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Miguel Muñiz

Ni incendio ni enfermedad degenerativa

Desde 2007 se cita mucho a Gramsci; dos ideas del pensador marxista italiano son útiles para orientarnos en el colapso ecológico y social en que estamos inmersos. La primera, “decir la verdad es siempre revolucionario”, es parcialmente contradictoria con la segunda, “es necesario combatir el pesimismo de la razón con el optimismo de la voluntad”. Ambas implican conflictos.

Dejemos las implicaciones de la segunda para más adelante y analicemos la primera. “Decir la verdad”, presupone determinar previamente qué es la verdad, y sobre todo afrontar el desafortunado hecho de que la verdad casi nunca es agradable. La valentía de la formulación choca con las consecuencias sociales de llevarla a la práctica, y deriva hacia la paradoja de que lo revolucionario (sea lo que sea eso) casi nunca es agradable (de leer u oír).

Sirva esta introducción para destacar la importancia del libro ¿Qué hacer en caso de incendio? Manifiesto por el Green New Deal, de Héctor Tejero y Emilio Santiago Muiño (en adelante, Héctor y Emilio). La obra ha supuesto una sacudida, que ojalá se vaya extendiendo, en la zona de confort en que se ubican la mayor parte de las denuncias sobre el colapso global y sus consecuencias ecológicas y sociales. Colapso que aún hay autores y ONGs que sitúan como probabilidad futura, no como realidad presente.

Existen dos tendencias dominantes en el análisis y denuncia del colapso: los climatólogos, más centrados en el campo ecologista; y los pikoileros, que estudian el declive en la disponibilidad de recursos energéticos minerales, y también de minerales no energéticos necesarios para mantener las infraestructuras energéticas. Dos aclaraciones: el nombre de las tendencias es de uso exclusivo en este texto, no de uso común; y que cada tendencia centre su análisis en su propio campo no significa que ignore el otro, los documentos de ambas suelen contener reconocimientos mutuos.

La obra de Héctor y Emilio ha provocado una reacción crítica en ambas porque desciende al conflictivo terreno de la política profesional; este aspecto (el paso a la concreción de una propuesta política), junto con la participación de los autores en la redacción del programa electoral de Más País para las pasadas generales, ha estimulado la reacción.

Desde la tendencia ecologista – climatológica, un ejemplo sería la reseña del profesor Sempere publicada en el número 181 de este mismo boletín que, articulada en torno a la política, comienza con un elogio global de la obra:

Se desgranan propuestas concretas orientadas a reconstruir un metabolismo sostenible como tarea urgente para evitar los peores efectos de la crisis ecológica en curso y para poner las bases de una alternativa. Estas propuestas configuran un programa ecosocialista muy interesante.”,

elogio que luego se combina con notas críticas, por ejemplo:

“No obstante, algunos abordajes del texto me suscitan una cierta incomodidad. Uno es que no queda claro cómo se puede pasar de un capitalismo verde (aliado o no con fuerzas ecosocialistas) al Green New Deal. Otro es que el mundo real no está hecho sólo de chantajes estructurales y de deseos heteroinducidos que bloquean el cambio a mejor: detrás hay grupos sociales con una enorme capacidad económica, política, mediática y militar que vigilan, y que están dispuestos a intervenir sin contemplaciones. Creo que todo proyecto de justicia social y sostenibilidad ecológica debe avisar de esas amenazas, tratando de que dichos avisos no sean paralizantes, sino que permitan prepararse para hacerles frente.”

Sin que la reseña llegue a profundizar en esa incomodidad.

Desde la tendencia recursos – pikoilero, destacan las detalladas notas críticas de Manuel Casal Lodeiro. Un texto extenso, de 47 páginas ―1 por cada 5 del libro―, que sigue el índice de la obra. Ello conduce a repeticiones que hacen, en ocasiones, un poco pesada su lectura (como ejemplo: reiterar 11 veces que los autores no se desmarcan completamente del capitalismo es un tanto excesivo), pero el método es adecuado para destacar el punto más débil del libro: que no aborda los conflictos asociados a la disponibilidad de energía para llevar a cabo sus propuestas.

Se trata de una crítica necesaria. Circulan muchas propuestas, en éste y otros trabajos, creativas e interesantes sobre el papel, pero que quedan reducidas a nada cuando se confrontan con algo tan grosero como disponer de la energía necesaria para hacerlas realidad. Como muestra dos apuntes del texto de Casal Lodeiro, en cuestiones generales, y sobre las renovables:

“Eso (la combinación de una vida más sencilla con el uso de tecnologías avanzadas) no es un proyecto «ambicioso», es un proyecto imposible. En primer lugar porque esa «vida más sencilla» no nos la ha proporcionado la tecnología, sino en última instancia la disponibilidad de cantidades ingentes de energía de alta TRE (Tasa de Retorno Energético) a lo largo de más de siglo y medio, algo de lo que careceremos a partir de ahora.” (pg. 3).

