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Ejército Zapatista de Liberación Nacional

Comunicado del EZLN: Carta de explicación a la sociedad

Enviado por Centro de Información Zapatista, Frente Zapatista de Liberación Nacional. Fuente: FSMED fsmed@fsmed.info

México, 21 de junio del 2005

A la Sociedad Civil Nacional e Internacional:

Señora, señorita, señor, joven, niño, niña:

Ésta no es una carta de despedida. A ratos va a parecer que sí, que es una despedida, pero no. Es una carta de explicación. Bueno, eso trataremos. Originalmente esto vendría en un comunicado, pero hemos elegido esta forma porque, para bien o para mal, cuando le hablamos a usted casi siempre lo hicimos en este tono más personal.

Nosotros somos los hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Tal vez nos recuerde, nos alzamos en armas el 1.º de enero de 1994 y, desde entonces, hemos mantenido nuestra guerra contra el olvido y resistido la guerra de exterminio que los distintos gobiernos han emprendido, sin éxito, en contra nuestra.

Nosotros vivimos en el último rincón de este país que se llama México. En ese rincón que se llama «Pueblos Indios». Sí, así en plural. Porque por razones que aquí no daremos, en este rincón se usa el plural para todo: sufrimos, morimos, peleamos, resistimos.

Bueno, pues como usted bien sabe, resulta que, desde aquella madrugada del inicio de 1994, hemos dedicado, primero con el fuego y luego con la palabra, nuestra lucha, nuestro esfuerzo, nuestra vida y nuestra muerte, exclusivamente a los pueblos indios de México, al reconocimiento de sus derechos y su cultura. Era lógico, los zapatistas somos abrumadoramente indígenas. Indígenas mayas, para ser más precisos. Pero no sólo, los indígenas en este país, no obstante haber sido la base de las grandes transformaciones de esta Nación, siguen siendo el sector social más agredido y más explotado. Si con alguien se han ensañado las guerras militares, y las guerras disfrazadas de «políticas», de despojo, de conquista, de aniquilamiento, de marginación, de ignorancia, es con los indígenas. La guerra en contra nuestra ha sido tan intensa y brutal que se ha convertido en lugar común el pensar que los indígenas sólo saldrán de su condición de marginación y pobreza, si dejan de ser indígenas… o si están muertos. Nosotros hemos estado luchando por no morir y no dejar de ser indígenas. Hemos luchado por, vivos e indígenas, ser parte de esta Nación que se ha levantado sobre nuestras espaldas; de la que hemos sido los pies (casi siempre descalzos) con los que ha caminado en sus momentos decisivos; de la que hemos sido los brazos y manos que han hecho dar fruto a la tierra, y han levantado las grandes construcciones, edificios, iglesias y palacios de los que se enorgullecen los que tienen todo; de la que, con palabra, mirada y modo, es decir, cultura, somos la raíz.

¿Estamos lloviendo sobre mojado? Quizás es porque estamos en Junio, el sexto mes del año. Bueno, sólo queríamos señalar que el inicio de nuestro alzamiento no fue sólo un «Aquí estamos», gritado al oído de una Nación sordomuda por el autoritarismo de arriba. Fue también un «Esto somos y seguiremos siendo… pero ahora con dignidad, con democracia, con justicia, con libertad». Usted lo sabe bien, entre otras cosas, porque nos ha acompañado desde entonces.

Desgraciadamente, después de más siete años empeñados en ese camino, en abril de 2001, los políticos de todos los partidos políticos (principalmente del PRI. PAN y PRD) y los autodenominados «tres poderes de la Unión» (o sea la presidencia, el congreso y los jueces) se aliaron para negarle a los pueblos indios de México el reconocimiento constitucional de sus derechos y su cultura. Y lo hicieron sin importarles el gran movimiento nacional e internacional que se levantó y unió con ese objetivo. La gran mayoría, incluidos los medios de comunicación, estaban de acuerdo en que debía saldarse esa deuda pendiente. Pero a los políticos no les importa nada que no les deje dinero y rechazaron la misma propuesta de ley que habían aprobado años antes, cuando se firmaron los Acuerdos de San Andrés y la Cocopa hizo una propuesta de reforma constitucional. Lo hicieron porque pensaron que, pasado un poco de tiempo, a todos se les olvidaría. Y tal vez a muchos se les olvidó, pero a nosotros no. Nosotros tenemos memoria y fueron ellos: el PRI, el PAN, el PRD, la presidencia de la república, los diputados y senadores y los jueces de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Si los pueblos indios siguen hoy en el sótano de esta Nación y siguen padeciendo el mismo racismo de hace 500 años es por ellos. No importa que digan ahora que se están preparando para las elecciones (o sea para conseguir puestos que les den ganancias): no van a hacer nada en bien de la mayoría ni van a escuchar nada que no sea dinero.

