La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Costas Lapavitsas
Entrevista
El BCE no es la solución mágica a la crisis de la eurozona
El economista griego Costas Lapavitsas es profesor en la Universidad de Londres y colaborador del diario The Guardian. Hace un año lideró junto a diferentes economistas de tradición keynesiana, e incluso marxista, un informe que criticaba la respuesta que los países de la Unión Europea a la crisis. El debate entonces se centraba en los ajustes fiscales y salariales adoptados en los países de la periferia. Ahora los problemas se han agravado, como sostuvo entonces. Lo entrevista ‘La Vanguardia’.
¿Es usted de la opinión, como muchos sostienen en diferentes tribunas, que los mercados gobiernan Europa actualmente?
Sé que es una idea que se escucha muy a menudo últimamente. Sin embargo, no es algo que yo me atrevería a afirmar. Creo que se trata de una generalización demasiado simple. Ahora bien, lo que sí me gustaría decir al respecto es que el mercado de bonos y las instituciones financieras han alcanzado hoy un poder enorme en Europa. No gobiernan, cierto, pero sí tienen un poder enorme, también en el resto del mundo. Este poder se puede entender de dos maneras. Por un lado, estos mercados dictan las políticas económicas de diferentes países; por el otro, y es lo más preocupante, estos mercados están influyendo en quién está y quién no está en el gobierno de un país: ministros, primeros ministros, etcétera. Es algo muy preocupante para la democracia y para el futuro político en Europa.
A lo largo de esta crisis han ido apareciendo diferentes soluciones que se han mostrado como definitivas. Ahora parece que la corriente de opinión general señala al Banco Central Europeo (BCE). ¿Qué opina al respecto?
Desde el inicio de esta crisis vamos de generalización en generalización. Que si Europa sufre de falta de integración fiscal, que si Europa tiene líderes políticos débiles, que si Europa sufre de aquello, lo otro y lo del más allá. Ahora parece que hay otra solución. Pues déjeme decirle que el BCE no es la varita mágica que va a solucionar la crisis en la eurozona.
¿Por qué?
Por dos razones. La primera, porque el BCE no es un banco central normal. Nos equivocamos si esperamos que se comporte como si fuera la Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco de Inglaterra. El BCE no tiene un Estado detrás, los bancos centrales de verdad sí tienen. Por ejemplo, si al BCE le dijeran que comprara bonos del gobierno libremente no estaría comprando los bonos de su propio estado, que es lo que pasa en Estados Unidos o Reino Unido, estaría comprando los bonos de 17 estados diferentes, y muchos de ellos son claramente insolventes. El BCE se pondría él mismo en una posición de debilidad. La segunda razón de por qué el BCE no es la solución mágica a la crisis es porque esta crisis, después de todo, no es una crisis de liquidez, no es un simple caso de proporcionar suficiente liquidez a España, Italia o Grecia. Esta crisis es estructural por las desigualdades en la unión monetaria, por el hecho de que esta unión monetaria alberga economías que tienen niveles de productividad y de competitividad que son muy diferentes y porque además contiene economías que han divergido en la última década. Esa es la raíz del problema de la crisis actual. Y esto es algo que el BCE no puede resolver. Incluso si interviene y pacifica la crisis no la resolverá. No es la solución. La crisis necesita cambios estructurales, cambios profundos, y no es el BCE quien debe hacerlos.
¿Cree entonces que nos encaminamos definitivamente a una Europa de dos velocidades?
Presisamente porque esta crisis es tan profunda, porque procede de causas estructurales, no de liquidez, deberá haber cambios estructurales. De otra manera, esto es imposible de resolver o de manejar. Es imposible decir qué forma tendrán estos cambios. Una posibilidad podría ser que algunos miembros de la unión monetaria europea se vayan. Otra, que la unión se divida en dos partes que compitan entre ellas, con tipos de cambio flexibles entre ellos. Una tercera opción es que la unión monetaria se rompa definitivamente. Todos volverían a sus monedas nacionales anteriores al euro menos Alemania. Todo esto son escenarios abiertos porque la unión monetaria hoy es insostenible en su forma actual. No sé qué tiene en mente Alemania pero seguro que están planeando algún tipo de cambio estructural de calado dado que saben que el problema es estructural.
¿Qué opinión le merece el liderazgo de Alemania en esta crisis?
