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Poliética

Losada,

Madrid,

338 págs.

María Rosa Borrás

Libro necesario y de extraordinario interés, en la perspectiva de enseñar a leer y a pensar. Necesario porque rompe esquemas y rutinas al explicar el nervio que une reflexión y acción de unos autores que forman parte, con diversas vivencias, «de la evolución de la consciencia ético-política del siglo». Y de extraordinario interés porque contiene en sus juicios y valoraciones bastantes elementos potencialmente configuradores de una «filosofía de la responsabilidad», es decir, de una filosofía capaz de volver a anudar la política con la ética. Y también es un libro necesario y de gran interés por su carácter de introducción a los autores que comenta (Karl Kraus, György Lukács, Walter Benjamin, Bertolt Brecht, Simone Weil, Hannah Arendt y Primo Levi). De todos ellos da cuenta de un modo que sitúa conceptualmente al lector y a su vez le facilita las principales claves de lectura. Incluye una selección de fuentes y referencias principales.

El estilo ágil, de prosa muy literaria y cuidada, convierte la lectura en agradable ocupación: da la impresión de que se está leyendo algo muy parecido a una novela, aunque aquí los argumentos y protagonistas sean las ideas y las trayectorias vitales de los autores antes indicados. Cabe esperar que esta obra consiga su propósito: incitar a leer y repensar (o mejor dicho, a pensar con) esos modelos de otra manera posible de entender la ética, la política y, en definitiva, la vida.

Entiendo que éste es un libro de lectura imprescindible para cuantos se interesan por la filosofía, por la ética, por la política y, sobre todo, para quienes sienten indignación y desazón por los desastres morales y materiales del pasado y del presente. Pues todos esos autores tienen algo en común: ser testigos de cargo contra una manera degradada y degenerada de hacer política, de entender la ética y de amoldarse en la vida.

11 /

2003

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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