La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
El Lobo Feroz
Nuestra mala educación
Hay novedades en la reglamentación de la educación. Ninguna que se la tome en serio y la mejore.
Los chinitos reservan la nota más alta de lo que nosotros llamamos «nota de corte» para el grado de magisterio. Los maestros son en China más preciados que los ingenieros. Y se recluta para el magisterio a los estudiantes con mejores notas. Son el no va más.
Aquí son el no va menos. ¿Por qué cerraron las bonísimas Escuelas de Magisterio? Allí se formaban los maestros. Las rimbombantes Facultades de Pedagogía, ¿forman algo? Seguramente son las que mejor interiorizan el neoliberalismo. Enseñan fundamentalmente a tener a los niños distraídos (en opinión, claro, de este Lobo: gracias a ellas los chicos y chicas españolas ya no saben escribir en castellano, no sea que se hernien) y a progresar adecuadamente.
¡Viva el Miranda Podadera!
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Las autoridades catalanas exigen más horas de lengua catalana en la enseñanza. El castellano prácticamente no se enseña en Cataluña. Es de suponer que los catalanes que tengan que traficar en California, México o Argentina o emigrar allí se entenderán con sus contrapartes en inglés, y así se asimilarán aún más al Imperio en decadencia.
Hay más estudiantes de castellano en China que en Cataluña. Y tal vez en Rusia.
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Uno se pregunta qué leerán los niños y las niñas catalanes después de haber leído —un suponer— a M. Rodoreda, el Tirant lo Blanc, Víctor Català o a Folch i Torres. Y se responde: no leerán; se dedicarán a los videojuegos.
Divertirse hasta morir con máquinas de descerebrar.
En China solo hay una hora de videojuegos, el viernes, el sábado y el domingo.
Claro que allí emplean mucho tiempo, demasiado, en el aprendizaje de la escritura caligráfica china.
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¿La universidad?
Las universidades se autogobiernan. Eso significa que algunas, las mejores, procuran hacer las cosas bien con el escaso dinero que tienen. Otras funcionan de otro modo: por la ideología —nacionalistas, o socialistas—, por el «o estás conmigo o no tienes nada que hacer».
En Cataluña ahora no puedes ser rector si no eres nacionalista.
Y los Rectores han de permitir que los estudiantes nacionalistas silencien a quienes no piensan como ellos, como en la vergonzante UAB de hoy.
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Se dice que se van a incrementar las becas. O sea, más dinero público siempre escaso. ¿Por qué no usar el sistema chino? Si no tienes dinero para estudiar —lo que significa matricularte, comprar materiales, alojarte, vestirte, alimentarte y pequeños gastos— puedes pedir un préstamo para estudiar. Se devolverá en cómodos plazos al cabo de cinco años de graduarte, durante quince años extensibles a veinticinco en casos justificados. Préstamos decentes, vamos. La garantía viene dada por el sistema educativo previo: pues solo se puede acceder a la universidad, tanto da si con dinero de la familia o con préstamo bancario, si has obtenido buenas calificaciones en la enseñanza preuniversitaria.
Como aquí no existe esa garantía hay que seguir recurriendo al sistema de becas. Pero tendrían que ser becas verdaderas, como las que el Gobierno Francés da a los estudiantes de doctorado. Para eso, claro, habría que imponer más impuestos a los que los pueden pagar sin inmutarse.
Si las cosas no se hacen en serio todo queda en mera palabrería, como cuando se habla de igualdad y bla bla bla. La gente no es tonta: lo ve y desprecia o se enajena del sistema que les engaña.
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¡Ay, la ANECA, encargada de evaluar al profesorado universitario público!
Uno de los evaluadores actuales intentó colarme a mí un plagio suyo (hace años, cuando este Lobo trabajaba disfrazado en la uni).
La ANECA —discutida con toda la razón— puede ser sustituida simplemente por un organismo encargado de preguntar a los estudiantes de las promociones que se licencian qué profesores han tenido y no repetirían con ellos, y con qué profesores sí habrían repetido.
Y respecto de la investigación, los profesores podrían ser evaluados por sus pares en el «área de conocimiento»: por todosellos. Bastaría con que respondieran a un buen cuestionario de preguntas.
De este modo se evitarían las promociones indebidas. Se fomentaría una meritocracia menos inauténtica.
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Se dice que en la universidad pública se establecerá un control para que los estudiantes no plagien en sus «trabajos». Eso significa que,hoy, según quienes proponen tal control, los profesores o no saben ver los plagios o los dejan pasar.
¿Tan mal estamos?
El plagio profesoral, ¿seguirá descontrolado?
Hoy la picaresca de las supuestas «aportaciones» en la investigación de los profesores, al menos en ciencias sociales, daría para un libro de caballerías.
19 /
11 /
2021