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La CIA y la guerra fría cultural

Debate,

Madrid,

J.-R. C.

Aunque no se trate de una edición reciente -y aparezca en una traducción algo desmañada-, conviene llamar la atención sobre este libro, en el que una estudiosa de Oxford bucea por las actividades secretas de la guerra fría. Resulta impresionante ver el despliegue económico realizado para comprar intelectuales europeos y norteamericanos, engañar a otros y financiar revistas y actividades culturales, impulsado durante décadas por los servicios secretos norteamericanos y británicos en una auténtica cruzada por contener las ideas de izquierda en el terreno de la cultura. Sorprendentes los nombres de intelectuales famosos, incluido algún republicano español, que han estado en nómina, y el número muy superior de los colaboracionistas más o menos inconscientes, pero siempre bien remunerados.

Y eso que entonces no era una política explícita, como lo es con el presidente Bush, la compra de periodistas e intelectuales para desinformar y para defender el american way of life, o séase, los intereses del capitalismo (llamado ahora ‘economía de mercado’) en el campo de la hegemonía cultural.

Probablemente dentro de cuarenta años nuestros hijos conozcan los nombres de aquellos escritores, periodistas y formadores de opinión a los que escuchamos hoy, y de los diarios, revistas o informativos que seguimos sin saber que están a las órdenes de la CIA, el Departamento de Estado norteamericano o el Foreign Office británico, cuando no directamente del Pentágono. Mientras tanto hay que tener los ojos bien abiertos. Porque además están los monopolios informativos y de la edición, que subrayan noticias y ocultan informaciones, que marcan las modas. En una lucha entre izquierda y derecha mundiales que no se dirimirá mediante el uso de armas físicas.

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2005

La principal conversión que los condicionamientos ecológicos proponen al pensamiento revolucionario consiste en abandonar la espera del Juicio Final, el utopismo, la escatología, deshacerse del milenarismo. Milenarismo es creer que la Revolución Social es la plenitud de los tiempos, un evento a partir del cual quedarán resueltas todas las tensiones entre las personas y entre éstas y la naturaleza, porque podrán obrar entonces sin obstáculo las leyes objetivas del ser, buenas en sí mismas, pero hasta ahora deformadas por la pecaminosidad de la sociedad injusta.

Manuel Sacristán Luzón
Comunicación a las jornadas de ecología y política («mientras tanto», n.º 1, 1979)

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