La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Jon Juanma
In time, comunismo made in Hollywood
Crítica de la película de Andrew Niccol, Justin Timberlake y Amanda Seyfried
En “La ideología alemana”, Karl Marx y Friedrich Engels afirmaban que “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época” o lo que es lo mismo que: La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente. [1]
En esta reflexión voy a intentar demostrar porqué el filme norteamericano In Time (“A tiempo” o “El precio del mañana” [2], de Andrew Niccol actualmente en las carteleras), a pesar de la utilidad general de la citada premisa marxista, es una de las películas hollywoodienses con un mensaje más revolucionario de todas las realizadas hasta la fecha en la historia del cine. Pero, ¿cómo es posible que Hollywood, la misma industria que ha sido epicentro de gran parte de la propaganda capitalista desde hace casi un siglo, produzca ahora una película blockbuster que sea casi tan revolucionaria como el Manifiesto Comunista? Analicemos y entendamos el fenómeno desde lo que pretende ser una aportación a la teoría marxista de la cultura, la ideología y las industrias culturales. Aportación que en ningún momento pone en cuestión la validez tendencial de la cita reproducida de Marx y Engels, sino que intentará corregir algunas interpretaciones mecanicistas que no hacen sino metahistorizar y empobrecer la herramienta marxista para la revolución social.
Comencemos con el guión de la película: estamos en el año 2161, los humanos han sido modificados genéticamente de tal modo que al cumplir 25 años un temporizador vital visible en sus antebrazos comienza la cuenta atrás, si bien su apariencia física queda atrapada en la juventud a pesar de que puedan vivir longevamente. A partir de ese momento, deben conseguir tiempo si no quieren que el crono llegue a cero y mueran. El tiempo es el dinero del futuro, la nueva divisa que simboliza el valor de cambio. Se gana tiempo trabajando y se pagan los bienes y servicios de la misma forma. De este modo el cronómetro genético se va actualizando a medida que uno desembolsa o ingresa la nueva moneda temporal. En este futuro distópico la sociedad está dividida de manera brutal por tres clases: los super ricos (muy pocos), los acomodados (pocos) y los pobres (mayoría). Los pobres tienen poco tiempo y deben estar continuamente trabajando a gran velocidad si no quieren morir jóvenes (lo cual sucede frecuentemente). Los ricos pueden llegar a acumular cientos y hasta miles de años, siendo prácticamente inmortales y aprovechándose del excedente productivo que extraen a los pobres asalariados.
El protagonista de la trama es un obrero (de fábrica para más inri) llamado Will Salas (Justin Timberlake) que ve morir a su madre prematuramente ante su imposibilidad de pagar las deudas y la constante subida de precios con los que la élite gobernante asfixia a la clase obrera. De repente, la vida de Will cambia radicalmente cuando se encuentra a un rico borracho en un bar de los suburbios. Unos atracadores intentan dejarlo sin dinero (sin vida) pero Will lo salva y éste a cambio le hace una revelación: no tiene sentido vivir para siempre y la inmortalidad de los ricos se basa en la alta mortandad planificada de los pobres: “Para que unos pocos sean inmortales, muchos han de morir”. La metáfora con nuestro sistema es evidente. Seguidamente el rico (el atractivo M.Bomer) se suicida sin que Will pueda evitarlo y minutos antes, mientras dormía, le regala un siglo de vida al verse impresionado por su buen corazón y sus ganas de vivir. Con este dinero el protagonista decide ir más allá de los suburbios, que están separados por varias aduanas infranqueables para todo aquel que no tenga dinero. De este modo conoce el barrio de los más ricos entre los ricos, los que tienen el verdadero poder: el distrito de New Greenwich [3]. De este modo Will comenzará una aventura que le hará comprender los límites del sistema y las posibilidades revolucionarias para derrocarlo mientras lucha por su propia supervivencia junto a Sylvia (A.Seyfried), la hija rebelde de un magnate de las financias de New Greenwich.