(…)

“El siguiente nivel de desglose de su propuesta comienza partiendo de varios mitos, como el ya

comentado de lo moderno es bueno (pg. 179), o el de la posibilidad de la «sustitución» de la matriz energética actual (pg. 180), cuando los datos reflejan que las tecnologías (modernas) de captación de energía renovable no sustituyen sino que complementan a las no renovables a la vez que dependen totalmente de ellas.” (pg. 40).

Llegados a este punto es necesario reivindicar el trabajo de Héctor y Emilio: el libro es provechoso y útil. Es una obra valiente, con un estilo fluido y didáctico, de dos personas cuya juventud destaca aún más su capacidad y sus conocimientos. Los capítulos 2 y 3 son un repaso exhaustivo a todas las variables devastadoras del colapso, el resultado de más de 200 años de industrialización brutal. Sólo por eso merece la pena leerlo, pero hay más.

Los capítulos 5 y 7 son una reflexión analítica que ayuda a comprender por qué los casi 50 años de existencia del llamado movimiento ecologista no se han traducido en ningún avance real, ni cambio tangible, en los impactos ambientales que ha afrontado. Si se complementa la lectura de esos dos capítulos con el imprescindible capítulo 2 del libro de José Manuel Naredo, Raíces económicas del deterioro ecológico y social, se obtiene una visión excelente de parte de los motivos por los que hemos llegado a la situación actual. De ambas lecturas se pueden deducir varias cosas, y no es la menor la amplitud de la zona de confort en que se hallan instalados los movimientos alternativos en sociedades ricas. [1]

Y queda un tercer bloque, el de los capítulos 9 y 10, que exigen ser abordados en negativo; pues así como los capítulos 2 y 3 son un compendio exhaustivo y lúcido de horrores tangibles, los dos últimos (prescindimos de la coda del 10+1) son un compendio exhaustivo de aquello que glosaba la estrofa de la canción de Fleetwood Mac que figuraba en la cita del boletín de Mientras Tanto del mes de enero: “ciérrame los ojos, dime mentiras, dulces mentiras, cuéntame esas buenas mentirijillas…”. Y como todo ejercicio de lucidez debe partir de desmontar las dulces mentirijillas, la obra de Héctor y Emilio también es oportuna por la detallada enumeración que hace de dulces mentirijillas.

Con lo que aparece el conflicto implícito en la segunda cita de Gramsci: “es necesario combatir el pesimismo de la razón con el optimismo de la voluntad”. Lo ilustraremos con una relación de siete ámbitos en que la obra de Héctor y Emilio nos ayuda a situarnos, ámbitos que llegarían a nueve con las pertinentes observaciones del profesor Sempere (sobre política) y de Manuel Casal Lodeiro (sobre energía), y de otros autores [2]. Sin duda se podrían añadir más ámbitos a esos nueve, pero éstos ya son significativos, pertinentes, y de urgente actuación, pues el colapso, que en las zonas ricas del planeta se vislumbra como amenaza a 10 años vista, es ya una realidad presente en otros muchos lugares. Serían:

1. – Falta análisis de las distintas consecuencias del colapso en las diferentes clases sociales. Casi toda la literatura existente interpela a una persona ficticia, ubicada en una irreal mayoría social del 99%, y contrapuesta a una irreal minoría del 1%. Frente a esa ficción, circulan informaciones de cómo las clases dominantes, que son plenamente conscientes de las implicaciones de un colapso del que son las principales causantes, ya están explorando, e incluso desarrollando, complejas estrategias excluyentes de adaptación o supervivencia [3], a costa, como es lógico, del conjunto de la sociedad. Las clases acomodadas, por su parte, disponen de recursos para establecer sinergias con las clases dominantes, y también de recursos para hacer frente, con ciertas garantías, a los impactos ambientales y sociales.

Pero ¿Y las clases subalternas? Basta leer el capítulo 20 del libro de Naomí Klein, La doctrina de Shock, en que se exponen las consecuencias que tuvo sobre dichas clases el paso por Nueva Orleans del huracán Katrina, para entender la importancia de abordar el análisis de clase del colapso. Es fácil imaginar las implicaciones de eventos meteorológicos extremos o subidas del nivel del mar sobre las clases subalternas que viven en la franja mediterránea española o, aún peor, sobre las de países como Bangla Desh, uno de los más poblados, más pobres y más amenazados del mundo. Aunque casi nada podemos hacer por esas clases subalternas lejanas, hay margen para actuar en el caso de las más cercanas si se reconoce su existencia; sin perder de vista la distancia abismal que hay (en términos sociales) entre unas y otras.

