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Te doy mis ojos

España,

Antonio Giménez Merino

El tercer largometraje de la directora madrileña es una reflexión documentada y muy oportuna sobre la violencia de género. Centrado en las relaciones internas y externas que envuelven a un matrimonio, el film huye de la simplificación e individualización del mal tan habituales en el tratamiento del problema dentro de nuestra sociedad del espectáculo, y ahonda en cambio en las razones que impulsan a un gran número de personas anónimas a expresar su insatisfacción mediante actitudes ciegas —como las del protagonista masculino del film—. Sin escenas de violencia explícita, la pretensión del guión de Bollaín y Alicia Luna no es exculpar al maltratador, ni justificar la tibieza de su víctima, sino presentárnoslos como víctimas de una sociedad falsamente tolerante, generadora de violencia, desarraigo, soledad y miedo, poco proclive a la comunicación y a la comprensión no meramente piadosa de las vidas de quienes nos rodean: vidas que muchas veces consideramos (ingenuamente) ajenas a las nuestras. Por eso, Te doy mis ojos es un film de obligada visión para tomar conciencia sobre el carácter social, compartido, de la violencia contemporánea a través de una de sus múltiples caras.

12 /

2003

La lucha de clases, que no puede escapársele de vista a un historiador educado en Marx, es una lucha por las cosas ásperas y materiales sin las que no existan las finas y espirituales. A pesar de ello, estas últimas están presentes en la lucha de clases de otra manera a como nos representaríamos un botín que le cabe en suerte al vencedor. Están vivas en ella como confianza, como coraje, como humor, como astucia, como denuedo, y actúan retroactivamente en la lejanía de los tiempos.

Walter Benjamin
Tesis sobre la filosofía de la historia (1940)

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