La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Las estructuras sociales de la economía
Anagrama,
Barcelona,
285 págs.
Las estructuras sociales de la economía. Traducción Thomas Kauf
Antonio Giménez Merino
El libro desmonta los dogmas principales sobre los que se sustenta la visión ahistórica dominante de la ciencia económica (la confluencia natural entre oferta y demanda, el interés económico como pauta de todos los operadores económicos, la racionalidad de la mentalidad calculadora, etc.) a partir de la idea de que el mundo social está enteramente presente en cada acción económica. Para ello, Bourdieu toma como objeto de estudio el mercado de la vivienda en Francia. Caso que muestra la dependencia de este potente sector económico de aspectos tan poco naturales como las políticas estatales en esta materia, la presión de los grandes grupos inmobiliarios y financieros, o la imagen de prosperidad asociada a la vivienda en propiedad que propaga sistemáticamente la televisión. Se muestra así el carácter contingente de las pautas actuales de valoración y percepción de la economía.
Antonio Giménez Merino
4/2003
4 /
2003