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El Lobito

El disidente

Debo ser un bicho raro porque me encanta escuchar a los mayores. Fui a visitar a mi tío el Lobo Feroz con una botella de JB para soltarle la lengua. Pero no hizo falta: desde lejos de su cueva le oía cantar a voz en grito la Cançó del lladre.

Esta vez despotricaba contra el cambio de posición del gobierno sobre el Sahara, favorable a Marruecos. «¡Obedece a los yankees» —gritaba—. «Si Marruecos es una democracia pero menos, gracias al sátrapa que manda allí, entonces ¡la autonomía para el Sahara sería una autonomía pero menos!». Comentaba el oportunismo del gobierno, del nuestro, al cambiar de chaqueta cuando la gente está pendiente de lo de Ucrania. «Y además pierde la amistad argelina; ya veremos qué pasa con el gas… Y para Unidos-Podemos, una vergüenza mantenerse en el gobierno…»

La verdad es que en esto, a mi juicio, lleva toda la razón. Ese presidentito bien trajeadito que tenemos habrá querido quedar bien con los americanos y los europeos. Es de los que se pone y se quita la corbata según convenga. De todos modos, a mí me preocupaba mi tío, que había tirado su botella contra el muro de la cueva y ahora le daba al JB entre pedazos de vidrio. Había que cambiar de tema.

—Esto de Putin es una putada, dije.

Me miró con los ojos enrojecidos.

—Sí, es una soberana cabronada. Pero me parece que tú eres de los que no se enteran.

—¿Cómo?

—La guerra civil lleva ya al menos seis años en Ucrania y no te he visto decir nada contra ella. Guerra civil auténtica. Algunas imágenes de la tele no son de ahora, sino cosa de antes. Y no lo digo para minimizar a Putin, sino porque cuando hay guerra lo primero que se va a la mierda es la verdad. Entrar en una guerra, a estas alturas de la historia, es criminal. Con la guerra Rusia tira por la borda las buenas razones que tenía. Porque esto, listillo, es una guerra caliente entre Rusia y Ucrania, pero también y tal vez sobre todo una guerra fría entre Estados Unidos y Rusia. Si esos dos llegaran a un acuerdo, o sea, no mover las fronteras de la Otan, lo de Ucrania acabaría en un plisplás. Pero los americanos quieren trocear a Rusia en tres o cuatro estados para poder ir finalmente a por China, que lo he leído yo a Berzotaszinski.

Me parece muy fuerte que mi tío el Lobo crea que esto acabará en una guerra en Europa, porque Rusia es parte de Europa.

—¿Rusia es parte de Europa?

Ahora mi tío, ya desahogado, bebía más despacito.

—Bueno —con tono especulativo—, Chejov, Tolstoi, Dostoievski, Shalámov, Grossman, Nabokov, Bulgakov… son Europa, ¿no? Pero luego están los Urales y la Rusia asiática, aunque geográficamente hablando el continente, en realidad, es Eurasia. Dividirlo en dos es geopolítica. Se puede ir en bici de Lisboa a Shanghai… Has de informarte y pensar —yo no le conocía al tío Feroz ese didactismo de profe—. Los chinos financian la ruta de la seda: una serie de ferrocarriles, autopistas, aeropuertos, puertos, para comerciar. Los norteamericanos financian más de 800 bases militares fuera de su territorio. Has de pensar qué es lo razonable.

Mi tío me dió pasta, seguramente para compensar lo del whisky. Me viene muy bien para darme una alegría, que con tanto lío, cuando nos metemos más y más en la crisis ecológica, no es fácil echar unas risas.

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2022

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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