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Vivir (bien) con menos. Sobre suficiencia y sostenibilidad, ¿En qué estamos fallando? Cambio social para ecologizar el mundo

Icaria,

Barcelona,

Xavier Pedrol

Tres son los caminos que se han de recorrer para la indispensable reconstrucción ecológica de nuestras sociedades: eficiencia, coherencia y suficiencia. Tras veinte años de debate sobre la sostenibilidad, la ecoeficiencia, esto es, la mejora de la productividad de los recursos naturales —o, más simplemente, “hacer más con menos”— se ha convertido hoy en el camino más transitado, pese a que nos hallemos aún muy lejos de haber alcanzado sus potenciales resultados (como los previstos, por ejemplo, en la propuesta “factor 4” establecida en un comentado informe al Club de Roma). La eficiencia, de hecho, cubre a menudo todo el significado que se otorga a la sostenibilidad. Así, por ejemplo, en los discursos sobre el asunto de la Unión Europea. El problema de ello es lo que se conoce como “efecto rebote”, o sea, que el ahorro logrado inicialmente en materias primas y energía, queda desperdiciado por el consumo cuantitativamente mayor provocado por tal mejora (¿Qué cambio se produce si fabricamos coches que disminuyan a la mitad sus efectos contaminantes cuando la producción de éstos aumenta el doble?).

La segunda vía, la llamada coherencia (que es lo que Jorge Riechmann denomina “biomímesis”), también ha empezado a ser acogida, aunque tímida y tardíamente, en la vulgata empresarial y gubernamental de la sostenibilidad. Se trata, dicho de forma escueta, de desarrollar tecnologías más compatibles con la Naturaleza, tales como la energía solar, los biocombustibles, etc. El problema de esta estrategia es no sólo que resulta practicable únicamente en pequeñas escalas, sino que, tomada en exclusiva, tampoco sirve para alcanzar el fin deseado ya que no hay intervención en la naturaleza que se halle absolutamente libre de impactos.

Por estas razones, el libro Vivir (bien) con menos, (que reúne textos de M. Linz, J. Riechmann y J. Sempere) propone reflexionar con buen tino sobre el tercero de los caminos, la suficiencia, que ni que decir tiene es el que menos entusiasmos genera en nuestras sociedades consumistas. La suficiencia o austeridad viene a ser el inoportuno personaje que de pronto se presenta, sin estar invitado, a la boda que algunas celestinas bien retribuidas pretenden concertar entre el capitalismo y medio ambiente. Pero, mal que pese a algunos, pocas dudas caben: un sistema económico expansivo y una cultura permanentemente insatisfecha resultan absolutamente disfuncionales para la sostenibilidad del medio donde de forma inevitable se desenvuelven. O dicho más claramente: capitalismo y consumismo se hallan en la base de la crisis socioecológica mundial. Y hay que escoger: o bien organizamos la producción, el trabajo y el consumo de otra manera (en base a la mesura y la suficiencia y no de acuerdo al “siempre más”) o continuamos adentrándonos en la selva de la barbarie ecosocial.

Pero, ¿por qué estamos eligiendo lo peor? ¿Cómo y por qué la dinámica expansiva capitalista no cosecha mayores resistencias aun cuando suponga una grave amenaza para la misma supervivencia de la humanidad?, ¿Sobre qué rasgos antropológicos, culturales, sociales, institucionales, históricos… descansan estas dinámicas ecocidas? Desde distintas perspectivas, los trabajos que recopila el otro libro que aquí presentamos, de título no menos elocuente, ¿En qué estamos fallando?, tratan de responder a estas cuestiones. Su interés no requiere, pues, demasiada justificación. No podemos paralizarnos frente a este panorama a menudo tan desolador: hay que seguir pensando, hemos de continuar actuando. Y estos dos libros son una valiosa contribución para ello. En ambos casos, el ya conocido buen hacer de Jorge Riechmann (a quién se le ha de agradecer una vez más poder acceder a estas discusiones originadas en ámbitos más restringidos) y el prestigio de los autores que le acompañan son una inmejorable garantía del provecho que se puede obtener al recorrer estas páginas. Y su lectura, en efecto, no defrauda

12 /

2008

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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