Skip to content

De otras fuentes

El régimen y el sistema

Refugiados: el drama que no cesa

Sobre el Plan B. Intervención en la reunión del Plan B en París

Entrevista a Ignacio Ramonet

En la lucha contra la corrupción estamos en situación crítica

La peste de la corrupción y el gobierno de progreso

En defensa del 15M, pongamos fin al “modo en espera"

Los titiriteros y la ficción de la democracia

Un acto masivo contra la criminalización del derecho de huelga

Educación y profesorado

Un apunte para la resurrección

Una brecha en el patriarcado: Louise Michel

Libre determinación

Agustín Moreno, el maestro de la reivindicación

Privatizar la política

Hoy se cumplen 32 años de la decisión de un hombre que salvó al mundo y que nadie conoce

Rajoy y los persas

Breve contracatálogo de derechos humanos

Un tren sale de Vladivostok en dirección al abismo...

Reflexiones sobre el Estado Islámico con el coronel Pedro Baños

Trabajo, subsidios y renta básica

Educar con la tribu o a destajo

Apuntes para una reforma constitucional

EPA 3º Trimestre: menos empleo y más precariedad

Entre dos nacionalismos

La izquierda sin ilusiones

Historia y memoria. La ausencia de una cultura republicana

Colau, Carmena y las nuevas figuras de lo común

Los móviles, una adicción social

Das Auto

Encuentro Internacional por la Salida del Euro (Barcelona, 10-11 de octubre de 2015)

Análisis del documento de bases sobre la transición energética catalán

Hacia una democracia de lo común

Por un plan B en Europa

¿Qué podemos aprender del chantaje al gobierno de Syriza?

A la llana y sin rodeos

La lógica del campo de concentración

El mito de la independencia del banco central

Cuando el poder popular sale del armario

¿Es el euro compatible con la Europa social?

El teatro de Ciudadanos

24-M: victorias, derrotas y futuro electoral

24M: para que otra democracia sea posible

La Ciudad de los Prodigios de Barcelona en Comú

Por el cambio educativo

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

+