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Notas

¿Puede haber una policía (más o menos) democrática? El doble linchamiento del major Trapero

Por un proyecto de salvación pública ante el desastre climático y ecológico

Coronavirus, vertederos y otras catástrofes

¿A qué juega el feminismo?

No actuar contra la extrema pobreza sí es «antisistema»

No es un pin, es un pam a la escuela pública

La cárcel contra la salud

Cuadrar el círculo

De lucha y de gobierno

Ni incendio ni enfermedad degenerativa

La «Ley Aragonès» como síntoma del paso del estado social al estado regulador y de beneficencia

Cataluña: «¡A por ellos!» versus «Marxem!» («¡Nos vamos!»)

¿Nos jugamos el futuro a la ruleta rusa?

Desafíos ineludibles

Tras el fracaso de la COP25: política y economía

COP25. El show terminó

Pasos hacia una política antisexista

Cinco tesis sobre el procés

Feminismos

La política migratoria en la UE y la crisis de la democracia

De recesiones y monopolios

Espejos deformantes

Reflexiones sobre un tiempo aciago: neoliberalismo y estado de excepción en Sudamérica

Colapso, resiliencia parcial, estado-nación

Chile y las inevitables consecuencias de la desigualdad

Dos debates actuales: empleo y desigualdades territoriales

Rehenes de Europa

Los derechos sociales a subasta

Al borde del precipicio

Sobre etiquetas «rojipardas» e «izquierdasfucsias», y sobre los conflictos que se busca silenciar

Indicios que dan miedo

Sobre la desobediencia incivil, con una propuesta

Dejémosles que se ahoguen

Una acotación al margen del procés

¿Vamos a proponer algo ante una nueva recesión?

El interminable «procés»

Neoliberalismo: una estrategia de guerra invisibilizada

Al hilo del centenario de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)

La energía nuclear va ocupando su lugar en el mundo

Greta y Donald actúan en la ONU

Otoño caliente

El «manifiesto ecosocialista» treinta años después

De elecciones, gallinas y tareas pendientes

Economistas perplejos

¿Recurrencias?

La principal conversión que los condicionamientos ecológicos proponen al pensamiento revolucionario consiste en abandonar la espera del Juicio Final, el utopismo, la escatología, deshacerse del milenarismo. Milenarismo es creer que la Revolución Social es la plenitud de los tiempos, un evento a partir del cual quedarán resueltas todas las tensiones entre las personas y entre éstas y la naturaleza, porque podrán obrar entonces sin obstáculo las leyes objetivas del ser, buenas en sí mismas, pero hasta ahora deformadas por la pecaminosidad de la sociedad injusta.

Manuel Sacristán Luzón
Comunicación a las jornadas de ecología y política («mientras tanto», n.º 1, 1979)

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