La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
José Luis Gordillo
Lynn Margulis y el 11-S
El pasado 22 de noviembre falleció a causa de una embolia la eminente bióloga Lynn Margulis. Sus investigaciones científicas han merecido reconocimiento por parte de muchas universidades e instituciones. En 1999 le fue concedida la Medalla Nacional de la Ciencia en EE.UU y era miembro de su Academia Nacional de las Ciencias, así como de la Academia Rusa de la Ciencia. También recibió muchos doctorados honoris causa por parte de universidades de varios países; entre ellos, España: la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Vigo y la Universidad de Valencia le concedieron merecidamente dicho título.
Margulis apoyó en los últimos años de su vida a la asociación “Arquitectos e ingenieros por la verdad sobre el 11-S” porque estaba plenamente convencida que es necesaria una nueva investigación sobre los famosos atentados. Este aspecto de su currículum está siendo silenciado por los grandes medios de comunicación, lo cual constituye un caso claro de censura o de autocensura (seguramente más de lo segundo que de lo primero). Como resultado de su colaboración con la citada asociación aceptó ser entrevistada en un documental al respecto. En esa entrevista afirma rotundamente que las investigaciones del NIST sobre las causas de la pulverización de las Torres Gemelas y del Edificio nº 7 del WTC no se podían considerar investigaciones científicas, sino que respondían a intereses propagandísticos o de otro tipo. Vale la pena ver y escuchar dicha entrevista en el siguiente enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=L5NCtnA9IH8
Lynn Margulis pertenece a la estirpe de los grandes científicos porque le importaba más la verdad que su prestigio. No reconocérselo sería imperdonable.
30 /
11 /
2011