El filme está repleto de enseñanzas revolucionarias, marxistas, obreristas e internacionalistas. Por ejemplo, al colocar el tiempo como Tiempo de Trabajo Socialmente Necesario (TTSN) [4] para la generación de valor en las mercancías y la extracción de plusvalor por parte de los capitalistas, el filme destaca la importancia del espacio-tiempo como centralidad en la lucha de clases. La película también contiene una crítica explícita a la ideología neoliberal, que en un diálogo entre el protagonista con el magnate Weis, uno de los malos, éste defiende el sistema como “capitalismo darwinista” justificando y apoyando la conocida sentencia del darwinismo social de corte liberal que afirma que “sólo los más fuertes sobreviven”. Por otra parte el protagonista, en contraposición, sentencia en una escena: “Nadie debe ser inmortal si sólo una persona ha de morir”, ergo nadie debe ser rico materialmente si una sola persona no puede tener satisfechas sus necesidades vitales. Crítica definitiva a nuestro sistema. Más adelante, Will y Sylvia plantean varias veces cuando van a robar los bancos de tiempo que lo que van a hacer no es robar cuando el tiempo (dinero) se le quita a los primeros ladrones (el famoso “expropiación de los expropiadores” por el que aboga el Manifiesto Comunista) [5]. Además, la figura del “esquirol/traidor de clase” es representada por dos personajes: el guardián de tiempo Murphy y el mafioso “minutario” Fortis que aparecen como traidores a su clase, ya que los ambos nacieron en el gueto, pero viven de explotar a sus habitantes. El propio Fortis, reconoce su papel y el de su banda cuando ante Will afirma que la policía le permite delinquir libremente porque mantiene el sistema controlado al solamente atracar y asesinar a los de su clase. Por otra parte, ahondando entre las similitudes flagrantes del mundo distópico de la película con el sistema capitalista, nos encontramos con las aduanas que separan los mundos de In Time donde para franquearlas se debe pagar un alto importe sólo accesible a los capitalistas. Este elemento es muy interesante, porque en la película se afirma que no hay una prohibición legal de cruzarlas “libremente” para nadie, pero cuando Will, un obrero, lo hace (con dinero), saltan todas las alarmas del sistema en la figura del guardián de tiempo (el cuerpo represor). O sea: no hay prohibición legal pero sí imposibilidad real para la fuerza de trabajo = libertad casi total de movimientos para el capital, opresión y restricciones para la fuerza laboral (aduanas, permisos de residencia y laborales, ciudadanos de segunda con derechos amputados, etc). Otro momento importante de In Time acontece cuando se afirma que el problema no es que Will y Sylvia estén robando dinero, sino que el “crimen” radica en que lo están regalando poniendo en peligro la viabilidad del sistema en su conjunto, permitiendo que los obreros, aunque sea momentáneamente tengan tiempo para algo más que producir. En otra vertiente, una parte muy humanista a destacar dentro del mensaje anticapitalista de la película que lima las interpretaciones marxistas más sectáreas, sanguinarias y mecanicistas se produce cuando Will contesta a Sylvia sobre si él la odia por pertenecer a la clase explotadora que pertence y responde que no, que nadie tiene culpa de nacer donde nace. O sea, nadie elige desde que lugar comenzar “la partida”. Este mensaje es muy importante porque Marx apuntó muchas veces que cuando criticaba despiadadamente a los capitalistas, lo hacía como miembros abstractos de una clase, no como personas.Pueden existir algunos capitalistas que hagan más por la revolución que muchos obreros, como fue el caso de Engels, sin el que Marx no podría haber sido lo que fue y nosotros no podríamos disfrutar de su impresionante legado revolucionario. Por tanto, lo importante no es dónde naces, sino qué haces con lo que te viene dado. Un mensaje profundamente emancipador.
