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Notas

La normalización fracasa

Juicios poco ejemplares

Educar no es una tarea fácil

La desigualdad es violencia

Poder económico y crisis en España

Pactos de silencio

Ciudades, sostenibilidad, futuro

Democracias

Inicio de la ofensiva pro-nuclear. Crónica de febrero

Vivir del arte

La contaminación catalana

El país dels comuns

El 2017 y las nucleares en España, crónica de enero

Lo más duro...

Empleo y condiciones de trabajo en la "recuperación"

CTD, 1976-2017

A las compañeras y compañeros del magisterio

El factor humano

Desigualdad, inversión y especulación: a propósito de Zara

Tres notas sobre la dimisión de Renzi y la crisis italiana

Lo viejo y lo nuevo

2017, año decisivo para la energía atómica en España

Wonder Woman: una superheroína embajadora de la ONU

Pablo Iglesias y los feminismos

Mujer y religión

Al ataque de las pensiones

Trump, Castro y nosotros

Las raíces históricas de la victoria de Trump

Las indemnizaciones en contratos temporales y la reforma laboral que se avecina

¿Almaraz es una grieta?

En la muerte de Fidel Castro

A golpe de ordenanza

«El historiador debe ayudar a la gente a pensar»

Cuando el problema resulta ser un conflicto

Cinco mil quinientos millones

Nota sobre el referéndum acerca de la reforma constitucional de Matteo Renzi

Sobre el “no” al acuerdo de paz en Colombia: ¿una amnistía inaceptable?

Cuestiones de encaje

El ecologismo y sus zonas de confort

La animada vida de las estatuas

Entre todos las matamos

La desobediencia y Catalunya

La izquierda, excluida

El gran titiritero

Filtraciones, geopolítica y el sistema de resolución de conflictos del TTIP

La principal conversión que los condicionamientos ecológicos proponen al pensamiento revolucionario consiste en abandonar la espera del Juicio Final, el utopismo, la escatología, deshacerse del milenarismo. Milenarismo es creer que la Revolución Social es la plenitud de los tiempos, un evento a partir del cual quedarán resueltas todas las tensiones entre las personas y entre éstas y la naturaleza, porque podrán obrar entonces sin obstáculo las leyes objetivas del ser, buenas en sí mismas, pero hasta ahora deformadas por la pecaminosidad de la sociedad injusta.

Manuel Sacristán Luzón
Comunicación a las jornadas de ecología y política («mientras tanto», n.º 1, 1979)

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