La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Brokeback Mountain
Estados Unidos,
Aureli del Pozo
Corre una descripción simplista de Brokeback Mountain que la describe como “un film de cawboys gays”. Sin embargo, estamos ante una película arriesgada y magistral que toma en consideración la dificultad de ser libres dentro de un sistema de educación de género monolítico.
Partiendo del respeto hacia los sentimientos, la película nos convierte en espectadores de la forma de pensar tradicional en contra de la homosexualidad, convenientemente subrayada en un contexto de “tipos duros” con el que se pretende huir del arquetipo construido en torno a la cultura gay. Más allá de los tópicos, se nos muestra la relación entre dos hombres que, habiendo cada uno formado una familia con mujer e hijos, están inmersos en un contexto sociocultural que les priva de su libertad de amar. Y es que uno de los méritos de este film es —además de desmitificar la figura del americano viril tan arraigada en los westerns— desarrollar una historia perfectamente creíble sobre el telón de fondo de la intolerancia de nuestras sociedades heterosexistas. Si a ello le añadimos unos paisajes indescriptibles, una banda sonora brillante, una dirección magnífica y una interpretación inmejorable, estamos ante la que es, desde mi punto de vista, la mejor película del 2005, cuyo único defecto quizás haya sido el boom mediático que supone el gasto de 4 millones de dólares en publicidad.
4 /
2006