Hasta aquí me he limitado a explicar algunas claves sobre el porqué defiendo que la película posee un mensaje revolucionario y humanista en toda regla, pero no quiero contarlas todas porque no desearía desalentar a los espectadores sobre su visionado. Al contrario, animo seriamente a todos los revolucionarios y activistas del mundo a verla y servirse de In Time para hacer talleres de economía política crítica donde explicar las interesantes conexiones entre la película y la obra nuclear de Marx: “El Capital”. Con intención de facilitar su estudio entre las masas obreras (especialmente con los jóvenes). Esta movie puede ser una gran herramienta para hacer llegar a personas sin alta formación académica la teoría marxista del análisis del capitalismo y el materialismo histórico, haciendo las anotaciones necesarias donde se precise y ayudando a ilustrar la densa teoría de Marx con las excelentes “imágenes en movimiento” que nos regala In time.
Ahora pasemos a analizar cómo es posible que Hollywood haya realizado una película así y que esto nos sirva para hacer una crítica demoledora a la teoría aciaga de autores fatalistas de la tradición filomarxista como Adorno o Marcuse que planteaban la imposibilidad de una rebelión sistémica o creían imposible la emisión de un mensaje revolucionario desde las propias industrias culturales (IICC). Estos autores avizoraban las IICC como un bloque todopoderoso (decir que alguien o algo es todopoderoso implica dotarlo de una infinidad imposible en el mundo material, renunciar a la revolución y negar la propia dialéctica variable del poder no como posesión sino como capacidad social) [6]. Mi tesis, en cambio, es la siguiente: si bien la producción hollywoodiense se caracteriza por estar repleta de películas que tienden a fortalecer las ideologías de las clases dominantes como afirmaban Marx y Engels, en algunos contextos históricos se transgreden, por lo que la teoría marxiana ha de dar cuenta de estos casos y explicar su génesis. En especial cuando el sistema en su conjunto se halla en crisis por sus propias contradicciones y ante luchas grupales o individuales de especial talento. Es justo lo mismo que afirmaban los autores alemanes que ocurría con la superestructura política en tiempos de inestabilidad: cuando diversas clases se hallan en pugna sin que se avizore un claro ganador (como a veces ocurrió entre la corona, la burguesía y la aristocracia en los inicios del capitalismo mercantil o como puede ocurrir con el bonapartismo en los inicios del capitalismo industrial u otros momentos de la lucha de clases). Esto no significa que podamos esperar que Hollywood mayoritariamente, ni tan siquiera significativamente, comience a realizar películas que animen a la revolución socialista, al menos bajo la hegemonía productiva capitalista. Pero lo que sí debemos aprender los marxistas es a ser críticos y no dogmáticos con nuestra propia teoría y conseguir entender donde están las contradicciones de las clases dirigentes y cómo a veces podemos aprovecharlas para nuestro beneficio, también en el terreno cultural. Debemos ser capaces de bucear entre las fallas sistémicas para poder construir contrahegemonía con las herramientas capitalistas que son las que, en definitiva, tenemos (junto con otras de sistemas históricos anteriores). Diferenciar los elementos progresivos de los regresivos. Entonces comencemos a entender el caso de In Time… ¿quiénes fueron los agentes que participaron en su producción y difusión?
El filme está siendo distribuido en las salas por 20th Century Fox, una de las grandes hollywoodienses propiedad del derechista Ruper Murdoch (que muy posiblemente no sepa ni que la película existe), y Regency Enterprises, productora y cadena de televisión que ha producido excelentes filmes críticos como JFK de Oliver Stone o la excelente A Time to Kill (“Tiempo de matar”, de Joel Schummacher). La producción de In Time corrió a cargo de New Regency, filial de la codistribuidora Regency Enterprises, y la productora Strike Entertainment (“Huelga Entretenimiento” en castellano), productora de tamaño medio que tiene un acuerdo de first look con Universal [7], lo que en la jerga legal hollywoodiense quiere decir que todos sus proyectos deben ser ofrecidos en primer lugar a Universal y si ésta los rechaza, la compañía es libre de presentárselos a otra major. Con lo cual podemos averiguar casi con toda seguridad que In Time tuvo resistencias capitalistas y fue posiblemente rechazada por Universal antes de que Regency le diera luz verde, ¿quizás por un guión “excesivamente politizado hacia la izquierda”?
