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Notas

Incendios forestales en Galicia: un problema político estructural

¿Y ahora qué?

La memoria que olvida: entre lo personal y lo colectivo

Y el tribunal europeo de derechos humanos habló: las devoluciones en caliente son ilegales

La tragicomedia nacional

Nucleares en septiembre: tic, tac, tic, tac, tic, tac...

Fukushima, y Japón, fuera de temporada

¿Agencia Tributaria española o catalana?

Obituario: Toni Domènech

El fin de la crisis: algunos interrogantes

No tenim por: voces y silencios tras el atentado

Semántica de 'comunista'

Sus guerras, nuestros muertos

Julio y agosto, energéticos y nucleares

¿Hombres feministas?

El Kurdistán iraquí: ¿una nueva realidad política?

Gabinete de engendros del Dr. Caligari

25 años sin Octavi Pellissa (1935-1992)

Contra la impunidad del franquismo, segunda vuelta (II)

Energía nuclear y retroceso democrático

Cierres nucleares y cierres nucleares virtuales. Suiza y Bélgica como ejemplo

De burbuja en burbuja

Catalunya: ¿estación término?

Es necesario replantearse el modelo migratorio

Decrecimiento, redistribución, fiscalidad

Las sirenas y los referéndums unilaterales no existen

Contra la impunidad del franquismo, segunda vuelta (I)

Stagers y Kellys: precariedad y clase obrera

Fútbol e impuestos: el caso de Cristiano Ronaldo

El control del tiempo de partido

La resistencia se moviliza y la industria nuclear se blinda

De trenes que chocan y represiones previsibles

In memoriam: Enrique Álvarez Cruz

La cuestión del paro estructural

Desmasculinizar

Maniobras nucleares en las «altas esferas». Crónica de abril

La gestión de la participación ciudadana

Huelga general en Brasil

¿Hacia dónde camina Francia?

Los Papeles de Panamá, un año después

Gràcies, Lluís Llach!

La cuestión europea y nosotros

Anticapitalismo y nueva izquierda

Trumpxit, Brexit: el soberanismo neoliberal

Fukushima 2017 y nucleares en primer plano. Crónica de marzo

La principal conversión que los condicionamientos ecológicos proponen al pensamiento revolucionario consiste en abandonar la espera del Juicio Final, el utopismo, la escatología, deshacerse del milenarismo. Milenarismo es creer que la Revolución Social es la plenitud de los tiempos, un evento a partir del cual quedarán resueltas todas las tensiones entre las personas y entre éstas y la naturaleza, porque podrán obrar entonces sin obstáculo las leyes objetivas del ser, buenas en sí mismas, pero hasta ahora deformadas por la pecaminosidad de la sociedad injusta.

Manuel Sacristán Luzón
Comunicación a las jornadas de ecología y política («mientras tanto», n.º 1, 1979)

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