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Notas

¿La crisis ecológica llama a la puerta?

A vueltas con la tortura en España

El folletin catalán

Los "Paradise Papers" en cuatro actos

Hipótesis de un futuro nuclear: 2

Enric Prat de la Riba y el artículo 155

Violencia de género y violencia sistémica

Educación, instrucción y adoctrinamiento

Rosa Luxemburg en el movimiento revolucionario y en la II Internacional: sus críticas a Lenin y a la revolución rusa

Ni 155 ni DUI. ¿Y después?

Hipótesis de un futuro nuclear: 1

Exigencias para una sociedad que se quiera democrática

¡Ay de la necesidad de héroes!

El instante decisivo

Incendios forestales en Galicia: un problema político estructural

¿Y ahora qué?

La memoria que olvida: entre lo personal y lo colectivo

Y el tribunal europeo de derechos humanos habló: las devoluciones en caliente son ilegales

La tragicomedia nacional

Nucleares en septiembre: tic, tac, tic, tac, tic, tac...

Fukushima, y Japón, fuera de temporada

¿Agencia Tributaria española o catalana?

Obituario: Toni Domènech

El fin de la crisis: algunos interrogantes

No tenim por: voces y silencios tras el atentado

Semántica de 'comunista'

Sus guerras, nuestros muertos

Julio y agosto, energéticos y nucleares

¿Hombres feministas?

El Kurdistán iraquí: ¿una nueva realidad política?

Gabinete de engendros del Dr. Caligari

25 años sin Octavi Pellissa (1935-1992)

Contra la impunidad del franquismo, segunda vuelta (II)

Energía nuclear y retroceso democrático

Cierres nucleares y cierres nucleares virtuales. Suiza y Bélgica como ejemplo

De burbuja en burbuja

Catalunya: ¿estación término?

Es necesario replantearse el modelo migratorio

Decrecimiento, redistribución, fiscalidad

Las sirenas y los referéndums unilaterales no existen

Contra la impunidad del franquismo, segunda vuelta (I)

Stagers y Kellys: precariedad y clase obrera

Fútbol e impuestos: el caso de Cristiano Ronaldo

El control del tiempo de partido

La resistencia se moviliza y la industria nuclear se blinda

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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