La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Posdemocracia
Taurus,
Madrid,
179 págs.
Antonio Madrid
Aunque en general lo «pos» levante suspicacias, ya que casi todo ha sido llamado «pos» algo, estamos ante un libro relevante. Podría tener el siguiente subtítulo explicativo: características de la democracia actual, o ¿qué democracia tenemos hoy?
Compendia las principales problemáticas de la democracia contemporánea. Presenta un concepto exigente de democracia que permite tener un punto de referencia distinto al de la devaluada democracia actual.
Plantea el auge de la «posdemocracia»: el debate político público se limita a un espectáculo que está controlado por profesionales rivales, se cede cada vez más poder a los grupos de poder empresarial, se debilitan los instrumentos de los que dispone el demos, asistimos a la trivialización de la democracia y a la crisis de la política igualitarista…
La tesis central del libro: se mantienen las «formas democráticas», mientras «la política y el gobierno están volviendo cada vez más al redil de las élites privilegiadas, al modo carácterístico de lo que ocurría en la época predemocrática». Élites empresariales que controlan el Estado y que evitan, de esta forma, ser controladas. La democracia como una cuestión de élites corporativas. ¿Remedia el Tratado de Constitución europea esta «posdemocracia» o más bien la consolida?
12 /
2004