La principal conversión que los condicionamientos ecológicos proponen al pensamiento revolucionario consiste en abandonar la espera del Juicio Final, el utopismo, la escatología, deshacerse del milenarismo. Milenarismo es creer que la Revolución Social es la plenitud de los tiempos, un evento a partir del cual quedarán resueltas todas las tensiones entre las personas y entre éstas y la naturaleza, porque podrán obrar entonces sin obstáculo las leyes objetivas del ser, buenas en sí mismas, pero hasta ahora deformadas por la pecaminosidad de la sociedad injusta.
Un hombre afortunado
(trad. de Pilar Vázquez), Alfaguara,
Madrid,
185 págs.
Antonio Giménez Merino
A pesar del tiempo transcurrido desde la publicación en inglés de esta obra de Berger (1967), su lectura es del todo recomendable por varios motivos. El primero de ellos, de contenido: se trata de un importante ensayo de inspiración gramsciana que confronta el conjunto de valores de la clase trabajadora del campo inglés con el pensamiento científico encarnado en un médico rural, en el contexto anterior a la tercera revolución industrial. Leída hoy, esa confrontación –y contaminación, en tanto el protagonista resulta ser un médico verdaderamente preocupado por las condiciones de vida de sus vecinos– ofrece numerosos elementos para tomar distancia crítica del actual estadio de la cultura. El segundo de ellos, de actitud: la empatía de Berger tanto con el espíritu estoico y humanista de John Sassall como con las gentes del medio rural desprovistas de medios de cultura anticipa la posterior trayectoria intelectual y vital del autor. El tercero, de estilo: <i>Un hombre afortunado </i>se mueve inteligentemente entre el ensayo y la narración, apoyado en la aportación estética del fotógrafo Jean Mohr.
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2009