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Pràctiques de civisme

Icaria,

Barcelona,

301 págs.

Juan-Ramón Capella

Este sencillo pero espléndido libro de Alfons Barceló, cuyo título completo, al que responde exactamente, es Pràctiques de civisme des del meu barri, sigue documentadamente la historia de una asociación de vecinos barcelonesa. Es un libro útil, porque enseña cómo hacer, cómo articular y practicar civilmente la participación democrática. Muestra los problemas modestos que hay que atender, y también sus dificultades, las resistencias que se les oponen. La implicación directa de su autor —que por otra parte es un científico destacado— en esta práctica, y la original propuesta con que el libro se abre (y que omito explicar), hacen este volumen particularmente valioso y ejemplar para la experiencia participativa. Con su mera veracidad desnuda el mundo imaginario de la publicidad política.

12 /

2005

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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