La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Universalismo europeo. El discurso del poder
Siglo XXI,
Madrid,
123 págs.
Joan Lara Amat y León
Immanuel Wallerstein (1930-) es actualmente, junto con Giovanni Arrighi, David Harvey y el ya fallecido André Gunder Frank, uno de los principales investigadores sobre la dinámica del sistema capitalista mundial. En esta obra, reflexiona sobre el significado del universalismo, donde se oponen dos concepciones: el universalismo europeo y el universalismo universal. Y ello es de suma importancia pues, según el autor, el desenlace del enfrentamiento entre ambas concepciones determinará la forma en que se estructure el futuro del sistema-mundo en las próximas décadas.
El universalismo europeo consiste en el discurso que se ha desarrollado al servicio del poder, una retórica parcial y distorsionada, un discurso de superioridad, intimidatorio y arrogante cuando se refiere al “otro” a dominar. Esta retórica, que identifica Wallerstein, ha tenido su génesis histórica y ha pasado por tres grandes momentos: el derecho de injerencia, el orientalismo y el universalismo científico.
Frente a este universalismo europeo, Wallerstein nos propone una nueva concepción del universalismo, el universalismo universal, que consistiría, en un tipo de universalismo “que rechace las caracterizaciones esencialistas de la realidad social, deje atrás tanto los universales como los particulares, reunifique lo supuestamente científico y humanístico en una epistemología única y nos permita mirar con ojos altamente clínicos y del todo escépticos cualquier justificación de ‘injerencia’ a manos de los poderosos contra los débiles.”
Wallerstein advierte que nos hallamos ante la crisis estructural del sistema mundo moderno, al final de la era del universalismo europeo que ha tenido una duración de quinientos años. Ante esta situación se abren básicamente dos alternativas: una de ellas consistiría en la convivencia de una multiplicidad de universalismos, algo parecido a una red de universalismos universales. La otra alternativa sería, un mundo en el que se radicalizase la jerarquía y la desigualdad, el cual estuviese fundado en valores pretendidamente universales, donde el racismo y el sexismo y otras formas de exclusión ordenasen nuestras prácticas y vida cotidiana.
5 /
2009