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Aprender a mirar la salud. Cómo la desigualdad social daña nuestra salud

El Viejo Topo,

Mataró,

123 págs.

Joaquim Sempere

Las caras de la desigualdad son muchas. Este librito espléndido documenta de un modo convincente, con el apoyo sistemático de fuentes solventes de organizaciones internacionales o de revistas científicas, que la salud traduce de una manera particularmente dramática la inequidad, tanto entre países como entre clases y estratos sociales de un mismo país. No sólo detalla las grandes diferencias entre los muy ricos y los muy pobres, muy obvias, sino que nos descubre que la salud depende a menudo del status y hasta del barrio de la misma ciudad en que uno vive. Subraya el fracaso de la sanidad en países muy ricos pero con grandes desigualdades y desprovistos de sistema universal de salud. Recoge datos tan reveladores como que la esperanza de vida y la salud en general de los habitantes del estado de Kerala (India) son mejores que la de los afroamericanos que viven en Chicago. El libro se articula en torno a la inteligente observación de que ignoramos ciertas cosas porque no sabemos “verlas”: se nos presentan como “invisibles”. Hace falta la labor crítica y penetrante de la imaginación científica (y la buena voluntad, por supuesto) para “aprender a mirar”, como reza el título. Para este breve libro vale, además, aquello de que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

12 /

2005

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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