La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Toni Clemente
Miguel Muñiz: in memoriam
La primera vez que vi a Miguel en acción fue hace más de una década, en una conferencia de ATTAC que él impartió, sobre los horrores de Chernóbil y Bophal. Fue una exposición documentada y dura, expuesta con ese acento gaditano que hacía que su catalán fuera tan característico. Más tarde coincidimos en Tanquem les Nuclears (TLN), plataforma catalana que agrupaba a diversas organizaciones ecologistas, políticas y vecinales. En mi caso, acudía a TLN en representación de Ecologistas en Acción Catalunya, entidad de la cual Miguel fue uno de los fundadores. Él, en cambio, no participaba en representación de nadie, lo que le permitía centrarse de lleno en el proyecto, dejando atrás posiciones equilibradas que no molestan a nadie, pero tampoco incitan a la movilización.
La lucha antinuclear fue el penúltimo espacio de activismo en el que Miguel se sintió útil. Previamente estuvo enfangado en muchos otros: políticos, ecologistas y sociales durante décadas. Se definía a veces como un “machaca del activismo”, ¡y vaya si lo era! Currante de base, siempre como voluntario, huía de protagonismos, pero era firme en sus opiniones. También tenía un sentido crítico (y autocrítico) afilado, y un afán increíble por no traicionar sus principios.
En sus últimos años abandonó el activismo, pero no la preocupación por la crisis ecosocial que nos rodea. En ese sentido, el colapso era el tema que más le preocupaba y sobre el que más quiso alertar, como hizo en esta publicación en numerosas ocasiones. Lector incansable, se documentaba con ahínco para justificar sus conclusiones, para luego, mientras compartíamos un café, dejar caer con socarronería que sus artículos eran un peñazo. Bien sabía él en cualquier caso que exponer verdades incómodas, lanzar un grito de desesperación ante las crisis que se nos vienen encima, no es tarea fácil ni agradable, ¡pero para eso están los machacas!
Miguel nos ha dejado. Lo escribo también para convencerme de que es real, porque aún tengo fresca la última vez que nos vimos. Pensar en no verle un par de veces al mes, como solíamos hacer en los últimos tiempos, y compartir un rato juntos entre recomendaciones de libros e intercambios de opiniones, se hace raro y muy doloroso.
Allá donde estés, espero que hayas encontrado sosiego. ¡Un fuerte abrazo, amigo!
29 /
12 /
2021