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Notas

En la muerte de Arcadi Oliveres

Atropellos paisajísticos

La ofensiva de las derechas

Nota sobre los Relatos de Kolimá, de Varlam Shalámov

¿Es necesaria la escuela concertada?

mientrastanto.e llega al número 200

Proteger a quien protege

La ley trans que viene

Capitalismo esclerótico. Balance de dos décadas

Una luchadora. En memoria de Almudena Grandes

Algunos discursos sobre la (in)migración

Guerras de papel sobre el 23-F

Economía de la frustración: la necesidad de repensar lo económico

Recuperar feminismo

Catalunya: seguimos en la noria

Tele-Educación

Certezas e incertidumbres

Público-privado: tropezar con la misma piedra

Elecciones catalanas, líos, trampas y riesgos

Las exportaciones de armas y la fortuna de Juan Carlos I

Bonjour le tyran

¿Un año post?

Next Generation a la española

Un pontífice sorprendente

Pandemia, crisis ecológica, capitalismo y elecciones catalanas

¿Religiones en la escuela?

Educación e igualdad

Presupuestos y reconstrucción

Cómo construir «víctimas ficticias» en nombre de las libertades sexuales de las mujeres

Las mujeres son el germen del movimiento popular argelino

El presupuesto de Defensa y las inversiones en armas

Identidades

Marcelino Camacho

Sube la tensión

La crisis laboral: Covid y estructura

Entre la dignidad y la humillación

Notas sobre el Hirak argelino

Frente a la precariedad de las trabajadoras del hogar y del cuidado... ¡Acción política!

Mario Molina (1943-2020)

Señales de peligro

Monotonía... tras los cristales

Innovación para los bolsillos

Explotación, precarización y COVID

Concentración de capital y pobreza: de la Caixa al Ingreso Mínimo Vital

Dos derechas y una izquierda débil

La principal conversión que los condicionamientos ecológicos proponen al pensamiento revolucionario consiste en abandonar la espera del Juicio Final, el utopismo, la escatología, deshacerse del milenarismo. Milenarismo es creer que la Revolución Social es la plenitud de los tiempos, un evento a partir del cual quedarán resueltas todas las tensiones entre las personas y entre éstas y la naturaleza, porque podrán obrar entonces sin obstáculo las leyes objetivas del ser, buenas en sí mismas, pero hasta ahora deformadas por la pecaminosidad de la sociedad injusta.

Manuel Sacristán Luzón
Comunicación a las jornadas de ecología y política («mientras tanto», n.º 1, 1979)

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