La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Juno Mac and Molly Smith
Putas insolentes
Prólogo de Cristina Garaizábal. Trad. de Ana Useros Martín
Traficantes de Sueños,
Madrid,
2020,
329 págs.
Antonio Giménez Merino
Todo pensamiento con intencionalidad emancipadora ha partido de la situación de las personas que a lo largo de la historia han sido objeto de explotación. La aproximación a esto puede hacerse desde posiciones muy diversas: en términos generales, desde la propia experiencia de quien reflexiona, desde la empatía sincera hacia las personas explotadas, o desde la más cómoda atalaya que proporciona el acceso a un medio de difusión de contenidos de consciencia desde el cual poder hablar en nombre de las personas sufrientes. Esto último es moneda corriente en nuestros días, y tiene la consecuencia de invisibilizar la propia voz de esas personas, además de renunciar al conocimiento real del magma de experiencias concretas que provocan su situación de subordinación y desde las cuales erigen sus propias estrategias de resistencia —basadas, esencialmente, en la solidaridad intragrupal—.
Esta forma de «violencia epistémica» es identificable en lo relativo a los enfoques dominantes sobre el trabajo sexual, confrontados en este libro. Las dos trabajadoras inglesas que lo han escrito—en íntima colaboración con otras muchas de lugares y en condiciones muy plurales, y gracias a una beca—, lejos de defender la prostitución en sí misma («una institución patriarcal […] normalmente contextualizada por una falta de opciones»), lo que están reivindicando es algo tan simple como mayor seguridad y ciertos derechos elementales (como la implementación de las condiciones reales para que las personas que así lo deseen puedan salir de la situación que las ha llevado a prostituirse: apoyo económico directo, regularización de su estatus migratorio, o cobertura de sus necesidades sanitarias, de educación o de vivienda). Lo cual explica la necesaria conceptualización de la prostitución como trabajo.
Desahucios, robos, agresiones, violaciones, pérdida de la custodia de los hijos, asesinatos, arrestos y deportaciones constituyen el pan de cada día de estas mujeres, en una escala proporcional al grado de persecución de que son objeto al amparo de las legislaciones de los países. Éstas son analizadas en el libro desde las consecuencias que efectivamente despliegan, lo que resulta especialmente útil —para quien tenga el valor de confrontarse con ello— a efectos de evaluar las perspectivas teoréticas a que ha dado lugar la abundante literatura sobre la regulación de la prostitución. En este sentido, el examen empírico de los modelos vigentes permite ver cómo los distintos modelos punitivistas (EE.UU., Sudáfrica, Kenia; Suecia, Noruega, Irlanda, Canadá) y regulacionistas de un marco «legalizado» (Alemania, Países Bajos, Nevada) alientan la aplicación de la violencia masculina sobre las trabajadoras sexuales y consiguen un empeoramiento de sus condiciones vitales, de por sí marginales. Mientras que las soluciones despenalizadoras y laboralistas (Nueva Zelanda, Nueva Gales del Sur), aunque no atienden a todos los problemas conexos (singularmente el migratorio), mejoran la seguridad y las condiciones de vida de las trabajadoras —sobre todo si vienen acompañadas de medidas que ayuden a cambiar su situación— y menguan el poder que pueden ejercer sobre ellas terceras personas.
Putas insolentes es una lectura muy recomendable, además, desde la perspectiva más global de la interrelación entre las consecuencias de la dilatada pobreza en el mundo —de la que el fenómeno aquí analizado es tan sólo un exponente— y el control de fronteras y la criminalización de la migración indocumentada (creadora directa de un mercado para el contrabando y explotación de personas), la desinversión en los sistemas públicos de proteccion social, la extensión del derecho penal de autor (que ha empujado hacia la racialización del delincuente), o las formas contemporáneas del colonialismo.
«Trabajar sobre medidas más pequeñas para mitigar los daños inmediatos, mientras que al mismo tiempo se trabaja en soluciones más radicales que apuntan a las raíces del problema». Esta es la intencionalidad que mueve a Mac y Smith. Y el cambio global que reclaman pasa, necesariamente, por «un análisis material de las vidas de la clase obrera», del que este libro constituye un magnífico ejemplo.
9 /
2021