Skip to content

Notas

Una "lección de cosas"

Las expulsiones de ciudadanos europeos de etnia gitana

Cuaderno de crisis / 21

Cajón Desastre

Carta al jefe del Estado español

Una investigación pendiente

Por la recuperación del derecho laboral como elemento de justicia e igualdad

Nuestro problema

Cuaderno de crisis / 20

Cajón Desastre

Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra

Un estreno

18 Muestra Internacional de Cine de Mujeres de Barcelona

Saramago

Perú: ¿línea de fractura en América Latina?

Desde mi barrio, 3

Resistencia y sueños

Cuaderno de crisis / 19

Informaciones

La CIA admite la falsificación de videos sobre Bin Laden

Desde mi barrio, 2

Un comentario marginal sobre corrupción y delito económico

... Y la amenazante reforma laboral

Cuaderno de crisis / 18

El mecanismo europeo de estabilización o la latinoamericanización de Europa

El porvenir del ajuste duro

Manifiesto: "En la tradición de justicia democrática"

La última pirámide

Italia: después de las eleccions

La nueva ley de extranjería

Samaranch: la Transición

Unas preguntas provocativas

Cuaderno de crisis / 17

La crisis de la Unión Europea y Julio Anguita

Carta abierta a los compañeros del PCE a propósito del gobierno cubano

Desde mi barrio, 1

Grecia y España: crisis y gasto militar

Cuaderno de crisis / 16

¿Es necesario un cambio cultural profundo para superar la crisis ecológica?

La energía, problema central de la economía española

Nota informativa de Justícia i Pau

XII Jornadas de Economía Crítica

Tormenta en Grecia, calma chicha en Bruselas

Tras las cenizas de Copenhague

Cuaderno de crisis / 15

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

+