Hagámonos otra pregunta pertinente: ¿Qué aceptación está teniendo In Time por los voceros de la industria encargados de alentar o desalentar el consumo de las mercancías culturales entre las masas? Pues más bien beligerante cuando no mediocre, si bien la película está viéndose respaldada con un importante éxito de taquilla en relación al presupuesto. Por ejemplo, Kyle Smith del New York Post [8] , se cebó con la película por su propaganda marxista dándole una estrella y media sobre cuatro acusándola de que “el futuro que muestra está totalmente pasado de moda”, que la película “tampoco funcionaría en la Rusia de 1917” o que el director miente cuando el filme “asume que detrás de toda gran fortuna hay un gran crimen”. Smith como intelectual orgánico burgués que es, ladra contra un filme de Hollywood que sin duda podría reclamarse de ideología comunista y termina reconociendo que “la película alienta un programa redistributivo para que los obreros del mundo se alcen contra la industria privada”. Y sin duda en esta última frase, como mandarín del sistema, da en la diana. Por su parte, Peter Travers de la supuestamente juvenil y “rebelde” superventas Rolling Stone [9], como no puede meterse de lleno a criticar el guión de corte izquierdista, lo hace hablando mal de la película y reconoce que ha sido pensada “para gustar a los del movimiento Occupy Wall Street” como si eso fuera algo malo: hacer una obra para que guste a un público determinado (cosa que han hecho los artistas desde el principio del Arte). No parece que ese hecho moleste a Travers cuando las películas se producen para gustar a un público chauvinista, racista o neoliberal, como la gran mayoría de la cartelera blockbuster que ella tiende a adorar. La periodista sentencia, jugando con el título de la película, que si vamos a verla serán dos horas desperdiciadas del tiempo de nuestra vida. Quizás Seyfried debiera advertir con el mismo consejo a los que suelen compran Rolling Stone, la cual desde luego no está diseñada para aquellos que quieren ocupar Wall Street, sino para los que prefieren sostenerla, como su dueño Jann Wenner que desde su compañía Wenner Media sufraga el Partido Demócrata de Obama y el clan Clinton [10].
En cuanto al presupuesto de In Time, y por tanto respecto al apoyo de la gran industria, fue más bien discreto para ser Hollywood: alrededor de 40 millones de dólares (unas 4 veces menos que las más comerciales). Pero ya lleva cosechados más de 117 millones de $ [11]. Es de notar, que la mayoría de ellos (82 millones), provienen de fuera del mercado norteamericano con lo que se viene consolidando la tendencia depresiva del mercado interno estadounidense (entre otras cosas por el empobrecimiento de su clase obrera) y la expansiva del exterior, lo que obliga a Hollywood a, si quiere seguir ganando dinero, realizar películas cada vez menos “estadounidenses”. Capitalismo puro. Y eso también se nota en In Time, que con su estética azonal podría estar representando el conflicto barrios residenciales-guettos (burguesía vs trabajadores) de cualquier ciudad “occidental” de EUA, pero también de Sudáfrica, España o Brasil. El filme tiene un lenguaje cinematográfico mainstreamno geolocalizado, cercano a un estilo internacional con una escenografía sobria, sin artificios, que enfatizan la dureza de la sociedad personificada en la embrutecida vidas de los obreros.
Sin ser una obra maestra del cine, In Time sí es una buena película comercial con un mensaje revolucionario con lo que ello implica: la posibilidad de que muchas personas del mundo, no militantes ni activistas, al ir al cine a “pasar el rato” tengan la oportunidad de “pasarlo bien” y reflexionar, a la par, sobre el sistema en el que viven. Sin duda más de una de ellas abrirá los ojos y se unirá a las filas de la resistencia.
