La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
El Primo
Derechos en la niebla
La izquierda alternativa, quizá haya que recordarlo, está asistida por la razón. En el debate político es quien tiene la razón. Por la consciencia de la agudeza de los problemas sociales que se nos vienen encima, y por propugnar modos de afrontarlos basados en la solidaridad colectiva y no en el sálvese quien pueda individualista.
La izquierda alternativa sabe que es necesario construir entre todos una trinchera, una línea de defensa, para que nuestros precarios derechos no se vengan abajo: para que no nos sean recortados ni en nombre de la “seguridad” —como ha sido regla fundamental desde los sucesos del 11S—, ni en nombre del “crecimiento” —al que son sacrificados nuestros derechos en tanto que personas que viven de su trabajo—, ni en nombre de lo “privado” —que sirve para liberar de deberes al empresariado y al Estado—, y ni mucho menos en nombre de una moral concreta —el ataque de sectores de la magistratura al ejercicio legal del derecho al aborto—.
La izquierda alternativa ha de saber comunicarse a pesar de la niebla sembrada en el espacio público por el neoliberalismo: una niebla que desorienta a las multitudes, que trata de hacer invisible el dominio, que oprime al acorralar la libertad llevándola al ámbito de lo estrictamente personal.
Es la niebla de la infinitud de los mensajes publicitarios, de la conversión de la vida en espectáculo. Es la niebla que produce el aislamiento entre las personas, la ruptura de sus vínculos, su desorientación. Es la niebla de la disimulación de lo que traman los poderes que configuran el mundo tal cual es, de la creación de abismos entre lo visible —lo que nos es mostrado— y lo ocultado y no visto. Por eso la izquierda alternativa ha de tejer mallas de comunicación horizontal y, en su tarea de denuncia, poner en primer plano la actual situación —privatizaciones parciales, seguidismo de los patrones de gestión y programación de las cadenas privadas— de los medios de comunicación de titularidad pública. Ahí hay un fraude clamoroso que cierra el paso a la creación de redes de información substancial y veraz.
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2008