Mi opinión es que esta crisis ha mostrado de forma muy clara la naturaleza de la unión monetaria y de la Unión Europea. De hecho ha mostrado en qué se han convertido estos intraestados e instituciones con el tiempo. No importa cómo empezara la unión monetaria. Lo que importa es en lo que se ha convertido. Y la crisis nos lo ha mostrado. Se decía que promovían la identidad europea, la solidaridad entre la gente de Europa, que otorgaban bienestar social, ayudas a los trabajadores y a los salarios, en definitiva, se pretendía un punto de vista europeo diferente al punto de vista anglosajón liderado por Estados Unidos y, en cierta medida, Reino Unido. Mucha gente creyó en eso. Y también pensaron que estos mecanismos estaban pensados para la paz, para la democracia y para que existiera una tolerancia social en Europa. La crisis nos ha mostrado que este no es el caso. Ciertamente, la unión monetaria europea es un mecanismo que está principalmente orientado para servir a los intereses de los grandes bancos. Eso es obvio. También sirve a los intereses de las grandes empresas europeas y relacionado con todo esto está, por supuesto, el hecho de servir a los intereses de un núcleo de países determinados en detrimento de los países periféricos. Es una alianza jerárquica. No es una alianza de iguales. Entre este núcleo de países está Alemania, que se ha erigido sin paliativos como el país líder de la unión. Berlín dicta cómo van a ir las cosas y por supuesto hace que sus intereses internos vaya por delante, eso es inevitable. Esto tiene serias implicaciones sobre la soberanía nacional de los países, que se ha visto transgredida y reducida en la periferia. También tiene implicaciones en la democracia, que es lo más preocupante. No solo es una cuestión de mercados, se trata de estos mercados interfiriendo en las democracias de los países.
En un ejercicio de economía-fición, ¿cómo ve Europa dentro de una década?
Si las actuales estrategias de los países del núcleo de la Unión Europea, principalmente Alemania, tienen éxito, si prevalecen, Europa no va a estar muy bien. No ya dentro de una década, mucho antes. Europa será un continente de escaso crecimiento, de elevado desempleo, de grandes tensiones sociales, de democracias cada vez más débiles, de relaciones jerárquicas de dominio entre naciones crecientes, que perderá influencia en el mundo. Sin embargo, los países del núcleo de la unión, con Alemania al frente, se tornarán muy poderosos, con impredecibles implicaciones al respecto. Esto es lo que creo que sucedería si las elítes alemanas llevan a cabo sus planes. Ahora bien, con todo, creo que es más probable que el actual sistema no sobreviva, que la unión europea se rompa en dos grupos, el núcleo y otras monedas nacionales. Las impliaciones para la Unión Europea son de nuevo impredecibles. Todo depende de los eventos actuales.
¿Qué cree que sucederá en España?
España, junto con Italia, son países medio periféricos, medio del núcleo. Tienen una posición intermedia. Son más importantes que Grecia, Irlanda o Portugal por su tamaño. Si la gente en España dice claramente que quiere unas nuevas estrategias alternativas a las actuales y están preparados para movilizarse por ello entonces las cosas podrían cambiar. En cambio, si aceptan la austeridad, la lógica europea, si aceptan las políticas que surgen de Berlín, entonces el futuro para España no es muy halagüeño. La economía de España en los próximos 20 años no pinta muy bien. Su éxito se basó en los créditos baratos y en la construcción. Ahora tiene un elevado desempleo y el crecimiento de su productividad es muy bajo. España necesita un nuevo comienzo. Debe luchar por ello. Si acepta las políticas que vienen dictadas de Berlín y Bruselas no va a cambiar nada. No habrá un nuevo principio. Habrá más marginación. Con las actuales políticas el futuro de los países periféricos no pinta nada bien.
¿Cree que aumentará la tensión social en los países más afectados por la crisis?
Cada país en Europa reaccionará de manera diferente dependiendo de su historia, tradiciones y el equilibrio entre sus fuerzas sociales. Hay muchos signos esperanzadores que precisamente proceden de España. Fue el país en el que empezaron los indignados. Mostró que los españoles tienen la fuerza para poder decir ‘no’ a determinadas políticas. Lo que es más remarcable desde mi punto de vista es que lo que pasó en España, aquella explosión de creatividad, de pensamiento alternativo, pasó cuando España no estaba bajo ningún programa de rescate de la Unión Europea o bajo los dictados del Fondo Monetario Internacional.. Creo que saldrán muchas cosas interesantes de España en este sentido para protestar contra las políticas dictadas por Berlín y Bruselas. Europa les mira.
En Grecia, el partido de extrema derecha Laos ha llegado al poder, ¿cree que en los países en los que la situación económica sea más complicada los partidos extremistas llegarán al poder?
Es una señal muy preocupante. En el caso de Grecia, pienso que puede incluso desacreditar a la extrema derecha porque se les puede asociar al programa de austeridad, pero también les puede beneficiar porque están en el poder y pueden mostrar a la sociedad que son un partido que puede estar en el poder. Es un paso muy peligroso para Europa. Creo que sí, que podremos ver a más partidos de extrema derecha en el futuro en el poder. La extrema derecha griega está más integrada en el sistema político griego y está más preparada. Es cierto que la crisis representa una oportunidad para el auge la extrema derecha. Pero no se puede generalizar. No puedes decir que si pasa en Grecia puede suceder en cualquier lado.
Publicado por Newsletter del Siglo XXI
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