Desde aquí le doy las gracias a Andrew Niccol, director y guionista de In Time, por esta contribución a la cultura pedagógica revolucionaria, junto a mi más sinceras felicitaciones por haber realizado un buen thriller que en todo momento nos mantiene atentos a la pantalla y además, nos invita (más bien nos exhorta) a pensar críticamente sobre nuestro papel en el sistema que vivimos. ¿Qué más se puede pedir en estos tiempos que corren de protofascismo capitalista financiero? Niccol, que ya fue coguionista de “El show de Truman” y director y guionista de “El señor de la guerra” vuelve a sorprendernos con una película radicalmente distinta al resto del repertorio blockbuster, que basa su atractivo en su argumento rebelde, el pulso narrativo y el reclamo que puedan tener para los jóvenes los coprotagonistas: la experimentada actriz Amanda Seyfried y la estrella de la música pop, reconvertida en actor con pretensiones “serias”, Justin Timberlake. Si es verdad que la película tiene algunos puntos débiles como ciertas incongruencias narrativas, la puesta en escena de situaciones poco creíbles o la falta de un mayor metraje que les permitiera a los personajes ganar en profundidad y complejidad (resultado posible de las limitaciones presupuestarias); pero sin duda la película merece la pena para pasar un buen rato y la propuesta argumental se desenvuelve certeramente junto a una fotografía notable de la mano de R. Deakins, colaborador habitual de los hermanos Cohen.
Para despejar las dudas de aquellos que piensen que nada bueno puede salir de Hollywood resaltemos que el director y guionista llevaba seis años sin dirigir un filme y volvió a hacerlo después de muchos proyectos rechazados. Preguntado en una entrevista cómo conseguía cofinanciación de un gran estudio cuando su película demoniza esos mismos conglomerados capitalistas, el director de origen neozelandés contestó que “afortunadamente los productores no se leyeron el script” (guión) y consiguió venderles el proyecto focalizando el hecho de que todos los personajes en la película tendrían solamente hasta 25 años de edad, con lo que significaría de reclamo para el público potencial de la producción: los jóvenes. Además, Niccol concordó con el entrevistador T. Cook, que la película sin duda abogaba por “una amplia y radical revolución” para el mundo entero [12].
Sin duda, como deseaban Marx y Engels, los marxistas debemos asumir el papel de vanguardia del proletariado o el de intelectuales orgánicos de los que hablaba Gramsci (a medio camino entre los libros y la práctica revolucionaria); por tanto en lo que debemos evitar convertirnos por antítesis es en unos tarugos sectarios con la cabeza cuadrada y los ojos vendados ante la compleja lucha de clases que se despliega a nuestro alrededor. Que sepamos que mayoritariamente las industrias capitalistas reproducen la ideología dominante no significa que siempre puedan hacerlo, del mismo modo que los grandes capitalistas (como individuos) no son siempre unos jodidos hijos de…su madre. Vivimos en momentos de crisis sistémica y a lo largo de la superestructura cultural, se pueden abrir grietas en la medida en que los artistas se solidaricen con las causas de los pueblos y las grietas en la infraestructura económica permitan que se expresen. Porque de lo contrario, si decimos a un público no movilizado contrahegemónicamente que ve en In Time una película revolucionaria, que todo lo que salga de las industrias capitalistas es “basura”, estaremos asumiendo falsamente que su poder es ilimitado, pintando un escenario aciago y pequeño-burgués para unas masas con las que de esta manera no conectaremos ni produciremos cambio alguno en el devenir histórico. El marxismo es herramienta revolucionaria que debe nutrir la lucha popular, no la insumisión de una élite acomodada de carácter nihilista, a salvo de las luchas reales tras los despachos de alguna cátedra universitaria o la herencia familiar . Debemos dar cabida para la reflexión y la autocrítica en la teoría marxiana para entender que pese a que In Time es también una mercancía como cualquier producto humano en el mercado capitalista (del mismo modo que “El Capital” de Marx en las librerías, nuestra conexión a Internet o el agua que bebemos); In Time también es un producto fruto del trabajo humano objetivado que nos permite transformar una mercancía capitalista en una herramienta para la predica revolucionaria, la pedagogía marxista y la victoria socialista que la sinergia de un presente preñada de humanidad candente nos reclama.
Valor de uso y valor de cambio, ésta es la cuestión. La construcción (y el éxito) del socialismo internacional consistirá en diferenciar correctamente cuál es el valor de uso de un futuro de libertad aprisionado en la forma mercancía de un presente asediado por la necesidad y el dolor, donde cualquier producto del trabajo humano es arrebatado y fetichizado para la necesaria rotación del capital. Necesitamos saber qué productos humanos nos serán útiles para desarrollar una sociedad sin explotación de clases, en libertad e igualdad, pese a las apariencias embrutecedoras y alienantes que los malvisten en nuestro sistema, y cual es la morralla que deberemos dejar morir en la tumba del capitalismo para no enfermar la sociedad del mañana.
