La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
María Rosa Borrás
Un memorial para consolidar la democracia
Recuperar la memoria histórica es imprescindible para impedir la involución democrática. La creación en Cataluña de una institución pública denominada Memorial Democrático puede contribuir a esa recuperación, si no deriva en un mero museo anecdótico de los horrores del franquismo.
El proyecto de Memorial democrático «Un futur per al passat», redactado por Ricard Vinyes, Montserrat Iniesta, Manel Risques, Francesc Vilanova y Pere Ysàs, historiadores del Centre d’Estudis sobre les Èpoques Franquista i Democràtica (CEFID, http://www.cefid.uab.es) a instancias de la Generalitat de Cataluña, enfoca las cosas en el buen sentido y viene a confluir con las múltiples y diversas iniciativas que desde hace mucho tiempo reclaman el reconocimiento institucional de la lucha antifascista y antifranquista. Es ésta una cuestión crucial para la vida democrática, puesto que la transición política, tras la muerte del dictador Franco, encadenó la interpretación de la historia a condicionantes claramente antidemocráticos.
Recuperar la memoria ha de servir para saber dar razón de la situación política en la que estamos y, a su vez, para continuar el proceso político democratizador desde una posición consolidada que termine con las indefiniciones y las fuerzas que arrastran la vida política hacia autoritarismos de nuevo estilo. No se trata, pues, sólo de restituir lo que es debido, es decir, de recordar los méritos de las víctimas del franquismo y de restituirles la dignidad, aunque por supuesto éste sea un aspecto también importante. El principal problema pendiente y urgente no es el de la justicia reparadora, sino el problema político de rescatar la historia de las manos de una interpretación sesgada en función de la continuidad de los intereses de las fuerzas antidemocráticas que impusieron sus condicionantes durante el proceso de la transición política y que al cabo de veinticinco años persisten en su labor de obstaculizar la profundización en la vida democrática. Han pervivido así el olvido, el silencio y una gestión de la memoria del pasado propicia a la continuidad —aunque con un lenguaje cambiado— de lo que caracterizó la dictadura fascista en España: la instrumentalización de la interpretación histórica para manipular el presente.
El Memorial Democrático no es un memorial de agravios. Es el reconocimiento del derecho de la sociedad a saber acerca de su propio pasado. Y ha de ser, principalmente, un espacio de reflexión y conocimiento que influya en la transformación de la actual situación de hecho en diferentes ámbitos (desde el educativo hasta el legislativo) a partir de la aplicación consecuente del espíritu democrático recuperado del pasado.
En esta institución pública confluyen, pues, los esfuerzos de parte de la sociedad civil por recuperar sus derechos, el trabajo de los historiadores por recuperar el conocimiento de los hechos más allá de interpretaciones unilaterales y la esperanza del conjunto de la sociedad de avanzar hacia una democracia realmente efectiva. Porque investigar el pasado es una de las maneras de romper los falsos imponderables del presente; de ahí que todas las dictaduras, en todas sus formas y tipos, recurran siempre a secuestrar la memoria sustituyéndola por la «verdad única» oficial, método de opresión que pretende reducir la vida consciente a una sola dimensión: la sumisión al poder de la fuerza del vencedor.
El Memorial no puede ser la foto fija de un pasado nuevamente a olvidar, una vez definido; ha de ser un componente fluido y activo que vivifique y mantenga alerta nuestra conciencia democrática.
12 /
2004