¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Área de Feminismos APDHA
8M: Feminismo diverso, plural y mayoritariamente inclusivo
¿Volveríamos las feministas a tomar masivamente las calles con nuestras reivindicaciones tras la pandemia? ¿Cómo influiría la división que el feminismo institucionalizado ha trasladado a la opinión pública a través de los medios de comunicación?
Esa era la doble incógnita con la que hemos afrontado este 8 de marzo de 2022 y que las calles han despejado, para quienes honestamente han querido ver, oír y escuchar las voces de TODAS las feministas que se han movilizado, en Madrid, Catalunya o el País Vasco, e igualmente en Andalucía, mostrando el poderío de un feminismo particularmente diverso, plural e inclusivo. Tras la pandemia, el feminismo de este país ha vuelto efectivamente a tomar en masa las calles con sus reivindicaciones, evidenciando su fuerza y extensión a lo largo de todo el territorio. No solo en las capitales de provincia de las distintas Comunidades, sino en un gran número de poblaciones grandes y pequeñas de todas ellas, tiñendo de morado el mapa con todo tipo de actividades, concentraciones y manifestaciones. “De norte a sur, de este a oeste, la lucha sigue, ¡cueste lo que cueste!” y no solo como cosa de un día o “8M todos los días, todas las mujeres, todos los derechos” han sido algunos de los lemas más coreados.
Las movilizaciones de este 8M han visibilizado un feminismo que sigue creciendo, que se expande, no solo territorialmente, sino incorporando a nuevas generaciones de feministas, cada vez más jóvenes, “por un feminismo revolucionario” (según sus propias pancartas) que aspira a transformar el mundo en un sentido más justo e igualitario para “todes”. Un feminismo muy diverso, en el que cobran fuerza las reivindicaciones de todas las disidencias sexuales y de género, con referencias potentes y vanguardistas, histórica y culturalmente andaluzas. Una larga lucha por la libertad sexual que el fascismo trató de aniquilar con la más feroz represión, pero que nunca se ha rendido, obligándole a retroceder y dejando en minoría las posiciones actuales más conservadoras y excluyentes. Un feminismo en el que, especialmente tras la pandemia, la lucha contra la precariedad laboral y a favor de los servicios públicos, poniendo los cuidados en el centro, se une con las reivindicaciones de las trabajadoras del hogar y las limpiadoras, las inmigrantes con y sin papeles, para quienes se exige la “Regularización ya”, denunciando la racialización que empeora sus condiciones de vida, fruto de prejuicios coloniales y leyes migratorias y laborales injustas. Unos colectivos de mujeres que este 8M han reclamado el derecho a ser escuchadas para que sus reivindicaciones fueran incluidas en las leyes que se elaboraban y de las que sin embargo se han visto excluidas, como las Kellys en la Reforma Laboral, e incluso ninguneadas y criminalizadas, como las trabajadoras sexuales en la llamada Ley del “Solo sí es sí”. Un feminismo muy diverso al que se unen las demandas por la igualdad de las mujeres en la iglesia o las de las mujeres con diversidad funcional por una ciudad más inclusiva, desde una perspectiva feminista.
Las miles y miles de feministas, de todas las edades y de todos los sectores sociales, que hemos salido este 8M a la calle no solo reclamábamos “romper el techo de cristal” en las instituciones políticas, económicas y académicas, sino que muchas, en justicia, también reclamaban no tener que recoger ellas los cristales rotos, exigiendo derechos y condiciones de vida y trabajo dignas, humanas e igualitarias para todas. Y en Andalucía, tierra de jornaleras, temporeras y migrantes también racializadas, folclorizadas y sexualizadas, de eternas limpiadoras, sirvientas y cuidadoras del hogar, dentro y fuera de este país, ese clamor ha sido y sigue siendo particularmente importante y sororo con las nuevas compañeras y vecinas migrantes. Ha sido un 8M particular, transfronterizo, de solidaridad y empatía con las trabajadoras de Ceuta y Melilla, con las temporeras marroquíes de Huelva, con las trabajadoras del hogar latinoamericanas, con las africanas que consiguen llegar a nuestras costas con sus particulares proyectos migratorios tratando de reagrupar a sus familias. Un 8M en el que las mujeres palestinas han denunciado la represión sufrida en las cárceles israelís, en el que las saharauis han celebrado con nosotras el 8 de Marzo y en el que también hemos escuchado el grito de las mujeres que defienden Rojava.
Pese a la fuerte división política del feminismo institucionalizado, trasladada tan irresponsablemente a la opinión pública general a través de los medios de comunicación, el feminismo no se ha paralizado, si no que ha vuelto a tomar las calles masivamente con sus reivindicaciones, visibilizando la riqueza de su diversidad y la pluralidad de opiniones en torno a cada una de las cuestiones que tratan de abordarse desde una perspectiva feminista, inclusiva y no excluyente. En Andalucía, han sido particularmente numerosas las movilizaciones de Granada, Sevilla, Cádiz capital, localidades de la Bahía y Campo de Gibraltar, Córdoba y Almería, convocadas con una clara voluntad unitaria e inclusiva. En las de Huelva, Málaga y Jaén, aunque convocadas bajo el lema “El feminismo es abolicionista”, también pudo verse la pluralidad de opiniones sobre ese y otros tantos relacionados con la libertad sexual y la transexualidad.
Quienes, como decíamos al principio, han querido honestamente ver, oír y escuchar las voces de TODAS las feministas que se han movilizado este 8M tras la pandemia, habrán podido constatar ampliamente que el feminismo no puede ser, como se pretende, un pensamiento único, hegemónico ni excluyente, sino que, atravesado por múltiples variables de sexo y género, orientación sexual, grupo social, raza, etnia o edad, entre otras, solo puede ser diverso y plural. Hay que seguir apostando por esos feminismos de base cuya diversidad tanto nos enriquece, pueblo a pueblo, ciudad a ciudad, día a día, derecho a derecho… Para que nadie, ninguna, quede atrás.
[Ana Almirón (Sevilla), Cati Bueno (Cádiz Bahía), Lucía Estevan (Granada), Zaira Fernández (Almería), Almudena López (Córdoba); Sandra Reyes (Cádiz Capital), Carmen Vázquez (Huelva), del Área de Feminismos de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía]
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2022