¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Memorias de un hombre perdido
Debate,
Madrid,
J.-R. C.
Los libros autobiográficos veraces —no lo son todos; muchos son autojustificaciones y callan más que hablan o muestran superficies, exterioridades— resultan ventanas abiertas a experiencias vitales otras, compañías íntimas para el lector. Este magnífico libro de Antonio Ferres encaja en lo mejor del género. La autocomplacencia le es ajena. Y el mundo que ha vivido Ferres —uno de los protagonistas del realismo social de la literatura española de los años cincuenta y principios de los sesenta, corriente que debe ser reevaluada por su continuidad con un filón grande de nuestra tradición artística— es el de la ignominia de la derrota republicana y la formación de la resistencia activa al franquismo. Ferres es el rigor frente al falso cosmopolitismo literario, la indomable honradez de los vencidos que no claudicaron, la comunidad con el exilio y con las gentes trabajadoras. Imprescindible para quienes no aceptan el robo de nuestra propia historia. Maravillosamente escrito.
9 /
2003