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Joan Lara Amat y León

John Dimitri Negroponte. El diplomático de la CIA: de Honduras a Irak

Este hombre, desde sus cargos de diplomático o asesor, ha sido el brazo ejecutor de gran parte de las políticas de intervención de la CIA en el Tercer Mundo. Empezó su carrera diplomática en Hong Kong, se curtió en Vietnam, donde asesoró a Henry Kissinger en las conversaciones de paz de 1968, destacándose por mantener las posturas más duras. Su hermano es Nicholas Negroponte, el gurú de las autopistas de la información y actualmente director del Laboratorio de medios de comunicaión del MIT (Massachusetts Institute of Technology).

Con la Administración Reagan (1980-1988) fue nombrado embajador en Honduras (1981-1985), donde encabezó el «triunvirato» formado con el presidente hondureño y la Contra, grupo financiado y entrenado por la CIA. Se encargó de dirigir la guerra encubierta contra el régimen sandinista y coordinó los grupos paramilitares con los intereses norteamericanos. Supervisó la creación de la base aérea El Aguacate (Honduras), donde EE.UU. entrenó a la Contra. Esta base fue utilizada como centro de detención y tortura a los «insurgentes» sandinistas (hoy se hubiesen llamado «terroristas»), donde recientemente se han descubierto fosas de cadáveres. Por esta labor fue interrogado por un comité del Senado por su consentimiento a las violaciones de derechos humanos. También se le relaciona con la invasión estadounidense de la isla de Granada entre 1983 y 1984. Entre 1985 y 1987 fue secretario de Estado adjunto para Asuntos Internacionales Oceanográficos y Científicos del Medio Ambiente.

Con Bush I (1988-1992) fue asesor del Consejo de Seguridad Nacional (1987-1989) y embajador en México (1989-1993), en la época de la negociación de las duras condiciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, que dinamitaba los procesos de integración latinoamericanos. Y posteriormente asesoró al gobierno mexicano en la lucha contra los zapatistas.

Con la administración Clinton (1992-2000) se le envió a negociar, sin demasiado éxito, la permanencia de las bases militares de EE.UU. en Panamá y la creación de un centro internacional antidroga. Después se le nombró embajador en Filipinas entre 1993-1996 y entre los años 1997 y 2001 se tomó un descanso forzado, pasando a trabajar en el sector privado para Global Markets, empresa de comunicación perteneciente a McGraw-Hill.

Volvió a la administración de la mano de Bush II, como embajador en la ONU entre 2001 y 2004, años en los que EE.UU. instauró su doctrina de la «guerra preventiva» que se materializó en las invasiones de Afganistán e Irak. Desde su cargo presionó al Consejo de Seguridad para que aprobase la resolución que obligaba a Irak, bajo amenaza de sanción, a someterse a inspecciones continuas, en busca de las famosas e inexistentes «armas de destrucción masiva». Excusa formal utilizada por EE.UU. para su invasión de Irak. Finalizada la guerra, prosiguió su labor «diplomática» en la embajada-fortaleza de Irak durante el 2004.

Este es el hombre que, como premio a sus servicios y experiencia adquirida, ha sido nombrado Director Nacional de Inteligencia, donde tendrá que coordinar a las quince agencias de espionaje estadounidense (CIA, FBI, NSA), tarea que nunca ha dejado de hacer, aunque esta vez sea a mayor escala.

[Más información en N. Chomsky, «From Central America to Iraq», Khaleej Times, 6-VIII-2004 (http://www.chomsky.info/articles/20040806.htm); S. Kinzer, «Our man in Honduras», The New York Review of Books, vol. 48, n.º 14, 2001 (http://www.nybooks.com/articles/archives/2001/sep/20/our-man-in-honduras/).]

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2005

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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