La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Medir Plandolit, Aida C. Rodríguez y Cristian Palazzi
Y de repente, despertamos
¿Egoístas o responsables? Egoístas porque la situación que ahora denunciamos ha afectado durante décadas a millones de personas fuera de nuestra burbuja del bienestar y no hemos hecho nada para evitarlo. Responsables porque, a pesar de ello, al abrir los ojos vemos el final de una era de seguridad y perspectivas de futuro y esta visión nos provoca dolor de estómago. ¿Qué pensaran de nosotros los que nos sobrevivan? El miedo, egoísta o altruista, nos ha obligado a levantar la cabeza, a tomar consciencia global y a mirarnos de nuevo a los ojos.
Sea como sea, el NO que ahora enarbolamos es el NO más positivo que nuestra generación jamás haya gritado. Hasta ahora hemos sido considerados una generación acomodada, adicta a las redes sociales, incapaces de defender políticamente nuestros intereses. Pero eso que antes nos hacía débiles hoy nos une bajo un bajo un mismo lema: este no es el mundo que queremos y nos hemos propuesto cambiarlo.
Informa’t BCN nació de esta extraña sensación que a menudo cambia de nombre. A veces se llama rabia, a veces indignación y, a veces, emoción. Así que empezamos a tender puentes entre aquellas voces que consideramos imprescindibles y la gente de a pie con inquietud informativa, y después de cuatro conferencias, una mesa redonda, y una gran cantidad de información compartida entre el público asistente y los conferenciantes en Barcelona, decidimos estar en Bruselas el 15 de octubre de 2011. Queríamos ser testigos de la marcha global nacida en España.
¿En España? ¿Lo que algunos llaman “spanish revolution” ha nacido aquí como podría haber nacido en otro lugar? ¿O es que acaso hemos sido los más engañados? De todos modos ahora ya no importa. Es más, si miramos atrás, podríamos encontrar la génesis de este movimiento social en la Europa de los noventa o en Seattle donde, en 1999, 50.000 personas acudieron a las manifestaciones contra la OMC o en Porto Alegre, Brasil, donde en 2001 se desarrolló el primer Foro Social Mundial del que salió el lema “otro mundo es posible”, un lema muy presente hoy en las manifestaciones. Por no hablar de la primavera árabe, un ejemplo de cómo la democracia, el gobierno del pueblo, sí, el gobierno del pueblo, es capaz de hacerse un hueco más allá de ideologías ilustradas.
Hoy asistimos a un fenómeno de protestas y movilizaciones contra un sistema globalizado de poder que agudiza las desigualdades a nivel planetario. Y se trata de un fenómeno novedoso no sólo por la diversidad ideológica y política que aglutina o por los mecanismos de comunicación que usa, como Internet, sino porque como diría Ulrich Beck, se trata además de un fenómeno global que actúa a escala local.
En Bruselas sólo tuvimos dos días para absorber el máximo de impresiones, informaciones y emociones. De esas 48 horas en la capital del espectro financiero europeo queda un video y muchas reflexiones. Una de las más importantes es que muchos cruzaron a pie el viejo continente para reclamar un cambio y vieron que no estaban solos. Vieron que la suya era una reclamación transversal que también afectaba a gente de otros países, de diferente condición y mentalidad, y se dieron cuenta que ninguna democracia se construye sola, hace falta defenderla y creer en ella, porque son nuestros derechos los que están en juego. De ahí, quizá, que la marcha en Bruselas pasara de largo del Parlamento Europeo.
Se ha hablado mucho de la erosión del poder del estado a causa de la presión que ejercen los mercados, pero si nos detenemos en la anécdota del Parlamento es porque queremos resaltar que existe otro tipo de erosión, mucho más preocupante, que la erosión del poder político. Y es la erosión del vínculo representativo que une la clase política con la ciudadanía. Cada vez nos vemos menos representados en las instituciones y puede que ésta sea la razón por la que la manifestación de Bruselas ni siquiera tuvo en cuenta al Parlamento Europeo.
Muchos de los integrantes de la marcha tuvieron que hospedarse en la vieja y abandonada Universidad Católica de Bruselas. Allí se hicieron reuniones, asambleas y actividades organizativas la semana previa al 15 de octubre. Allí también se fabricaron los carteles de la manifestación y los lemas que luego recorrerían la ciudad. La KUB, un edificio totalmente destartalado que acabó convirtiéndose en el parlamento improvisado de todo ese pueblo anónimo que rugía por hacer oír su voz. A pocos kilómetros de allí, impasible, se encontraba el edificio que se supone debía representarnos. ¿Podemos imaginar los dos parlamentos interaccionando y trabajando juntos? No es fácil, pero nadie impide que lo imaginemos.
Lo decíamos al principio, esta es una revolución de aquellos ciudadanos que, viviendo en la sociedad del bienestar, se han dado cuenta de que la democracia liberal ha perdido de vista los referentes que la hicieron posible. Tal y como dijo una caminante: el 15 de octubre fue una historia de alegría, una historia de convicción, de realidad, de compromiso y de trabajo. Al fin y al cabo, aquel día hicimos historia. Primero fue España, luego Bruselas. Ahora el turno es para Atenas.
Los autores son miembros de Informa’t! BCN, plataforma ciudadana que se dedica a la organización de conferencias y, virtualmente, a dar cobertura de noticias con el fin de ofrecer de la mano de sus especialistas conocimientos y datos relevantes a todo aquel que los necesite. Su próxima actividad, abierta a los lectores de mientras tanto, es el próximo 3 de noviembre, con una conferencia del juez Santiago Vidal sobre “El estado de la justicia en España”.
31 /
10 /
2011