Si de algo nos preciamos los zapatistas es de hacer honor a la palabra, a la palabra honesta y consecuente. Todo este tiempo le hemos dicho a usted que luchamos por los pueblos indios de México. Y eso hemos hecho. Le dijimos a usted que intentaríamos la vía del diálogo y la negociación para conseguir nuestras demandas. Le dijimos que nos esforzaríamos en la lucha pacífica. Le dijimos que nos concentraríamos en la lucha indígena. Y así ha sido. No la hemos engañado.

Toda la ayuda que usted, generosa, ha aportado para esta noble causa y por esos medios, ha sido para eso y para nada más. No hemos usado nada para otra cosa. Toda las ayudas y apoyos humanitarios que hemos recibido de todo México y de todo el mundo, han sido empleadas únicamente en mejorar las condiciones de vida de las comunidades indígenas zapatistas y en iniciativas pacíficas por el reconocimiento de los derechos y la cultura indígenas. Nada de lo recibido ha sido dedicado a la adquisición de armamento ni a preparativo bélico alguno. No sólo porque no lo hemos necesitado (el EZLN mantiene intacta su capacidad militar desde 1994), sino, sobre todo, porque no hubiera sido honesto.

Decirle a usted que su apoyo era para una cosa y usarla para otra. Ni un centavo del apoyo recibido para la paz con justicia y dignidad, se ha dedicado a la guerra. Para hacer la guerra no hemos necesitado apoyo. Para la paz sí.

Claro que hemos usado nuestra palabra para referirnos (y en algunos casos para manifestar nuestra solidaridad) a otras luchas en México y el mundo, pero hasta ahí. Y muchas veces, sabiendo que podíamos hacer más, hubimos de contenernos porque nuestro empeño, así se lo habíamos dicho a usted, era exclusivamente por y para los indígenas.

No ha sido fácil. ¿Se acuerda usted de la marcha de los 1111?, ¿de la consulta de los 5000 en 1999?, ¿de la Marcha del Color de la Tierra en 2001? Bueno, pues imagine usted lo que sentimos cuando vimos y escuchamos las injusticias y las rabias que íbamos tocando en campesinos, obreros, estudiantes, maestros, empleados, homosexuales y lesbianas, jóvenes, mujeres, ancianos, niños. Imagine usted lo que sentía nuestro corazón.

Tocamos un dolor, una rabia, una indignación que ya conocíamos porque había sido y es la nuestra. Pero entonces la tocamos en el otro. Y escuchamos que el «nosotros» que nos animaba quería hacerse más grande, hacerse más colectivo, más nacional. Pero nada, habíamos dicho que sólo lo indígena y eso teníamos que cumplir. Creo que es por nuestro modo, o sea que preferimos morir antes que traicionar nuestra palabra.

Ahora estamos consultando nuestro corazón para ver si vamos a decir y hacer otra cosa. Si la mayoría dice que sí, pues vamos a hacer todo lo posible por cumplir. Todo, hasta morir si es preciso. No queremos parecer dramáticos. Lo decimos nada más para que quede claro hasta dónde estamos dispuestos a llegar. O sea que no «hasta que nos den un puesto, una cantidad de dinero, una promesa, una candidatura».

Tal vez alguno recuerde que, hace seis meses, empezamos con eso de que «falta lo que falta». Pues bien, como es evidente, llegó la hora de decidir si vamos a caminar para encontrar eso que falta. Encontrar no, construir. Sí, construir «otra cosa».

En alguno de los comunicados de días pasados, le informamos que hemos entrado a una consulta interna. Pronto tendremos los resultados y se los daremos a conocer. Mientras pues aprovechamos para escribirle a usted, A usted siempre le hablamos con sinceridad, también a quienes son nuestro corazón y guardián, nuestro Votan Zapata, las comunidades zapatistas, nuestro mando colectivo.

Será una decisión difícil y dura, como de por sí ha sido nuestra vida y nuestra lucha.