2.- Destaca la carencia de análisis, propuestas y compromisos para conformar el sujeto capaz de afrontar medidas políticas (en sentido amplio, no partidista) para la adaptación al colapso en las clases subalternas. Un sujeto que supere tópicos sobre difusos agentes sociales, sociedad civil, o un fantasmal tejido asociativo limitado a una constelación de instituciones (desde sindicatos a fundaciones de caridad), ONGs y entidades de financiación pública o privada.

El tiempo no pasa en vano. Lo que en los 80 y 90 del pasado siglo eran propuestas con un discurso teórico orientador, rico en crítica y denuncia, ha derivado, por los motivos que ya se han explicado más arriba, en miles de webs, informes, libros y documentos desconectados de prácticas y compromisos concretos. Las TIC se han revelado otra trampa, permiten que publicar (algo fácil con los medios electrónicos disponibles) se haya convertido en sinónimo de actuar, cuando no existe relación entre lo uno y lo otro. Se ha acabado produciendo discurso autoreferenciado y reiterativo, sólo apto para iniciados y ajeno a las clases subalternas y, en general, paralizante. [4]

3.- La ausencia de análisis sobre la violencia que provocará el colapso, y cómo afrontarla. Algo que Héctor y Emilio tienen la valentía de mencionar en dos puntos: en el papel de las mafias (págs. 152 y 153) que asumen el control de la violencia (en complicidad, o no, con las fuerzas estatales) en ausencia de un estado que garantice el monopolio regulado de dicha violencia (basta contrastar lo que sucede en amplias zonas del mundo fuera de la UE, con otras áreas geopolíticas con estados aceptablemente solventes, para comprobarlo) y, segundo, en el papel clave que jugará el ejército en muchos ámbitos, dada su condición de institución que no está sujeta a dinámicas a corto plazo, por lo que puede elaborar perspectivas estratégicas de país al margen de las clases dominantes (El siglo de los soldados, págs. 54  a 57).

4.- Falta de análisis de las redistribuciones espaciales de población que serán necesarias como consecuencia del colapso, y como afectarán a las clases subalternas de las grandes ciudades. Los datos prueban que las grandes ciudades no podrán existir en un colapso energético, no sólo referido a electricidad y a combustibles, sino también a la producción de alimentos, suministro de agua, movilidad, y captación de flujos energéticos.

Se trata de algo vital para las clases subalternas, pero es duro pasar a la enunciación concreta de carencias, y a una árida contabilidad de recursos, para formular proyectos de ordenaciones territoriales; es mucho más gratificante especular con idílicas, y teóricas, comunidades autosostenidas en las que se ejercita el buen vivir; como si esas burbujas especulativas pudiesen escapar al destino de sus equivalentes físicos en un mundo de desequilibrios.

5.- No se abordan los conflictos de redistribución material, lo más equitativa posible, de recursos en una sociedad marcada por diversas formas de escasez; lo que lleva nuevamente a la cuestión, nada insignificante, del papel de la autoridad del estado como principal, aunque no único, elemento vertebrador de una estructura social equitativa. El profesor Sempere plantea en su reseña la incómoda cuestión.

“El mismo Emilio Santiago se revuelve incómodamente ante el asunto; cuando habla de Cuba en el período especial (en otro libro suyo, Opción Cero), reconoce la ventaja, para hacer frente a la falta de petróleo, de contar con un Estado liberado del poder capitalista y dotado de algunos instrumentos clave para una respuesta solidaria. Un Estado no capitalista tiene, pues, ventajas; pero ¿cómo se consigue un Estado no capitalista sin revolución?”

6.- No existe análisis de las implicaciones de dos variables de peso considerable: de una parte, restricciones controladas de flujos (agua potable, electricidad, energía, etc.) que deben ser calculadas, gestionadas y previstas a medida que se den series de eventos extremos; de otra parte, el racionamiento equitativo de bienes básicos, desde los alimentos mínimos necesarios para una dieta sana, hasta cuestiones sanitarias elementales (atención médica, medicamentos genéricos, o algo tan humilde como el jabón). Ese análisis pasa por elaborar relaciones extensas, adecuadas a cada sociedad concreta.

7.- La falta de referencia a la organización sistemática, y en ámbitos territoriales concretos (vinculados al punto 4), de la reutilización, el reciclado y el aprovechamiento de materiales no-perecederos actualmente abundantes (vidrio, piezas metálicas, componentes eléctricos, etc.), pero que escasearán a medida que la producción industrial se resienta por las restricciones energéticas en el sector secundario. Una línea de conflictos que ya se están dando camuflados en costes económicos. [5]

En general, las analogías provocan equívocos; la que da título al libro de Héctor y Emilio se hace eco del discurso simplista del incendio que los medios han divulgado ampliamente en favor de las y los jóvenes de la llamada generación Z [6] que protagonizan movimientos como XR y FfF. Aunque los autores reconozcan, página 95, un colapso resultante de una enfermedad degenerativa, no de un incendio, no son comparaciones pertinentes.