En definitiva, In Time sí es una mercancía que ya ha producido un retorno directo de 117 millones de dólares brutos repartidos entre individuos que mayoritariamente no son ni anticapitalistas ni revolucionarios, pero también es una poderosa herramienta que debemos utilizar enérgicamente para despertar a las masas revolucionarias dormidas bajo el soma [13] del capitalista global, suministrado en muchas ocasiones sí, entre otros, por Hollywood [14]. La explotación capitalista no se evita dejando de ir a ver una película [15], sino derrocando el sistema y para este fin, In Time nos puede servir como instrumento para la acumulación de fuerzas.
Decía Marx que un revolucionario debe escuchar la hierba crecer, enfatizando la importancia del desarrollo de los sentidos, la virtud y la sutileza en el aprendizaje de la praxis revolucionaria. In Time es fruto de su contexto histórico. Es una película, una obra de arte, que no se hizo hace diez ni cinco años. Se ha realizado ahora, tras la acumulación de fuerzas de izquierdas en Latinoamérica, después de las revueltas en gran parte del mundo árabe, de las protestas en media Europa y en el corazón del imperio usamericano o de las luchas armadas comunistas en Oriente [16]. In Time es hija de su tiempo, y los prados de mañana volverán a lucir verdes si sabemos localizar las semillas y regar la esperanza socialista.
¿Seremos capaces de distinguir el canto del mañana en el lodo del presente o lo dejaremos ahogarse, una vez más, junto a la mil veces hundida utopía de lo posible? ¿Sabremos diferenciar la paja del grano?
Ojalá esta vez sí, lleguemos a tiempo.
Jon Juanma es el pseudónimo de Jon E. Illescas Martínez, licenciado en Bellas Artes e investigador de las Industrias Culturales de la FCM en la UA y la UCM (España).
Notas:
1. MARX, K. y ENGELS, F. (1994) La ideología alemana. Fuerbach. Contraposición entre la concepción materialista y la idealista. Valencia: Universitat de Valencia [1991, 1846].
2. “El precio del mañana” es la traducción que se le ha dado en algunos países hispanoamericanos.
3. El rodaje de esos decorados se efectuó en Bel Air, Malibu y Century City.
4. MARX, K. (2007) El capital (Libro I, tomo I). Madrid: Akal [1976, 1867].
5. MARX, K. y ENGELS, F. (1999) El manifiesto comunista. Barcelona: Los libros de la frontera [1996,1848].
6. LUKES, Steven (2007), El poder: un enfoque radical. Madrid: Siglo XXI [1974, 1985].
8. La columna contra el filme del columnista del New York Post:http://www.nypost.com/p/entertainment/movies/justin_time_n8O9x6obZzAktqhvI0wQtI?utm_campaign=Post10&utm_source=Post10Alpha
9. Ver en: http://www.rollingstone.com/movies/reviews/in-time-20111027.
10. Lista de periodistas que apoyaron al Partido Republicano y al Partido Demócrata:http://www.msnbc.msn.com/id/19113455/#.TuF6vDixLV0
11. Datos de la recaudación hasta el 6 de diciembre de 2011: http://boxofficemojo.com/movies/?id=now.htm
12. Ver la entrevista en inglés en: http://collider.com/andrew-niccol-in-time-the-host-interview/122279/ .
13. El soma fue un narcótico alucinógeno de la Antigua India, utilizado en diversos ritos religiosos.
14. Pero también por Bollywood, Al Jazzera e incluso en menor medida, pero creciente, por cierta programación de la TV cubana por poner un ejemplo sólo aparentemente chocante.
15. Además que hay muchas formas de verla 😉
16. Me refiero al caso de los naxalitas en la India y a los maoístas que llegaron al poder en Nepal.
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2011