Durante cuatro años hemos estado preparando las condiciones para presentarle a nuestros pueblos puertas y ventanas, para que, llegado el momento, tuvieran todos los elementos para elegir por cuál ventana asomarse y cuál puerta abrir. Y es que así es nuestro modo.

O sea que la dirección del EZLN no dirige, sino que busca caminos, pasos, compañía, orientación, ritmo, destino. Varios. Y entonces le presenta a los pueblos esos caminos y analiza con ellos qué pasa si seguimos uno u otro rumbo. Porque, según el camino que andamos, hay cosas que serán buenas y cosas que serán malas, O sea que no hay camino que puras cosas buenas. Y entonces ellas, las comunidades zapatistas, dicen su pensamiento y deciden, después de discutir y por mayoría, por dónde vamos todos. Y entonces pues dan la orden, Y entonces pues la dirección del EZLN tiene que organizar los trabajos o preparar lo que se necesita para caminar ese camino. Claro que la dirección zapatista no mira según lo que se le ocurre solamente a ella, sino que tiene que estar pegada con los pueblos y tocar su corazón y hacerse, como quien dice, la misma cosa.

Entonces se hace la mirada de todos nosotros, el oído de todos nosotros, el pensamiento de todos nosotros, el corazón de todos nosotros. Pero qué tal que, por lo que sea, la dirección no mira, ni oye, ni piensa, ni siente como todos nosotros. O le falta ver algunas partes o escuchar otra cosa o pensar y sentir otros pensamientos. Bueno, pues por eso se consulta a todos, por eso se pregunta a todos, por eso se toma el acuerdo de todos. Si la mayoría dice que no, pues entonces la dirección tiene tache y tiene que buscar otra vuelta, y otra vuelta presentarse ante los pueblos a proponer y así hasta que, en colectivo, llegamos a una decisión. O sea que acá mandan los pueblos.

Ahora el colectivo que somos tomará una decisión. Se están sopesando los pros y los contras. Se están haciendo bien las cuentas, lo que se pierde y lo que se gana. Y, viendo que no es poco lo que se arriesga, se decidirá si vale la pena.

Tal vez, en la balanza de algunos, pesará mucho lo que hemos logrado. Tal vez, en la balanza de otros, pesará más la indignación y la vergüenza que provoca el ver a nuestros suelos y cielos destruidos por la estúpida avaricia del Poder. En cualquier caso, no podemos permanecer pasivos, contemplando nada más como una banda de rufianes despoja a nuestra Patria de todo lo que la hacía ser y ser a todos: la dignidad.

Bueno, ya es mucha vuelta. Nosotros le estamos escribiendo esta vez. acaso la última, para devolverle su palabra de apoyo comprometido. No es poco lo que hemos logrado en la lucha indígena, y eso ha sido, así lo hemos dicho en público y en privado, por su ayuda.

Creemos que puede enorgullecerse, sin pena alguna, de todo lo bueno que, junto a usted, hemos construido hasta ahora los zapatistas. Y sepa usted que ha sido un honor, a todas luces inmerecido, el que personas como usted hayan caminado a nuestro lado.

Ahora vamos a decidir si hacemos otra cosa y el resultado lo haremos público en su momento. Aclaramos desde ahora, para acabar con las especulaciones, que esta «otra cosa» no implica ninguna acción militar ofensiva por parte nuestra. No estamos, por nuestra parte, planeando ni consultando el reinicio de los combates militares ofensivos.

Desde febrero-marzo de 1994, todo nuestro dispositivo militar ha sido, y es, defensivo. El gobierno debería decir si, por su parte, hay algún preparativo bélico ofensivo, sea de las fuerzas federales o de sus paramilitares. Y el PRI y el PRD deben decir si planean algún ataque en contra nuestra con los paramilitares que apadrinan en Chiapas.

Si es decisión de la mayoría zapatista, quienes nos han apoyado hasta ahora en la lucha exclusivamente indígena podrán, sin pena ni remordimiento alguno, deslindarse de esa «otra cosa» a la que se refirió el Comandante Tacho en la plaza de San Cristóbal de Las Casas en enero de 2003, hace dos años y medio. Es más, hay un comunicado que, de acá allá, hace ese deslinde y que puede ser presentado en una solicitud de empleo, currículum vitae, reunión de café, sala de redacción, mesa redonda, templete, foro, escenario, solapa de libro, nota de pie de página, coloquio, precandidatura, libro de arrepentidos o columna periodística y que, además, tiene la ventaja de poder ser exhibido, como prueba de descargo, en cualquier juzgado (no se ría usted, hay un antecedente: en 1994, a unos indígenas que detuvo el mal gobierno ­y que no eran zapatistas­ los liberó un juez dando validez a una carta del CCRI-CG donde se deslindaba a esas personas de lo realizado por el EZLN. O sea que, como dicen los abogados, «hay precedente jurídico»).

