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Notas

A golpe de ordenanza

«El historiador debe ayudar a la gente a pensar»

Cuando el problema resulta ser un conflicto

Cinco mil quinientos millones

Nota sobre el referéndum acerca de la reforma constitucional de Matteo Renzi

Sobre el “no” al acuerdo de paz en Colombia: ¿una amnistía inaceptable?

Cuestiones de encaje

El ecologismo y sus zonas de confort

La animada vida de las estatuas

Entre todos las matamos

La desobediencia y Catalunya

La izquierda, excluida

El gran titiritero

Filtraciones, geopolítica y el sistema de resolución de conflictos del TTIP

Otra vuelta de tuerca: de mercado laboral y especulación inmobiliaria

De órdagos, bloqueos y alternativas

Resurgimiento o declive de la energía nuclear

No sólo de impunidad vive el hombre. También el Estado

La hipocresía de la Patria X

Los servicios del CSN a la industria nuclear (2)

Punto muerto: postales veraniegas

Los servicios del CSN a la industria nuclear

Relatos ganadores

El debate sobre el republicanismo populista

Aborto, zika y derechos de la mujer

Unidos Podemos: candidaturas u opción duradera

La despolitización de la Justicia, una asignatura pendiente

Lionel Messi: ¿héroe o villano?

No todos los malos son Darth Vader

Una decepción más que un fracaso

Brexit: otro lío europeo

Energía y poder: una visión ecologista

Sobre la distopía del euro

Ventana Cerrada

Elecciones, reflexiones, renovaciones, acciones... y Fukushima al fondo

Corrupción en las ventas de armas españolas a Angola

El retorno del jedi oscuro: de bancos, recortes y Seguridad Social

Hambre cero, inversiones. ¿Y ahora qué?

Los papeles de Panamá: la punta del iceberg

Breve entrevista a Eiji Oguma

Garoña en el mapa de conflictos

Unidos podemos

Dilemas y prácticas políticas: panorama electoral y gestión municipal

Vuelven las turbulencias

El PIN, un avance de la estrategia pronuclear europea

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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