La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Las cenizas de prometeo. Transición energética y socialismo
Pasado y Presente,
Barcelona,
214 págs.
A. R. A.
Es este un libro imprescindible para pensar el futuro inmediato. Las cenizas de Prometeo es sobre todo una apuesta clara por el ecosocialismo, el socialismo posible y necesario a la luz de lo que sabemos acerca de la crisis ecológica. En el primer capítulo (“Capitalismo y fractura metabólica”) se realiza una presentación precisa de cómo el industrialismo asociado al capitalismo naciente operó un cambio radical en la relación de la especie humana con el medio natural y, como producto de este cambio (que los experimentos de socialismo burocrático no cuestionaron), condujo a la humanidad a una gran inseguridad. La civilización, el producto social más complejo y creativo de la especie humana, puede estar en peligro y, según cómo se aborde la crisis ecológica, puede derivar en barbarie.
El segundo capítulo (“Revertir la fractura metabólica”) muestra la necesidad de emprender un trayecto en otra dirección, hacia una sociedad de dimensión económica adaptada a los límites naturales. Lo interesante del capítulo es que Quim Sempere muestra los dilemas, las dificultades, y trata siempre de optar por la mejor vía.
Una cuestión que vuelve a abordar en el tercer capítulo (“Límites de la Tierra y decrecimiento”), en el que presenta una versión madura de la idea de decrecimiento, lejos de las formulaciones panfletarias, y en el que ofrece una idea fuerza que considero totalmente relevante, la de “frugalidad”, la de una vida deseable no basada en la acumulación consumista (quizá la vida a la que ya apuntaban las reivindicaciones obreras de jornada reducida, de intensa vida social hasta que la irrupción del consumismo abortó una posibilidad alternativa).
El cuarto capítulo (“Por un plan de emergencia”), más que ofrecer un catálogo de medidas que adoptar, es una reflexión sobre la necesidad de reformular las viejas demandas igualitarias en un nuevo proyecto ecosocialista.
El epílogo final (“Una ética de la apuesta”) es una apuesta por evitar la barbarie, por construir una sociedad vivible. En sus propias palabras: “La única salida racional que nos queda es la apuesta: ante la servidumbre insalvable, apostar por la supervivencia, la vida, la fraternidad. Y apostar en serio, con una acción debidamente informada por el mejor conocimiento a nuestro alcance. Si lo hacemos, siempre podemos pensar que aumentan las probabilidades de una salida buena, sabedores, además, de que hemos hecho lo posible a nuestro alcance. Y esto basta y sobra para justificar la apuesta”.
Sobran los comentarios. Vale la pena la lectura y vale la pena realizar un debate colectivo sobre el contenido.
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2019