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Los pasos (in)visibles de la prostitución

Virus,

Barcelona,

280 págs.

Antonio Madrid

Hay temas cuya discusión levanta ampollas: la prostitución es hoy uno de ellos. Hay quienes están a favor de su regulación como actividad laboral y quienes rechazan de plano esta posibilidad. Los argumentos de fondo, e incluso las premisas no siempre confesadas, plantean si el trabajo sexual puede ser considerado como una libre elección legítima de la persona o si, por el contrario, constituye una situación de explotación y extorsión que la denigra. De igual forma, se discute si supone una transgresión frente al patriarcado o si es principalmente una de sus consecuencias.

Más allá de esto, o precisamente en medio de todo esto, la prostitución es una realidad. Este libro recoge un estudio que se ha centrado en el trabajo sexual desarrollado mayoritariamente por mujeres inmigrantes en las calles de Barcelona. Recoge las opiniones  de una buena parte de los distintos actores: policía, entidades sociales, empresarios de locales de alterne, administraciones públicas y trabajadoras. Expone las principales argumentaciones en discusión, analiza las condiciones en las que se está dando la prostitución, documenta la situación de vulneración de los derechos de las trabajadoras sexuales y fundamenta por qué es preciso reconocer legalmente el trabajo sexual. Quien lea este libro podrá ver cuáles son los principales elementos políticos, jurídicos, sociales, económicos, administrativos y urbanísticos mediante los cuales se impulsa la apuesta del gobierno municipal por invisibilizar la prostitución en la ciudad de Barcelona. Tendencia, ésta, que afecta a todas aquellas realidades sociales que se considera que afean el proyecto de la Barcelona maca.

5 /

2007

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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