La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
La transformación de la sociedad salarial y la centralidad del trabajo
Talasa,
Madrid,
206 págs.
Antonio Madrid
Este libro es un buen ejemplo de cómo se puede escribir un texto breve pero bien fundamentado que aporte al lector los elementos que necesita para comenzar a reflexionar sobre un tema central. En este caso, el tema es la organización salarial del trabajo y sus transformaciones contemporáneas. El autor aporta tres perspectivas de análisis que va articulando con agilidad: la visión de autores clásicos y contemporáneos, los datos que permiten explicar la situación actual del empleo y su argumentación sobre los malos tiempos que arrastra el neoliberalismo.
Toma como eje central el pensamiento de Marx, que compara con Durkheim. Con esta entrada pasa a explicar desde qué posturas distintos autores —Gorz, Mèda, Offe y Rifkin— han sostenido la pérdida de centralidad del trabajo en la sociedad contemporánea. A estas alturas, Rodríguez Guerra ya ha comenzado a rebatir esta posición tan post mostrando cómo la transformación del trabajo —su precarización, el debilitamiento de los derechos sociales o la desorientación de los sindicatos— no ha de ser confundida con la pérdida de su centralidad o con su desaparición. Para fundamentar esta posición, aporta datos estadísticos que muestran el incremento del empleo, aunque se pregunta: qué tipo de empleo se genera, en qué condiciones se trabaja —el contrato de primer empleo francés es un buen ejemplo de este nuevo empleo—.
Con este equipaje, el autor afronta la parte final del libro mostrando al lector sus principales argumentos: la centralidad del trabajo, los efectos del neoliberalismo, la necesidad y oportunidad de reorientar el papel de los sindicatos, la feminización del trabajo, su necesaria desmercantilización… la necesidad de cuestionar radicalmente el vínculo salarial que caracteriza la organización del trabajo en el capitalismo.
Tal como está construido, este texto compendia temas y aportaciones que frecuentemente aparecen dispersas. En este sentido, ofrece una visión panorámica. Incluye además un buen número de referencias para continuar pensando y practicando. Buena lectura.
4 /
2006