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El Lobo Feroz

¿Tenemos un lío con la democracia?

No soy, por fortuna, catedrático de ciencias políticas. De un lado como lobo no me dejarían serlo y por otro lo de las ciencias políticas me parece aun más bobo que lo de ciencias  económicas, que ya es decir. Pero veo que la gente va soltando cosas tremendas acerca de la democracia en España. La famosa democracia salida de una transición ejemplar pues parece que los muertos no llegaron a los 600: una «transición a la española».

Por supuesto que respecto de España las cuestiones políticas y económicas de fondo las decide una oligarquía inaferrable, invisible, supranacional, supraestatal, buitre e Imperial, que impone su voluntad al Estado, cuyos gobernantes, unos más y otros menos, hasta ahora están encantados de que así sea. En este sentido, pero solo en este, no hay democracia en España. La democracia tiene por objetivo controlar al poder, y a ese poder inaferrable, hoy por hoy, no lo controla ni Dios.

Luego viene la cuestión de si el Estado español es un estado democrático. Para el Lobo que suscribe la respuesta es que una de cal y otra de arena. De una parte el Estado reconoce derechos políticos y garantías a todos los ciudadanos españoles —aunque hay una parte de la población, casi dos millones y medio de personas, que no tiene ciudadanía española ni europea, sin que eso ponga colorado a nadie—; en este sentido, el régimen político actual parece democrático para los ciudadanos —basta compararlo con el régimen anterior— y es similar a los regímenes de Francia, de Italia, etc. Pero eso no es todo, pues algunos poderes del estado y algunos institutos públicos, en este régimen, distan bastante, cultural e institucionalmente hablando, de la democracia: el poder judicial es ejemplo de los primeros y algunos partidos políticos de los segundos. O sea, que no es oro democrático todo lo que reluce: también reluce la mica en la arena.

Hay gente que  no considera democrático al régimen por una razón totalmente espuria: porque ha condenado a penas de cárcel a los políticos procesados del dichoso procès, y se las hace cumplir (aunque en condiciones que para sí quisieran los condenados de otras profesiones). ¿Qué país no meterá en la cárcel a personas a las que ha conferido poderes públicos por ley y los han usado contra la ley? Bien condenados están, y que sirva de escarmiento para los que quieran repetir.

La cosa no termina aquí: para saber si en España hay democracia hay que tomar en consideración los comportamientos habituales de la gente. El machismo, profundamente arraigado, es antidemocrático, pues no respeta los derechos de las mujeres y horroriza a los lobos no machistas tanto como a los hombres no machistas. Quienes desprecian a los trabajadores como gentes de segunda clase, quienes practican el desprecio clasista, no son, manifiestamente, demócratas. Muchas empresas tampoco lo son en sus relaciones laborales: incluso en el capitalismo las relaciones laborales se pueden pactar, y muchas empresas, en cambio, imponen un trágala. Tampoco son demócratas los avispados evasores fiscales, gorrones que no quieren pagar servicios de los que disfrutan: ¿acaso han sido los evasores los que pagan las carreteras, las aceras, los estudios de los médicos, los policías a quienes van a llorar cuando les roban?

¿Son demócratas los insolidarios que en una situación de crisis como la actual desprecian las normas contra el contagio, prolongan la pandemia y tan panchos? No. ¿Y los negacionistas? ¿Y los que no reciclan? Pues tampoco: el sector estúpido de la población tampoco es demócrata, pues socialmente democracia significa que cada uno trata decentemente a los demás, tanto directa como indirectamente. Si lo miras así, verás que en España no solo los que se consideran herederos de los vencedores de la guerra civil no son demócratas, sino muchísima, muchísima más gente. Unos por irresponsabilidad, otros por pereza, otros por inconsciencia (y ni lo saben) y otros por pura maldad. Por eso hay fachas que consiguen votos. Pues eso.

¡Y la gente espera una reedición de los felices veinte!

Al Lobo que suscribe le ponen de los nervios las protestas progres por la democracia expresadas en lenguaje de guardería. (Igual que las protestas de parvulario). Pero eso de la cultura progre es asunto que da para mucho y puede quedar para mejor ocasión.

18 /

5 /

2021

La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

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