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Notas

¡No al préstamo de pago en bibliotecas!

La izquierda española: ¿un final o un principio?

¿Hay un camino a la izquierda?

Curso de economía recreativa

El “falso autónomo” ya es legal

Es perden les batalles que no es donen

¿Por qué voy a votar?

Juana la Loca e IU

Preguntas de un lector de periódicos

"Dejar de molestar a las empresas": la versión catalana de la directiva Bolkestein

Los valores entre rejas de Obama

España ha dejado de ser católica

El "katakrak" bursátil

Derechos en la niebla

Izquierda Unida en invierno

XI Jornadas de Economía Crítica. Bilbao, 27-29 de marzo de 2008

A vueltas con el neoconservadurismo

En la muerte de Josep Guinovart

Las agencias de rating y la crisis financiera

Deseos para un año incierto

"Die Stille vor Bach": el momento de la verdad

La Ley de ocultación de las ventas de armas

Microhistoria de la Barbarie: noviembre 2007

"¿Por qué no te callas?", o la colonialidad del poder

Greg Palast en apuros

Mujer y ciudadanía

Crónicas de la Barbarie: Octubre de 2007

¿Ernesto Guevara fue un “caudillo”?

El AVE de mal agüero

Curso de economía recreativa

La SGAE demanda a la revista literaria "Quimera"

¿La Iglesia católica versus ciudadanía?

Venezuela en la encrucijada

Cuando la crítica quema

El rey súbdito

Enfermos mentales, discapacitados y orden público

Colombia: dos varas de medir el terrorismo

Sobre “La izquierda y el pacifismo”, de J.-R. Capella

Crónicas de la Barbarie: julio y agosto 2007

El acoso inmobiliario como vulneración del derecho a la vivienda

Salarios devaluados

Bullshit

Crónicas de la Barbarie: Junio de 2007

Un modelo energético 100% renovable

Cuatro décadas con Marat-Sade

La principal conversión que los condicionamientos ecológicos proponen al pensamiento revolucionario consiste en abandonar la espera del Juicio Final, el utopismo, la escatología, deshacerse del milenarismo. Milenarismo es creer que la Revolución Social es la plenitud de los tiempos, un evento a partir del cual quedarán resueltas todas las tensiones entre las personas y entre éstas y la naturaleza, porque podrán obrar entonces sin obstáculo las leyes objetivas del ser, buenas en sí mismas, pero hasta ahora deformadas por la pecaminosidad de la sociedad injusta.

Manuel Sacristán Luzón
Comunicación a las jornadas de ecología y política («mientras tanto», n.º 1, 1979)

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