La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
De luna a luna. Crónica crítica. Junio de 2005
Manifestación de víctimas Se han manifestado las Víctimas para que el Gobierno actual no negocie con ETA. Aznar y Rajoy, que negociaron con ETA, estaban en la manifestación.
Sigue la interpretación del «no» franco-holandés Los intérpretes «de Palacio» insisten en el lado «nacionalista» o «xenófobo» del Topetazo. Sin duda ese lado existe, pero a la hora de la verdad no es muy significativo políticamente.
Las razones del «NO» han estado claras desde el principio. Además de una ‘Carta de derechos’, quienes mandan en Europa quisieron atrincherar jurídicamente dos cosas: a) las políticas neoliberales, cuyas bases «constitucionales» eran lo más rechazable sometido a refrendo; b) las instituciones de toma de decisiones europeas, que siguen siendo muy poco —por no decir nada— democráticas: las gentes no pueden influir sobre ellas en su funcionamiento ordinario. Es a eso a lo que se ha dicho ¡Basta ya! Lo demás es marear la perdiz.
El «NO», sin embargo, ha de ser tomado en cuenta. Es el rechazo popular a un sistema de alternancia de equipos políticos que sin embargo sostienen un solo y mismo proyecto neo-liberal.
Lecciones también para «casa nostra».
Movimiento en Bolivia Las gentes trabajadoras, campesinos y trabajadores industriales, se han echado a la calle. Entre otras cosas está en juego la nacionalización del gas, un recurso energético que administrado públicamente podría poner fin a la miseria de la mayoría del pueblo boliviano. Pero la clase política de allí no está para servir al pueblo. Todos los pasos que da, incluida la dimisión del presidente Mesa, se encaminan a evitar o «encauzar» unas elecciones generales que hoy llevarían a la presidencia de la república al dirigente del MAS, del Movimiento Al Socialismo, Evo Morales, quien es presentado como «dirigente cocalero» por el ínclito diario El País, siempre tan oportunamente al servicio de los norteamericanos (y quizá también de Repsol Ypf) cuando se trata de América latina.
Vasco Gonçalves y Alvaro Cunhal Con muy pocos días de diferencia han muerto Vasco Gonçalves, uno de los principales dirigentes de la Revolución de los Claveles, y Alvaro Cunhal, secretario general del PC portugués. Noticias tristes para la izquierda portuguesa y para todos. Ambos fueron figuras atípicas: Gonçalves, un militar de izquierda, jefe del gobierno que transitó —eso sí fue una verdadera transición— de la dictadura a las libertades en Portugal; Cunhal, además de figura de la resistencia indoblegable del comunismo más tradicional, por decirlo de alguna manera, era por otra parte un escritor muy fino e interesantísimo historiador del arte. Merecen nuestro recuerdo.
El desfile de los monstruos Eso ha sido la manifestación «por la familia» del 18 de junio: Rouco Varela, Acebes, Zaplana, Trillo, y 19 obispos más, indignados por las nuevas normas de derecho de familia. Las ausencias significativas de los prelados de Sevilla y Barcelona, entre otros, muestran que no toda la Iglesia española es ultrarreaccionaria. Los Rouco y compañía son completamente inconscientes de su anacronismo: en la sociedad contemporánea, los bruxots sólo tienen cancha en los sectores sociales más atrasados espiritualmente, los que consultan el horóscopo. Como el cura captado por las cámaras de la televisión que, en la manifestación «por la familia», acababa declarando entre risotadas que la homosexualidad es «antinatural». Eso es lo que la Iglesia ha enseñado durante generaciones. Cuando tuvo poder civil llevó a los homosexuales a la hoguera.
Los monstruos también desfilan por el Senado: un «experto» del Opus Dei propuesto por el PP, profesor de una «universidad» (privada) católica, San Pablo-CEU (para que conste), sostuvo allí que la homosexualidad es una enfermedad. Lo peor no es que haya catedráticos afectados de homofobia como este «experto»: lo peor es que además el referido sujeto aseguró que la tal «enfermedad» podía curarse con el tratamiento adecuado. Probablemente el tratamiento consistirá en crear reflejos condicionados homófobos mediante la exposición a corrientes eléctricas o a la acción de la química, la forma moderna de torturar a los adolescentes homosexuales que han confiado ingenuamente a sus familias homófobas y funcionalmente analfabetas su pertenencia a esa minoría del 7,5% de la población, aproximadamente, que experimenta la pulsión homosexual. Mientras existan individuos como el «experto» del PP hay que decirles a los homosexuales menores de edad que no se fíen ni de su madre, lo que ya es triste. Pero algo más habrá que hacer, digo yo. Por ejemplo, proscribir legalmente los electroshocks e iniciar denuncias por tortura contra los médicos que los utilicen, y penar los «tratamientos» químicos contra «enfermedades» no incluidas en el catálogo de la Organización Mundial de la Salud.
ETA inmoral Lo que suscita menos optimismo respecto del final del terrorismo no es el calculado desplazamiento de la violencia hacia objetivos que causan daño sin víctimas, lo que ya de por sí indica que ETA puede aguantar aún bastante tiempo, sino la ausencia en el mundo abertzale de figuras morales de alguna talla. Euskadi no tiene ningún Mandela, ningún Martin Luther King que haga viable una paz verdadera, una reconciliación civil.
Fraga en su nadir El intento de Fraga de gobernar otra legislatura se ha venido abajo. El PP sigue siendo el primer partido gallego gracias al enfeudado voto rural. Pero sin el poder político autonómico el sistema caciquil en que se asienta la fuerza de la derecha va a entrar en crisis. Seguramente con ruptura del PP gallego. Felicitémonos. Al menos los que recordamos el gobierno que fusiló a Grimau, o al ministro del interior de Arias con los asesinatos de Montejurra. Bye, Bye, Fraga: pronto te llamarán «hombre de Estado». Otro triunfo, Rajoy.
7 /
2005