La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Charles Simic
Guerra
El dedo tembloroso de una mujer
Recorre la lista de bajas
La noche de la primera nevada.
La casa está fría y la lista es larga.
Todos nuestros nombres están incluidos.
Miedo
El miedo pasa de hombre a hombre
Sin saberlo,
Como una hoja pasa su estremecimiento
A otra.
De golpe todo el árbol tiembla,
Y no hay rastro del viento.
Enero
Huellas de niños
En una ventana helada
De una pequeña escuela.
Un imperio, leí en algún sitio,
Se mantiene mediante
La crueldad de sus prisiones.
[Charles Simic —originalmente Dušan Simić— (1938-2023) fue un poeta, ensayista y traductor serboestadounidense. Nacido en Belgrado, su infancia estuvo marcada por la II Guerra Mundial. En 1954 emigró con su familia a EE. UU. Entre otros galardones, recibió el Premio Pulitzer de Poesía en 1990.]
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3 /
2024