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Notas

Chernóbil 2016 en Ucrania, sus alrededores y en España

Ni soberanía ni democracia: noticia de la ley de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera

Los desahuciados del mundo

Adiós a la política del hijo único en China

Bilateralidad, pérdida de soberanía y secretismo

¿Alguien tiene alguna propuesta?

Del pensamiento único a la autoridad competente

¿Cuidan los hombres de sus mayores?

El hundimiento moral de Europa

El precariado, ¿clase social o división ficticia de la clase trabajadora?

Cambiar el país

Por una Iniciativa Legislativa Popular para pedir el cierre ordenado y urgente de las centrales atómicas en España

Billetes de 500 euros a 4 pesetas

De pactos y referéndum

La Europa de los mercados y la ciudadanía

El parto de los montes

El posicionamiento político del Consejo de Seguridad Nuclear en el caso Garoña y su importancia como precedente

Fukushima, cinco años de catástrofe nuclear de alcance mundial

Atómicas. El 2016 comienza con un nuevo capítulo del “culebrón” Garoña

¿Por qué no sobrevivió el homo sapiens?

La conferencia de Paris de 2015 sobre cambio climático (COP21): cambios de actitudes y una oportunidad perdida

El pacto catalán: una interpretación

¿El puente de los terroristas?

Cambio climático y ciudadanía consciente

La crisis traslada el escenario

Sobre el poder sin límites

La amenaza europea y el nuevo gobierno

Preguntas tras las elecciones

La muerte digna en Galicia, el caso Andrea

La cumbre del clima de París y la transición energética

COP21 de París. The show must go on

Modernización del armamento nuclear mundial

En la piel del yihadista

De qué les pediría que hablaran a mis candidatos electorales

Independentistas contra el derecho a decidir

El Informe Schneider y el trabajo contra las nucleares, o quien no se consuela es porque no quiere

Pasolini y Citti

Las guerras de nuestro tiempo

Bombardeos, atentados, bombardeos...

El "efecto boomerang": quien causa un mal económico acaba obteniendo un beneficio adicional

Fracturas paralizantes

Sobre conflictos escenificados y conflictos reales

Siempre les va a quedar París

Si algo puede ir mal... pero...

Elecciones catalanas. Una reflexión a pie de urna

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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