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Notas

Comercio de armas y secreto de estado

Educación para la Ciudadanía igual a Educación Socialsecreto

Grand Prix de la inconsciencia

Frontex, el instrumento del egoísmo colectivo de la Europa rica

Tras las elecciones municipales y autonómicas

Teatro de Variedades

Sociedad civil catalana, infraestructuras y crisis de la democracia: algunos cuentos chinos

La buena periodista

Las mujeres trabajadoras frente al derecho

¡Viva el Primero de Mayo!

Curso de economía recreativa

El suicidio en España

Terrorismo y antiterrorismo en España

La multinacional vaticana

Notas para la Luna de Abril

Hacia las lunas de marzo

El largo camino hacia la igualdad de género

Los vuelos secretos de la CIA en la UE

Informe Salud y género 2005

Okupas de pisos en Barcelona: leyendas urbanas y criminalización social

Alcorcón en cada barrio

El argumento bomba

Comentarios en la muerte de Pinochet

Sobre la Ley de la Memoria Histórica

Air Madrid: el sueño de los vuelos baratos

El Bloc de Notas de las Navideñas Navidades

La elitización de la universidad en Europa

Contra la judicialización de la política

El puzzle catalán

De desórdenes públicos, supuestas guerrillas urbanas y otras cosas

¿Guerra civil en Irak?

El gobierno Maragall premia con la Creu de Sant Jordi los despidos masivos de obreros

La reforma de IRPF

La conquista de la luz

Una trabajadora doméstica, ministra del gobierno boliviano

La incapacidad de la política, la política de la incapacidad

Cajón Desastre

Cajón Desastre

Prohibamos la publicidad comercial

Movilizaciones de jóvenes

La complicidad europea

Cajón Desastre

VI Memorial Octavi Pellissa

Reformas y distribución de la renta

Política-ficción en torno al Estatut

La principal conversión que los condicionamientos ecológicos proponen al pensamiento revolucionario consiste en abandonar la espera del Juicio Final, el utopismo, la escatología, deshacerse del milenarismo. Milenarismo es creer que la Revolución Social es la plenitud de los tiempos, un evento a partir del cual quedarán resueltas todas las tensiones entre las personas y entre éstas y la naturaleza, porque podrán obrar entonces sin obstáculo las leyes objetivas del ser, buenas en sí mismas, pero hasta ahora deformadas por la pecaminosidad de la sociedad injusta.

Manuel Sacristán Luzón
Comunicación a las jornadas de ecología y política («mientras tanto», n.º 1, 1979)

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