Skip to content

El Lobo Feroz

Estado y mentalidades

Estuve tomando unos vinos con mi amigo Claude, un lobo de mi quinta que es medio francés. Me encanta su compañía por ser un lobo civilizado, inteligente, culto, divertido. Ha vivido siempre en España, pero sus padres son franceses y él tiene una educación de la sección Lobos del Liceo Francés. Cada año viaja a París para mantener viva la parte francesa de su lobuna personalidad. Y por eso es el interlocutor ideal para plantearle cuestiones, para hacerle preguntas.

De modo que con el primer zumo de fruta (ya no estamos para vinos) planteé la cuestión:

—¿Por qué crees que la cosa pública es tan distinta en Francia y en España? Ya sé que Francia es una República y en España todavía no se sabe bien si hay que republicanizar la monarquía o bien encontrar con un candil republicanos de derechas, porque si no los hay la República es imposible. Pero, aparte de esto, y de que Vichy, una gran guarrada, no sea gran cosa comparada con el franquismo, ¿dónde reside la diferencia para que la cosa pública en España funcione tan mal en comparación con la francesa?

Claude se lo pensó un poco, rascándose la mejilla con la pata delantera izquierda, una manía que tiene. Después dijo:

—Creo que es una cuestión de mentalidad.

—¿Mentalidad? ¿Qué quieres decir con eso?

—En Francia ningún funcionario te dirá «vuelva usted mañana».

—¿Y?

—En Francia nadie dice «No sabe usted con quién está hablando».

—Pues aquí…

—En Francia no hay quien considere que tiene su plaza administrativa «en propiedad», como aquí.

—¿Eso es una mentalidad?

—En Francia ningún partido se considera propietario del Estado. La derecha es tan republicana como la izquierda. Los derechos son intocables. Y nadie dijo que el primer gobierno de Mitterrand, aliado al PCF, fuera un gobierno social-comunista.

—Tenemos una derecha poco presentable, es verdad.

—En España pesa todavía la mentalidad del terrateniente. Y la mentalidad de «la honra». La mentalidad estamental. En España no ha habido propiamente revolución burguesa, sino modernización y poco más. Los derechos son de hace dos días.

— ¿Y nuestra izquierda? ¿Qué ves en su mentalidad?

—Aquí el simple reformismo es ya izquierda para la derecha.

—La mentalidad de la derecha española ya me la sé. Demasiado me la sé. Pero te pregunto por la izquierda.

Se lo piensa antes de contestar, se rasca con la pata, etc.

—Ni la derecha ni la izquierda han hecho las paces con la guerra civil. La derecha no admite que la quiso y la provocó ella. Ha quedado impune. La izquierda no quiere hablar de sus propias barbaridades, que algunas hubo. La transición fue una tregua que ha durado mucho, y…

Lo decimos los dos a coro:

—¡Ahora la derecha la quiere romper!

Claude se ha ido, y yo me he quedado pensando que no toda la derecha es igual. Que hay algunos más civilizados que los que hoy mandan ahí. Y que llegará un maldito día en que los grandes que hoy se pelean formarán una coalición para atarnos políticamente más corto todavía. Desdichados de nosotros, los lobos de este país ahora tan «moderno».

Me enfrío poco a poco la cabeza, pero de repente me caliento al pensar en la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el estado de alarma. La mayoría cabezona cree que la declaración del estado de alarma suspendió los derechos fundamentales en vez de limitarse a restringir los derechos a la libertad de circulación y reunión. Y que deberíamos haber soportado todo un estado de excepción, infinitamente más grave pero controlable mes a mes por la oposición en el Congreso. ¡Arre, caballo! La mentalidad burrocrática gana en el TC. Antes de nombrarles deberían pasar un examen psicotécnico, si no es que los años excesivos sin ser renovados les hayan puesto un poco p’ayá.

Agosto 2021

10 /

8 /

2021

La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

+