Pero quienes encuentren en su corazón un eco, así sea pequeño, de nuestra nueva palabra y se sientan llamados por el camino, el paso, el ritmo, la compañía y el destino que hayamos elegido, tal vez decidan renovar su apoyo (o participar directamente)… sabiendo que será «otra cosa». Así, sin engaños, sin dobleces, sin hipocresías, sin mentiras.

Agradecemos a las mujeres. A todas las niñas, adolescentes, jóvenas, señoritas, señoras y ancianas (y a las que fueron cambiando de uno a otro de esos calendarios en estos doce años) que nos apoyaron, nos acompañaron y, no pocas veces, hicieron suyos nuestros dolores y nuestros pasos. A todas esas, mexicanas y de otros países, que nos apoyaron y caminaron con nosotros. En todo lo que hicimos, ustedes fueron la inmensa mayoría. Tal vez porque compartimos con ustedes, aunque cada quien en su modo y lugar, la discriminación, el desprecio… y la muerte.

Agradecemos al movimiento indígena nacional, al que no se vendió por puestos gubernamentales, por viáticos, por lisonjas que los poderosos catalogan como «para indígenas y animales». Al que escuchó nuestra palabra y nos dio la suya. Al que nos abrió el corazón, es decir, su casa. Al que resistió y resiste con dignidad, levantando bien alto el color que somos de la tierra.

Agradecemos a los jóvenes y jóvenas de México y del mundo. A quienes eran niños, niñas o adolescentes aquel 1994 y, nobles, crecieron sin escatimarnos ni la vista ni el oído. A quienes llegaron a la juventud o, a pesar de las hojas arrancadas al calendario, se mantuvieron en ella tendiendo la mano de su rebeldía a la morena mano de la nuestra. A quienes optaron por venir a compartir días, semanas, meses, años, nuestra digna pobreza, nuestra lucha, nuestra esperanza y nuestro necio empeño.

Agradecemos a los homosexuales, lesbianas, transexuales, transgenéricos y «cada-quien-a-su-modo». A quienes compartieron con nosotros su lucha por el respeto a la diferencia, sabiendo que ésta no es un defecto para ocultar. A quienes demostraron que la valentía no tiene nada que ver con la testosterona y que una y otra vez, nos dieron algunas de las más hermosas lecciones de dignidad y nobleza que hemos recibido.

Agradecemos a los intelectuales, artistas y científicos, de México y el mundo, que nos apoyaron en la lucha por los indígenas. Pocos movimientos u organizaciones se pueden preciar de haber tenido el respaldo (siempre crítico, y lo agradecemos) de tanta inteligencia, ingenio y creatividad. Ustedes ya saben que siempre los escuchamos con respeto y atención, incluso cuando no compartíamos sus puntos de vista, y que algo de la luz que emanan ayudó a alumbrar nuestros oscuros caminos

Agradecemos a l@s trabajador@s honest@s de la prensa y a los medios de comunicación decentes que mostraron, con verdad y a todo el mundo, lo que miraban y escuchaban, y respetaron, sin distorsionar, nuestra voz y caminar. Reciban nuestra solidaridad en estos duros momentos que atraviesa el ejercicio de su profesión, donde arriesgan su vida, son agredidos y, como nosotros, no encuentran justicia.

Y, para que no falte nadie, agradecemos en general a todit@s tod@s que, honest@s y sincer@s, nos apoyaron.

He dicho, al inicio de esta carta, que no era una despedida. Bueno, pues resulta que para algunos sí lo es. Aunque para otros será lo que es en realidad, es decir, una promesa…

Porque ya se alcanza a ver lo que falta…

Vale. Salud y, de corazón a corazón, gracias por todo.

A nombre de tod@s l@s zapatistas del EZLN.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos

                                                                    México, en el mes sexto del año 2005

P.D. Ya se ve que no estábamos pensando en jugar fútbol. Bueno, no sólo. Porque algún día jugaremos contra el Internazionale de Milano. Nosotros o lo que quede de nosotros.

21 /

6 /

2005

La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

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