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Juan-Ramón Capella

Israel nuclear

Los lectores tendrán pocas dudas: Israel es un estado terrorista. Desde el paseo de Sharon por la explanada de las mezquitas —que dinamitó los esfuerzos del gobierno Clinton para establecer un modus vivendi con un estado palestino en Gaza y Cisjordania— golpea indiscriminadamente a los palestinos. La protección norteamericana salva por el momento a sus abyectos dirigentes políticos y militares del Tribunal Penal Internacional que los tendrá que condenar.

Pero ésa no es la única peligrosidad de Israel. Es un estado nuclear que no ha firmado el tratado de no proliferación nuclear y que rechaza toda inspección; posee armamento atómico, además de otro armamento de destrucción masiva. Es una amenaza no sólo para los países limítrofes sino también para otros países vecinos, como Irán.

Sus servicios secretos, que secuestran (recuérdese el caso Vanunu, el israelí secuestrado en Roma por hablar del programa nuclear secreto de Israel) y matan, son un peligro serio para las libertades ciudadanas en todo el mundo.

Nada de antisemitismo, pero denuncia de los crímenes del estado de Israel. Amistad con los judíos, en particular con sus pacifistas; pero exigencia de intervención del Tribunal Penal Internacional contra los dirigentes israelíes.

12 /

2004

La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

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