¿Qué otras tragedias tendremos que presenciar antes de que quienes están envueltos en cada guerra comprendan que es un camino solo de muerte, y que la idea de ser vencedores es una ilusión? Porque, que quede claro, ¡con la guerra todos somos derrotados! También quienes no han tomado parte en ella y con cobarde indiferencia se han quedado mirando este horror sin intervenir para llevar la paz.
Te doy mis ojos
España,
Antonio Giménez Merino
El tercer largometraje de la directora madrileña es una reflexión documentada y muy oportuna sobre la violencia de género. Centrado en las relaciones internas y externas que envuelven a un matrimonio, el film huye de la simplificación e individualización del mal tan habituales en el tratamiento del problema dentro de nuestra sociedad del espectáculo, y ahonda en cambio en las razones que impulsan a un gran número de personas anónimas a expresar su insatisfacción mediante actitudes ciegas —como las del protagonista masculino del film—. Sin escenas de violencia explícita, la pretensión del guión de Bollaín y Alicia Luna no es exculpar al maltratador, ni justificar la tibieza de su víctima, sino presentárnoslos como víctimas de una sociedad falsamente tolerante, generadora de violencia, desarraigo, soledad y miedo, poco proclive a la comunicación y a la comprensión no meramente piadosa de las vidas de quienes nos rodean: vidas que muchas veces consideramos (ingenuamente) ajenas a las nuestras. Por eso, Te doy mis ojos es un film de obligada visión para tomar conciencia sobre el carácter social, compartido, de la violencia contemporánea a través de una de sus múltiples caras.
12 /
2003