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Javier López Facal

Catón el viejo y el Dr. Johnson, dos notables cascarrabias

Dijo Catón que los ladrones de lo público viven en el oro y el Dr. Johnson que el patriotismo es el refugio de los sinvergüenzas.

 

Catón el censor parece ser que era un político de armas tomar y al que era preferible no llevar la contraria porque, según cuentan, sus inquinas eran tan intensas como duraderas. Aborrecía a los griegos en general, que le parecían unos pijos decadentes y presuntuosos, siempre dando lecciones de todo e introduciendo las modas más decadentes e inmorales.

Su odio a Cartago era proverbial y su eslogan político o profecía autocumplida, machaconamente repetida, del delenda est Carthago, “hay que destruir Cartago”, acabó consumándose con su propia participación, espada en mano.

Los discursos de Catón en el Senado eran antológicos, pero hoy apenas conservamos más que fragmentos de ellos. En uno que se titulaba De praeda militibus dividenda, o sea, “del botín a dividir entre los soldados”, constataba ante sus colegas que fures privatorum in nervo atque in compedibus aetatem agunt, fures publici in auro atque in purpura, “los ladrones de bienes privados se pasan la vida con cadenas y en cárceles, los ladrones de lo público en el oro y la púrpura”, reflexión que no resultó del agrado de todos los senadores presentes.

Cuenta, por otra parte, el biógrafo Boswell que el Dr. Johnson le dijo en cierta ocasión aquello de que Patriotism is the last refuge of a scoundrel, “el patriotismo es el último refugio del sinvergüenza”, una generalización que igual resulta un poco exagerada.

Traigo a colación estas dos frases, pronunciadas en su día por sendos grandullones tronitonantes y malhumorados, con motivo de tantos implicados en lo del Palau, el 3 per cent, la Púnica, la operación Lezo y de otros fures publici, (presuntos) “ladrones de lo público”, cuyos objetivos declarados eran, o bien “reforzar el sentimiento de que España es una gran nación” (Fundación 2 de mayo, fundada por doña Esperanza Aguirre en 2007) o bien, l´excel·lencia, la participació, el compromís social i la catalanitat de que hacía gala el Palau.

La patriótica fundación madrileña acabó resultando ser un silo de dinero negro, mercancía de cuya gestión eran aparentemente maestros consumados los señores Granados, Ignacio González y otras ranas de la fauna madrileña de la señora Aguirre.

Si nos desplazamos unos kilómetros hacia el este, al otro lado del meridiano de Greenwich, cuando el 31 de mayo de 1984 unos ¿300.000? enfervorizados manifestantes arroparon al recién reelegido molt honorable President de la Generalitat en ruidosa protesta contra la querella de la Banca Catalana, el señor Pujol les advirtió de que “con Catalunya no se juega”, ocultando ya entonces el aurum de la hucha familiar mediante la púrpura de la patria, ese último refugio de no pocos (presuntos) sinvergüenzas.

Permítanme que rinda hoy desde aquí un tardío homenaje a estos dos cascarrabias, el censor Catón y el doctor Johnson por su apasionada e inútil denuncia de la corrupción pública. Hoy, que estamos mucho más adelantados, dónde va a parar, sabemos que esas denuncias no sirven absolutamente para nada.

 

[Fuente: la lamentable] 

[Javier López Facal es Profesor de investigación a.h. del CSIC]

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2017

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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