Porque el colapso es inevitable y no se puede ni detener, ni apagar, ni revertir, ni conduce a la muerte ni al final; y todo ello se sabe, pero cuesta reconocerlo. No sirve de nada maquillar los datos del IPCC, diseñar transiciones sobre el papel, y escribir, y escribir, y escribir para, afinando el análisis, dejar constancia de la ignorancia sobre la mostrenca realidad. Mejor aceptar lo inevitable, esperar lo mejor (dentro de lo malo) y prepararse para lo peor, actuando desde ya. Lo sabido hasta ahora conduce a reflexiones inquietantes que no deben ser ignoradas [7].

Y aquí estamos. Han sido Héctor y Emilio los que con su valor para asumir riesgos y afrontar críticas y errores, han posibilitado esta amarga combinación de verdad, pesimismo de la razón y optimismo de la voluntad.

 

Notas   

[1] Ver 15-01-2020. Las dos cumbres climáticas de Madrid: contradicciones, insuficiencias y perspectivas. Ferran Puig Vilar. 15.15.15. Revista para una nueva civilización

https://www.15-15-15.org/webzine/2020/01/10/las-dos-cumbres-climaticas-de-madrid-contradicciones-insuficiencias-y-perspectivas/. Más allá de la pertinencia del análisis de la COP25, la segunda parte del artículo es un ejemplo ilustrativo del poder destructivo de la trampa de la diversidad, en cuyo egoísmo chapotean la mayoría de los movimientos alternativos que ocupan espacios informativos en los medios progresistas. Resumiendo, en la COP25 Alternativa se habló de muchas cosas, pero el cambio climático no era el eje central, sólo era la excusa para que cada colectivo contase lo suyo.

[2] Dos referencias más. 06/11/2019. La casa en llamas en lo alto de la cumbre. Antonio Turiel. The Oil Crash. https://www.rebelion.org/noticia.php?id=262135 y 17/07/2019. Green New Deal: solucionar problemas y problematizar soluciones.

https://forotransiciones.org/2019/07/17/green-new-deal-solucionar-problemas-y-problematizar-soluciones/

[3] Como casos limitados, dada la discreción informativa, ver

–  https://elpais.com/economia/2020/01/17/actualidad/1579283374_774737.html y

https://ctxt.es/es/20180801/Politica/21062/tecnologia-futuro-ricos-pobres-economia-Douglas-Rushkoff.htm 

[4] Como ejemplo tomemos un modesto libro, Petróleo, editado en 2019 por Arcadia y MACBA. En él se recogen tres aportaciones de personas de probado compromiso ético: Emilio Santiago Muiño, Yayo Herrero y Jorge Riechmann. Pues bien, sólo el contenido de la primera de las colaboraciones hace referencia al título del libro, las otras dos son reflexiones filosóficas genéricas sobre las transformaciones humanas y socioecológicas que consideran necesarias para un cambio global. En las tres, la desproporción entre contenidos y referencias es abrumadora. La primera ponencia, tiene 52 páginas, con 64 notas a pié de página; sin contar los autores genéricos que se mencionan (Marx, Pasolini, Goethe, etc.) el contenido concreto referencia 20 autores. La segunda aportación tiene 32 páginas, apoyadas en 44 referencias a diversos autores. La tercera, de 38 páginas, menciona a 74 autores dentro de la exposición, y hace 59 referencias más en las 9 páginas de notas al pié. En resumen, un modesto libro divulgativo de 122 páginas de texto útil contiene 241 referencias. Muchas de sus páginas son un enlazado continuo de citas y mas citas, de autores y más autores. No parece el mejor camino para llegar a las personas que desconocen los conflictos que se derivan del colapso.

[5] Ver 22/01/2020 

https://www.eldiario.es/economia/Industria-electrointensiva_0_987601381.html

y antes 10/04/2019

https://www.eldi7ario.es/economia/Industria-aprobar-estatuto-electrointensivos-elecciones_0_887161491.html

y antes aún 07/12/2018

https://www.eldiario.es/economia/industria-electrointensiva-estatuto-propio-junio_0_843766075.html

[6] Ver: https://www.lavanguardia.com/vivo/20180715/45818419326/dia-habilidades-juventud-generacion-z.html y

https://elpais.com/elpais/2019/09/27/buenavida/1569597592_555709.html

[7]  07/01/2020 Adaptación profunda, un mapa para navegar por la tragedia climática

Jem Bendell. http://rebelion.org/docs/264237.pdf

https://www.scientistswarning.org/wiki/deep-adaptation-agenda/ (versión en castellano)

 

[Miguel Muñiz Gutiérrez mantiene la web de divulgación energética http://www.sirenovablesnuclearno.org/]

 

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2020

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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