, especialmente los referidos a los capítulos 8, 9 y 10, porque la mayoría de los de otros capítulos ya se han incluido.

Si se leen esas, aproximadamente, 520 páginas, se conocen experiencias de primera mano, y cada persona puede sacar sus propias conclusiones. Lo que venga después… es otra historia.

 

[Miguel Muñiz Gutiérrez mantiene la página de divulgación sobre energía y colapso www.sirenovablesnuclearno.org]

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2020

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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